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«El Rey León» (Roger Allers y Rob Minkoff, 1994)

Shakespeare y Osamu Tezuka tutelaron a los guionistas de El Rey León. Los cinéfilos ignoraron al primero ‒más relevante en este caso, sobre todo si recordamos Hamlet‒, pero sospecharon bastante al comprobar las similitudes de esta película con una de las obras maestras de Tezuka, Kimba, el león blanco (Janguru Taitei), un cómic publicado entre 1950 y 1954, que se convirtió en serie de animación entre 1965 y 1966.

Su calidad y el hecho de que fuera la primera teleserie animada japonesa en color propició que se emitiera en Estados Unidos, justo a tiempo como para que, de niños, la vieran los involucrados en el proyecto de Disney.

Todo esto y más nos podría animar a comparar El Rey León con su precedente nipón. Sin embargo, sería injusto por dos razones: hay poquísimas películas que sean verdaderamente originales ‒casi todo está inventado‒, y además, la de Allers y Minkoff es una producción con valores estéticos y técnicos sobresalientes.

Como musical, El Rey León se permitió lujos de otra época, gracias a la participación de Elton John, Tim Rice y Hans Zimmer. A esa exuberante y pegadiza partitura hay que añadir un acabado espléndido. En este caso, las posibilidades de la animación tradicional aumentaron gracias a los esteroides digitales. Es lamentable, eso sí, que películas como esta fueran el canto del cisne del viejo sistema, vencido en esa tardía competencia entre los pinceles y las computadoras.

El reparto me inspira una palabra: impecable. Al fin y al cabo, las voces del film pertenecen a intérpretes tan sólidos como Matthew Broderick, James Earl Jones, Jeremy Irons, Nathan Lane, Rowan Atkinson, Robert Guillaume, Madge Sinclair o Whoopi Goldberg.

¿Fue este el secreto de su éxito? En realidad, el gusto de los espectadores es un factor incontrolable. Por inaudito que parezca hoy, la magnitud de esta producción hubiera podido hacerla naufragar. Sin embargo, la audiencia se enamoró de El Rey León desde el primer momento, a tal extremo que generó varias películas, videojuegos y teleseries derivadas ‒Timón y Pumba (1995-1999), El Rey León 2: El tesoro de Simba (1998), El Rey León 3: Hakuna Matata (2004), La Guardia del León: El regreso del rugido (2015) y La Guardia del León (2016-)‒, e incluso un musical escénico que sigue representándose en teatros. Completando este circuito comercial, en 2019 se estrenó un largometraje, El Rey León (2019), que volvía a narrar la misma historia, pero esta vez con un hiperrealismo digital digno de un documental de National Geographic.

Cómo se hizo

La idea de una historia de iniciación ambientada en África nació en el departamento de historias de Walt Disney Animation Studios en 1990. El proyecto inicialmente se llamó Rey de la jungla y, al igual que la mayoría de las películas animadas, su desarrollo fue evolutivo, y su creación y pulido final requirió varios años.

El productor Hahn señala: “La clave de nuestro proceso de producción, aquí en Disney, es la capacidad y prontitud para desechar lo que no funciona, mover las cosas de lugar o intentar algo completamente diferente. Por ejemplo, durante el proceso de producción, la canción ‘Can You Feel the Love Tonight’ aparecía en varias escenas de la película y era interpretada por distintos personajes, pero, en la versión final, acabó siendo una hermosa balada de amor”.

Para la guionista Brenda Chapman —quien posteriormente dirigió El Príncipe de Egipto en DreamWorks; y luego hizo de Pixar Animation Studios su nuevo hogar—, se trató de un proceso realmente gratificante pero no exento de su cuota de frustración. “Escribir una historia original definitivamente supone un mayor desafío”, cuenta Chapman. “porque no tienes sobre qué apoyarte. Para empezar, no posees una estructura de base. En ocasiones, nos encontrábamos con que nos habíamos apartado totalmente del camino, pero no lo notábamos sino cuando estábamos sumamente avanzados. La idea original de la historia era que Simba permaneciera con la manada tras la muerte de su padre; pero luego ésta se modificó un poquito. Nuestro trabajo era lograr que Simba fuera un personaje tierno y simpático. Asimismo, debíamos lograr que el entorno y los personajes fueran interesantes. En la vida real, los leones básicamente duermen, comen y no llevan ningún accesorio”.

