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«Fantasía» (Walt Disney, 1940)

Como podrá deciros casi cualquier niño de los setenta, uno de los acontecimientos del año era, por aquel entonces, el reestreno en cines de los clásicos Disney. Gracias a esa tradición, a veces en programa doble, los chavales podíamos ver de nuevo las grandes cintas de la compañía. En el fondo, daba igual el título, aunque había una excepción que generaba ciertos inconvenientes: Fantasía.

La idea de ver un largometraje dedicado a la música clásica, con segmentos muy variados, nos fascinaba a algunos críos con la misma intensidad que aburría a otros. En realidad, el propio Walt Disney debió de pensar en esto. Al menos, eso da a entender que los tramos más experimentales y profundos del film se alternen con otros más cómicos y ligeros.

Si nos fijamos en ello, esa capacidad para hacer atractiva cualquier novedad fue para él un rasgo de estilo. Disney siempre tomó las riendas de su percepción pública, y sabía que Fantasía daría una apariencia madura y sofisticada a su labor. Como era un maestro de la comercialidad, también supo desafíar en esta película a quienes, ya en su época, creían que una sinfonía es algo letárgico para la audiencia más popular. Aquí sucede todo lo contrario: Fantasía convence a propios y extraños de que la música orquestal es fascinante.

Viéndolo en perspectiva, costó algo más que los melómanos puristas perdonaran a Disney su deseo de difundir este catálogo musical. Aún recuerdo a más de un aficionado maldecir a las avestruces e hipopótamos que bailan al son de la Danza de las Horas, de Amilcare Ponchielli. Por otro lado, ¿de verdad era un delito tan grave que Leopold Stokowski hubiese adaptado aquellas piezas para ajustarlas al ritmo de la película?

El resultado final de tanto atrevimiento se ha entendido bastante mejor al cabo de los años. Los elitistas han perdonado los pecados veniales de la película, y quienes no soportan un cuarteto de cuerda ya no sienten la necesidad de airear su rechazo.

En realidad, esa etiqueta ‒la que convierte a Fantasía en una película «educativa»‒ se ajusta mal a lo que nos ofrece el film: un derroche inaudito de talento en el campo de la animación, servido de la mejor forma posible por cortesía de sus directores, Samuel Armstrong, James Algar (que acabaría ocupándose de los documentales de naturaleza producidos por Disney), Bill Roberts, Paul Satterfield, Ben Sharpsteen (un valor seguro, cuya firma figura en los créditos de Blancanieves, Pinocho, Dumbo, Cenicienta y Alicia en el País de las Maravillas), David D. Hand (amigo de Disney, veterano de las Silly Symphonies e imprescindible en la empresa, hasta que la dejó en 1944), Hamilton Luske (otra gloria de la compañía, codirector de buena parte de sus clásicos), Jim Handley, Ford Beebe Jr. (hijo del director de seriales como Marte ataca a la Tierra y Flash Gordon conquista el universo), T. Hee (cuya labor junto a Disney se prolongó en otros estudios de animación, como la U.P.A. y Terrytoons), Norman Ferguson (el creador de Pluto, magistral animador de personajes como la bruja de Blancanieves) y Wilfred Jackson (también curtido en las Silly Symphonies, animador de primera clase, compositor y figura decisiva a la hora de integrar música y sonido en cortos como Steamboat Willie, de 1928).

Con este plantel al mando, y otros mil profesionales convocados para este film, Sharpsteen se ocupó de supervisar la producción y el ya mencionado Leopold Stokowski se hizo cargo de la parte musical.

Como sucede con otros clásicos de la compañía, Fantasía tuvo una larga gestación. Por ejemplo, el principal episodio de la cinta, El aprendiz de brujo, ya había sido planteado en 1938 como una de las Silly Symphonies. Dicha serie, con su soberbio empleo de la música, es ya un precedente de lo que viene a ser Fantasía: una sucesión de cortos musicales con personalidad propia.