Chapman reconoce que su viaje a Kenia en 1991 operó un cambio decisivo en el proyecto. “Me apasioné mucho más con la película y me ayudó a abordarla con un conocimiento más profundo de los animales y el medio ambiente. Además, allí surgió la idea del ‘Hakuna Matata’, que es una expresión muy popular del lugar. Los disparatados versos de Rafiki —‘asante sana, squash banana…we we negu, mi mi apana’— también fueron fruto de ese viaje. Formaban parte de un cántico que inventó nuestro guía de niño y que solía entonar en el patio de la escuela sin motivo aparente. A mí me pareció tan entretenido que lo anoté en mi cuaderno de notas y resultó perfecto cuando debimos recurrir a algo así en la escena de Rafiki y Simba”.

En abril de 1992, cuando Minkoff se unió al equipo de dirección, sus miembros volvieron a reunirse para un nuevo intercambio de ideas, y dar un giro y nueva vida a la historia. Durante dos días, el productor Hahn presidió el intenso debate que incluyó a los dos directores y a Chapman; y al que también asistieron Kirk Wise y Gary Trousdale —la talentosa dupla detrás de la historia y dirección de La bella y la bestia—. De estas sesiones, el personaje de Simba emergió con una imagen renovada y la segunda mitad de la película fue radicalmente revisada. Los guionistas Irene Mecchi y Jonathan Roberts luego añadieron divertidas situaciones con los contrapuestos Pumba y Timón, y las hienas.

Mecchi disfrutó el proceso de escritura de una película animada, al cual describe como un proceso en capas. “Estás constantemente retrocediendo y añadiendo una nueva capa”, declara. “Porque como la película se halla en producción durante un período tan prolongado, siempre tienes la oportunidad de mejorar o abordar un tema de un modo diferente y contribuir al desarrollo de los personajes”.

Roberts agrega: “Como escritora, trabajar en una película animada es realmente gratificante porque el proceso del guión gráfico te permite de inmediato visualizar lo que has escrito y ver tu obra en forma de película. Las sesiones de grabación son como los estrenos de prueba fuera de Broadway de las obras de teatro. Puedes escuchar a los actores interpretar tus parlamentos, y luego darte el lujo de regresar y ajustar los diálogos. Es un proceso de gran colaboración y es realmente una satisfacción poder ver cómo cinéfilos de todas las edades reaccionan a tus parlamentos”.

El film sigue las aventuras de Simba, un cachorro entusiasta y ansioso por convertirse en rey. Pero su envidioso tío Scar tiene sus propios planes para ascender al trono y obliga a Simba a exiliarse del reino. Solo y a la deriva, Simba pronto se une a las aventuras de un delirante suricato llamado Timón y su afectuoso amigo, el facóquero Pumba. Adoptando el despreocupado estilo de vida de “Hakuna Matata”, Simba ignora sus reales responsabilidades hasta que advierte su verdadero destino y regresa a su reino para reclamar su lugar en el “ciclo de la vida”.

Ambientada en la imponente belleza natural, el misticismo y la diversidad de los paisajes de África, capturados y estilizados por un equipo de talentosos artistas, el largometraje animado número 32 de Disney es una alegoría de iniciación única y divertida, basada en una historia original que ha pasado a integrar las filas de los clásicos cuentos de hadas y favoritos de la literatura.

Para Allers, quien luego dirigió el cortometraje The Little Matchgirl y la película de Sony Pictures Animation Open Season: “La verdadera esencia y emoción de la historia radica en la relación padre-hijo. En una escena de la película, Simba coloca su patita sobre la enorme huella de su padre. Es una imagen que encierra un gran simbolismo. Cuando su padre es alejado de él demasiado pronto, Simba se siente indigno y desorientado. Mi escena favorita es cuando el padre se presenta bajo la forma de un fantasma y le dice a su hijo que su espíritu vive en él”.

Minkoff, quien posteriormente dirigió las películas The Forbidden Kingdom y Flypaper, agrega: “Nos propusimos hacer algo diferente a todo lo que habíamos hecho hasta ese entonces. AladdinLa bella y la bestia y La sirenita eran todas básicamente historias de amor, ésta en cambio se centra en la relación de un padre y un hijo. Y es a su manera igual de crucial e interesante, pero introduce un tema diferente y un cambio de ritmo con respecto a otras películas de Disney”.

Para los más de 600 artistas, animadores y técnicos que intervinieron en el prolongado período de producción de El Rey León, la película presentó más de un desafío. Finalmente, se crearon más de un millón de dibujos, que incluyeron 1.197 fondos pintados a mano y 119.058 fotogramas coloreados en forma individual.

Para preparar a los realizadores para la monumental tarea de capturar la vasta belleza natural de África, seis miembros del equipo creativo viajaron a África oriental durante las primeras etapas de producción. El viaje produjo un fuerte impacto en cada uno de ellos y los ayudó a crear y diseñar las imponentes visuales que convirtieron a El Rey León en una película única y especial.

El encuentro cara a cara con leones de verdad y otros animales de la selva ayudó a moldear y definir los papeles que los personajes desempeñarían en la película. Los numerosos bosquejos, fotografías y videos que trajeron consigo, permitieron al director de arte Andy Gaskill y al diseñador de producción Chris Sanders dotar de un auténtico sabor africano a la “África de fantasía” que estaban creando. Las inolvidables imágenes de encendidos amaneceres, el zafiro de las noches, los intensos verdes de la selva y los tonos tierra de las llanuras del Serengeti fueron todos inspirados por este viaje y la profusa belleza natural del lugar.

Al mismo tiempo que la historia comenzaba a tomar forma, el equipo artístico se centraba en la mejor manera de visualizar y estilizar los parajes africanos, de manera que pudieran servir a la historia pero ser lo suficientemente realistas como para no perder verosimilitud. El viaje a África había conferido a Allers, Chapman y al diseñador de producción Chris Sanders una nueva apreciación de los paisajes naturales y los había inspirado a buscar formas nuevas de incorporar estos elementos en el diseño de la película.

El director de arte Andy Gaskill desempeñó un papel clave en definir la estética de la película mediante sus bocetos de color, los numerosos dibujos plasmados en sus cuadernos y sus sugerencias de todo tipo: desde el diseño de los personajes hasta el diseño general y los efectos de la película. Su interpretación —en términos de composición, puesta en escena y diseño— de la secuencia musical del inicio de la película, “Circle of Life”, estableció el tono del realismo estilizado que influiría gran parte de la película.

“África es el personaje mudo de la película”, dice Gaskill. “Deseábamos dar a la dirección de arte el mismo sentido de enorme extensión y escala épica que David Lean logró en Lawrence de Arabia, y tener ese mismo elemento dramático delante de un enorme lienzo en el que el clima y naturaleza también jugaban un papel importante. Queríamos que los espectadores se sumergieran en esa vastedad de la sabana y sintieran el polvo y la brisa meciéndose en los pastizales. En otras palabras, que sintieran verdaderamente la naturaleza y la vivieran como si estuvieran allí. Es muy difícil capturar algo tan sutil como un amanecer o la lluvia que cae sobre un lago, pero esa era la clase de imágenes que queríamos plasmar”.

Hahn añade: “El aspecto de la película celebra la naturaleza cíclica de la vida en la selva y las estaciones de África. En el curso de la historia hay sequías e incendios y finalmente sobreviene la lluvia, símbolo de la vida y la renovación. Para los escenarios, acabamos creando una “África de fantasía”, pero conformado por elementos reales, buscando además acentuar su realismo. Tomamos sitios de distintos rincones de África —Kenia, la Costa de Marfil, hasta Casablanca— y los volcamos todos juntos en una misma película.

La poderosa composición y dramáticas pinceladas de N.C. Wyeth nos inspiraron enormemente, así como las dinámicas fuentes de luz y sencillas paletas de color de sus cuadros. La obra de Maxfield Parrish fue otra gran fuente de inspiración, así como los fuertes diseños y el enfoque hacia los personajes ilustrados de J.C. Leyendecker, que eran muy similares a lo que queríamos lograr en la película”.

Minkoff señala: “Cuando me uní al proyecto, me pareció que la película tenía muchos de los temas e imágenes de las pinturas y películas clásicas del oeste americano. Teníamos los mismos paisajes épicos, esa luz evocadora y la lucha interior del protagonista frente a su carga de responsabilidad. Estudiar los estilos dramáticos de pintores clásicos, como Frederic Remington y Charles Marion Russell, y observar cómo lograban retratar esa enorme vastedad bajo una luz magnífica nos sirvió de gran inspiración. También las películas épicas del oeste de John Ford y otros grandes directores tuvieron una gran influencia en nuestro enfoque y diseño finales”.

Gaskill atribuye al uso de elementos subliminales como el viento y la luz parte de la magia que contribuyó a que la película cobrara más vida y pareciera más real. “Hay numerosas escenas en las que se oye el susurro de las hojas en el viento, o vemos los pastizales y las melenas de los leones mecerse con la brisa”, señala. “Animar estos fenómenos lleva mucho tiempo, pero logra una atmósfera y un clima que no puedes lograr de otra manera. En otras escenas, el movimiento de las nubes proyecta sombras y genera cambios de luz en el suelo. Sin estos elementos, la escena no hubiera sido ni remotamente tan especial”.

Al supervisor de fondos Doug Ball y su equipo de 20 artistas se les atribuye el mérito de haber añadido profundidad y realismo a la escenografía. El agudo instinto de Ball por el estilo de color y la habilidad para capturar las gradaciones más sutiles de la luz en un paisaje contribuyeron a mantener el tono interesante y verosímil de la película. El extraordinario trabajo del supervisor de efectos Scott Santoro y su equipo añadieron una mayor diversidad de elementos naturales.

En su papel como coordinador artístico, Randy Fullmer trabajó codo a codo con los distintos departamentos para asegurar que el aspecto general fuera coherente y fiel a la visión artística integral de la película.

Animar las vastas planicies de África demostró ser otro gran reto para Gaskill y Dan St. Pierre, el supervisor de diseño de la película. “Todo lo que teníamos en esta película era pasto, árboles, tierra y rocas”, cuenta St. Pierre. “Cuando estás trabajando con un personaje que es un cachorro de león de tan sólo 60 cm. de largo, el punto de vista de pronto se vuelve sumamente importante porque es lo único que te permite crear una sensación de escala”.

Otra figura clave del equipo artístico fue el diseñador de producción Chris Sanders, a quien se convocó para que diera rienda suelta a su imaginación y estilo personal en las secuencias más imaginativas de la película. Su inconfundible enfoque gráfico es evidente en los dos números musicales: “I Just Can’t Wait to Be King” y “Hakuna Matata”, así como también en la secuencia final de la lucha entre Scar y Simba.

Sanders, quien dice que la extravagante secuencia de la canción que da título a la película animada de Disney Los tres caballeros, fue una influencia decisiva en su deseo de convertirse en animador, deseaba experimentar con el aspecto visual de “I Just Can’t Wait to Be King”. “Durante la canción, los animales se comportan de una manera completamente diferente a como lo hacen en el resto de la película”, señala. “Me pareció que sería sumamente extraño que estos animales que eran muy realistas de repente comenzaran a cantar, danzar y trepar unos sobre otros, de manera que sugerí que nos apartáramos del aspecto visual del resto de la película, y la lleváramos al plano de la fantasía, que además así no estaríamos cambiando las reglas.

“En esta secuencia, decidimos relajarnos y ser lo más libres posible; y sencillamente divertirnos con ella”, continúa Sanders. “Empleamos muchos de los patrones naturales que observamos en África, e intentamos crear una visión de monarquía desde la mirada de un cachorro. En cuanto Simba salta a escena, todo el paisaje se disuelve de un mundo a otro. Utilizamos colores más brillantes, formas más marcadas y un enfoque en el diseño completamente diferente para tuviera un aspecto distinto”.

La banda sonora

The Walt Disney Studios siempre utilizó la música para dar vida a sus historias. Para El Rey León, los realizadores reunieron a tres talentos de la música para crear una de las más integrales, sofisticadas y deliciosas colaboraciones en la historia del estudio.

El letrista Tim Rice fue el primer miembro del equipo de música en unirse al proyecto. “El estudio me preguntó si tenía sugerencias sobre quién podría componer la música”, cuenta Rice. “Me dijeron: ‘Escoge a cualquier músico del mundo, y escoge al mejor’. Yo les respondí: ‘Bueno, Elton John sería fantástico, pero probablemente no puedan contar con él porque está muy ocupado y no ha compuesto una banda sonora como ésta en 25 años’. Pero ellos le preguntaron y, para mi sorpresa, Elton aceptó”.

El productor ejecutivo Tom Schumacher fue enviado a Londres para presentar la historia a John. “Nos encontramos con un colaborador muy interesado e intuitivo, además de demostrar ser un as en la adaptación de la historia en un musical”, cuenta Schumacher. “Le enseñamos distintos borradores del guión y un primer corte de la película. John nos proporcionó numerosos comentarios y notas que incorporamos en la película y que favorecieron a la producción en su conjunto. Con Tim como nuestro principal nexo creativo, Elton se convirtió en una parte importante del proceso de creación, y a su vez pareció disfrutar cada momento”.

John, que luego fue productor ejecutivo y compuso la música de la película animada Gnomeo & Julieta, señala: “Prácticamente me zambullí de cabeza, Disney es un estudio de primera y de inmediato me agradó el argumento y la gente. Las películas de Disney perduran para siempre, las ven los niños, y las ven los adultos, quienes además se divierten tanto como los primeros. Para mí este proyecto era emocionante y desafiante a un mismo tiempo, que me requería componer de un modo diferente a como lo haría para mí mismo. Me fascinaba que se tratara de una historia de animales, porque El libro de la selva es una de mis películas favoritas de Disney. Creo que El Rey León es una de las películas más divertidas que realizó Disney desde El libro de la selva. De hecho, creo que probablemente sea la película más divertida que jamás hayan realizado”.

Rice comenta que él suele estar acostumbrado a escribir la letra de una canción a partir de la melodía, pero que con El Rey León fue diferente. “Elton es uno de esos raros compositores que prefieren contar antes con la letra”, cuenta Rice. “En el caso de una película como El Rey León, ello demostró ser realmente eficaz, dado que el elemento clave de una película animada de Disney es que todo siga al argumento. Todo surge a partir de la historia”.

Rice se convirtió en una parte integral del equipo de historia, y las letras de sus canciones pasaron a ser tan importantes para la película como cualquier otro elemento del guión. Además, durante todo el rodaje, Rice mantuvo numerosas reuniones con el productor, los directores y guionistas. Una vez acordadas las letras y la distribución de las canciones, Rice se desempeñaría como “intermediario” de Elton. “Quedé pasmado al ver la rapidez y el brillante método de trabajo de Elton”, cuenta Rice. “Siempre sostiene que si no logra dar con la melodía adecuada en 20 minutos, sencillamente la desecha. Yo lo vi crear ‘Circle of Life’ de principio a final. Le di la letra al comienzo de la sesión cerca de las dos de la tarde pues él no la había querido antes. Hacia las tres y media, había finalizado de componer la música y grabado una increíble demo”.

John y Rice luego volvieron a colaborar en el musical de Broadway Aida y en la película de DreamWorks La ruta hacia El Dorado.

De las cinco canciones que el dúo escribió para El Rey León, “Circle of Life” se consagró quizás como la más significativa al tema de la película. La canción, que sería la tercera que compuso el dúo, de hecho funcionó tan bien, que se convirtió en el himno de la película y se la escogió para abrir la película sin que se introdujera ningún diálogo. La voz principal es interpretada en el más imponente y poderoso estilo gospel por Carmen Twillie, una talentosa cantante con numerosos créditos en cine y grabaciones.

“‘Circle of Life’ señala que todo está interconectado y que todos siempre poseemos cierta responsabilidad por alguien más”, dice Rice. “Estamos todos vinculados. Ningún hombre, ni león si vamos al caso, es una isla. Esta poderosa canción pareció imponerse, y creo que brinda a la película un comienzo verdaderamente dramático”.

Gran parte de la fuerza y el drama de esa canción y el gran impacto musical de la película se debieron a la contribución del tercer integrante del trío: el compositor y arreglista Hans Zimmer. Su genio por conceptualizar música y la experimentación ayudaron a transformar las melodías esencialmente occidentales de estilo pop, rock y gospel de John en consumadas melodías con fuertes ecos de la sabana africana, que incluyeron cánticos zulúes, numerosos arreglos corales y ritmos e instrumentos emblemáticos de África. Para las numerosas sesiones de voz, el cantante y arreglista oriundo de África, Lebo M., ayudó a Zimmer a reclutar y grabar a cantantes de las ciudades de Los Ángeles y Londres, y Sudáfrica. Además escribió las letras zulúes que aparecen en la canción “Circle of Life” y a lo largo de la película.

“Nuestro doble golpe de efecto en el aspecto musical de la película, fue contar con Tim y Elton por un lado que compusieron esas maravillosas canciones, y luego con Hans Zimmer que las convirtió en un elemento fundamental de la película”, refiere el productor Don Hahn. “El regalo de Elton fue escribir esas melodías memorables, que te conmueven desde lo más hondo. Es un compositor que vuelca todas sus emociones en la música, lo cual es hermoso e increíble a un mismo tiempo. Hahn agrega una nueva dimensión a esas canciones a través de la percusión y la emoción de las voces. Brinda un profundo sentido de la emoción y un sentimiento de pertenencia, y es una verdadera celebración de la música africana. En cierto sentido, él es el cuentista final de la historia, con su habilidad para subrayar las emociones de cada pieza a través de la supervisión de su música y partitura”.

Zimmer manifiesta: “Elton demostró ser un hombre de gran coraje al entregarme sus demos y dejarme hacer lo que quisiera con ellas. Sus canciones eran maravillosas, y yo les añadí un poquito de color. Trabajo en cierta forma como un animador. Compongo una suerte de bosquejo en blanco y negro sobre el piano y luego comienzo a añadir los colores a medida que voy avanzando”.

La decisión de incorporar un gran coro de voces fue de Zimmer. “El músico que toca un instrumento, está básicamente intentando acercarse lo más posible a la emoción de la voz humana. De manera que pensé en ir directo a las fuentes, y reunir a un poderoso grupo de cantantes. La voz nos habla desde la emoción y de un modo mucho más directo que al tener que traducir eso a un instrumento”.

Zimmer y Lebo M. dieron con el sonido coral perfecto, y en abril de 1994, Lebo viajó a BOP Recording Studios en Mmabatho (a 260 kilómetros de Johanesburgo) para trabajar junto con Mbongeni Ngema (Sarafina) y grabar un coro de 30 voces para las últimas canciones.

La versión de “Circle of Life” arreglada por Zimmer fue como una revelación para los cineastas y se ganó el elogio del compositor Elton John. “Fue idea de Zimmer darle un carácter más africano y forma de cántico”, cuenta John. “Su arreglo realmente marcó una diferencia, tanto en la canción como en el comienzo de la película. Se ajusta de un modo hermoso. Siento un gran respeto por su enorme talento como compositor”.

Con sus arreglos musicales y evocadoras partituras, Zimmer contribuyó de varias formas al impacto emocional de la película. “Creo que la música es una maravillosa forma de contar una historia, en especial, en los momentos en los que las palabras se quedan cortas”, señala el compositor. “Las emociones son universales, y la música es el idioma universal”.

Quizás la canción más difícil de componer fue la balada de amor: “Can You Feel the Love Tonight”. Si bien cronológicamente fue la primera que se escribió, esta canción atravesó numerosas modificaciones según esta parte crítica de la historia fue evolucionando y fue reelaborada una y otra vez. Según Rice, en ese extenso período que duró varios años, él llegó a escribir 15 pares de letras para la canción. En un momento dado la canción iba a ser cantada por Pumba y Timón. Convencido del papel fundamental de la “canción de amor” en una película de Disney, John insistió a los directores que, tal como había sido concebida originalmente, fueran Simba y Nala los que la interpretaran. Joseph Williams y Sally Dworsky interpretan la voz de los amantes, y Kristle Edwards prestó la voz de apoyo. La letra original de “Can You Feel the Love Tonight” se puede escuchar en los créditos finales en la versión propia de John.

Para la canción de Simba “I Just Can’t Wait to Be King,” John compuso una melodía fresca, de ritmo rápido, que él describe como una combinación de Eddie Cochran y el estilo Motown. La letra de Rice revela las ambiciones del pequeño cachorro y acompaña las imágenes de fantasía de la canción. Jason Weaver interpreta la voz de Simba, mientras que la talentosa quinceañera Laura Williams, una pianista de formación clásica y miembro del grupo de gospel contemporáneo All God´s Children, presta su voz a Nala. Rowan Atkinson también interviene interpretando a Zazú.

Jeremy Irons hizo su debut como cantante en la gran pantalla con la canción “Be Prepared”, en la cual el villano Scar confiesa sus planes perversos y ambiciones a un ejército de horrendas hienas. Con el equilibrio justo entre la amenaza y el humor, la canción va cobrando cada vez más fuerza a medida que Scar se deja llevar por su entusiasmo y su propia oratoria. El productor Hahn la considera la “clásica canción de un villano, en la que podemos imaginar a Scar retorciéndose el bigote mientras maquina su plan. En un momento se convierte en una suerte de bacanal conga, en la que el público descubre sus verdaderas motivaciones”.

“Hakuna Matata” fue la última canción que se compuso para la película: una encantadora melodía con un dejo de música zydeco, basada en la expresión swahili de “vive sin preocupaciones”. Cantada con gran fervor y un estilo brillante por los veteranos de Broadway Nathan Lane y Ernie Sabella en sus respectivos papeles de Timón y Pumba, esta canción propone una filosofía diametralmente opuesta a la expuesta en “Circle of Life” y ofrece algunas claves sobre cómo será la vida de Simba junto a sus dos nuevos compañeros. Jason Weaver y Joseph Williams se turnaron para interpretar la voz de Simba según pasa de ser un despreocupado cachorro para convertirse en adulto.

Cuando en 1994 El Rey León rugió por primera vez en la pantalla grande, la historia de Simba y su padre se adueñó del corazón de toda una generación; y su vanguardista banda sonora, su humor inesperado y fascinantes personajes cautivaron al público del mundo entero.

La película, que siguió a largometrajes de la talla de La Sirenita y La Bella y la Bestia, impulsó el renacimiento de la animación en The Walt Disney Studios, consagrándose como la película animada de mayor recaudación de la historia. (En los Estados Unidos continúa siendo la película animada dibujada a mano más taquillera de todos los tiempos.)

El Rey León inspiró el musical de Hollywood galardonado con un premio Tony, y que en enero de 2011 se convirtió en el séptimo musical de mayor permanencia en la historia de Broadway.

“En esencia, El Rey León en la historia de amor entre un padre y un hijo”, señala el productor Don Hahn. “Trata sobre ese momento en la vida en el que te das cuenta de que tu padre está por legar en ti toda su sabiduría y conocimiento. El ciclo de la vida. Tarde o temprano, a todos nos llega el momento de convertirnos en adultos. El presente pasará a nuestras manos y deberemos madurar”.

Lane, quien luego volvió a trabajar junto con Broderick en Los productores, recuerda: “Nos enseñaron dos recortes de la película y yo pensé para mis adentros: ‘Pues no sólo es buena, hay algo muy especial en ella’. Evidentemente hay algo en la película que conmueve: por eso fue tan exitosa y la gente no la olvida. Los realizadores trabajaron durante un largo tiempo para dar con el tono adecuado para contar la historia; y por eso estas películas funcionan y se convierten en verdaderos clásicos”.

Broderick recuerda la primera vez que vio la película con otros espectadores. “No hay nada como sentarse entre el público”, declara. “En ese momento pensé: ‘Qué maravilla, estos niños algún día traerán a sus hijos’. Yo podía decir que había formado parte de Blancanieves. Sentía que éramos parte de esas películas que parecían vivir años y años a través de las distintas generaciones”.

Sinopsis

La película sigue las épicas aventuras del joven Simba (voz en inglés de Jonathan Taylor Thomas), un cachorro de león que lucha por asumir las responsabilidades de la vida adulta y su destino como rey de la selva. Simba es un despreocupado cachorro ansioso por convertirse en rey, que pasa sus días retozando con su amiga Nala (voz en inglés de Niketa Calame). Su padre, el rey Mufasa (voz en inglés de James Earl Jones), el venerado soberano del reino y las tierras aledañas, enseña a su hijo los fundamentos del ciclo de la vida —el delicado equilibrio de la naturaleza que vincula a todos los animales— y lo ayuda a prepararse para el día que sea llamado a gobernar. El hermano malvado de Mufasa, Scar (voz en inglés de Jeremy Irons), espera que ese día nunca llegue y trama una conspiración para deshacerse de Simba y del rey y así poder asumir el trono y llevar a cabo su plan tiránico. Scar y sus hienas secuaces —Shenzi (voz en inglés de Whoopi Goldberg), Banzai (voz en inglés de Cheech Marin) y Ed  (voz en inglés de Jim Cummings)— llevan a Simba a entremeterse en medio de una estampida de ñus en la que Mufasa muere intentando salvar a su hijo. Scar entonces convence a Simba de que él es responsable de la muerte de su padre y lo instiga a huir del reino y no regresar jamás.

Agobiado por el temor y la culpa, Simba se exilia del reino, donde pronto entabla amistad con un extravagante pero afectuoso jabalí llamado Pumba (voz en inglés de Ernie Sabella) y su despreocupado compañero, un suricato llamado Timón (voz en inglés de Nathan Lane). Simba adopta su actitud “Hakuna Matata” (vive sin preocupaciones) hacia la vida, alimentándose a base de bichos y aprendiendo a afrontar cada cosa día por día. El cachorro madura y se convierte en un joven adulto (voz en inglés de Matthew Broderick) que logra dejar atrás su pasado hasta que Nala, ahora una hermosa leona (voz de Moira Kelly), entra en escena y le cuenta sobre las penurias y sufrimientos que se viven en el reino bajo la dominación de Scar. Con la ayuda de Rafiki (voz en inglés de Robert Guillaume), un sabio mandril chamán, Simba se da cuenta de que el espíritu de su padre vive en él y de que debe asumir la responsabilidad de su destino y reclamar su reino. Pero para ello, antes deberá enfrentar a su tío y su ejército de hienas.

Entre el talento vocal de la versión en inglés también se encuentra Rowan Atkinson, quien interpreta a un desventurado calao, el más leal asistente del rey Mufasa y guardián del pequeño Simba. La actriz Madge Sinclair interpretó la voz maternal de la madre de Simba, la reina Sarabi.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de sinopsis, cómo se hizo e imágenes © Disney Enterprises. Cortesía de The Walt Disney Company Spain. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.