Pionero en tantas cosas, Disney también lanzó aquí un sistema de sonido multicanal, el Fantasound, patrocinado por él y por la RCA. Que fuera el primer largometraje exhibido en estéreo es otra clave que explica la espectacularidad del film, apabullante en todos sus aspectos técnicos.

En lo que se refiere a la organización narrativa de los segmentos, las diferencias de tono y de intención son muchas. El toque mágico con el que se anima la suite de El Cascanueces, de Tchaikovsky, casa bien con la presencia de Mickey Mouse en El aprendiz de brujo, de Dukas, o con los sátiros y centauros que intervienen cuando suena la Pastoral de Beethoven. Pero eso choca ‒felizmente, creo yo‒ con los dinosaurios que se enfrentan a su extinción al ritmo de La consagración de la primavera, de Stravinsky, o con el diablo y los espíritus malignos que desatan su poderío mientras escuchamos la Noche en el Monte Pelado, de Mussorgsky. Eso por no hablar de la abstracción formal con la que se plantea la Tocata y fuga de Bach.

Dada la brilllantez del resultado, a uno le da bastante pena que no se concretase el proyecto inicial de Disney: añadir nuevos episodios al film. Eso nos hubiera permitido disfrutar de interpretaciones disneyanas de la Cabalgata de las valquirias, de Wagner, El cisne de Tuonela, de Sibelius, la Invitación a la danza, de Carl Maria von Weber, Don Quijote, de Richard Strauss, o los Cuadros de una exposición, de Mussorgsky. Ciertamente, podemos encontrar rastros de ese proyecto en otros films menores de la compañía, pero no con la magnitud de la Fantasía original.

Por suerte, tras la decepción que supuso la cancelación en 1983 de Musicana, la secuela planteada por Wolfgang Reitherman y Mel Shaw, Roy E. Disney, sobrino de Walt, impulsó el rodaje de la espléndida Fantasia 2000.

Pero hay más: también contamos con parodias tan divertidas como Un concierto de locos (A Corny Concerto, 1943), dirigida por Robert Clampett y escrita por Frank Tashlin para la Warner, o Allegro non troppo (1976), obra originalísima de Bruno Bozzetto, creador del inolvidable Señor Rossi.

Del delirio visual al cartoon de la vieja escuela, Fantasía es un compendio de todo lo que fue y pretendía ser la compañía Disney en su primera etapa. Osada, hermosa y arrolladora, es una cinta que no envejece, y que a su manera, alcanza una cota que hoy ya me parece inalcanzable.

Cómo se hizo

Desde su estreno, el 13 de noviembre de 1940, Fantasía ha provocado distintas impresiones en la audiencia y en la crítica. Si en un principio provocó notables rechazos, en la actualidad es valorada como uno de los grandes clásicos de la compañía.

La película escenifica en dibujos animados una selección de piezas clásicas. Los compositores elegidos fueron Johann Sebastian Bach, Pyotr Ilyich Tchaikovsky, Paul Dukas, Igor Stravinsky, Ludwig van Beethoven, Amilcare Ponchielli y Modest Mussorgsky.

Escrita por Joe Grant y Dick Huemer, y narrada por Deems TaylorFantasía fue resueltamente apoyada por el director Leopold Stokowski, quien se puso al frente de la Orquesta de Filadelfia para interpretar todos los segmentos musicales del film.

Los sueños y las visiones de Walt Disney se hacen realidad en Fantasía, que mezcla la música con la magia del cine para crear una película única. Imágenes inolvidables que cobran vida gracias a la compañía de posiblemente las mejores piezas de música clásica del mundo interpretadas por la Orquesta de Filadelfia, dirigida por Stokowski.

La obra clásica de Disney consiguió crear música para ser vista e imágenes para ser oídas.

Además la película cuenta con la aparición estelar de Mickey Mouse, personaje al que el propio Walt Disney prestó su voz, y que protagoniza El aprendiz de brujo, con música de Dukas, una de las escenas más emblemáticas de la historia del cine.

Fantasía, una precursora combinación de imágenes animadas y música, fue estrenada inicialmente por la compañía en 1940 a modo de road show. El año siguiente, en la 14ª ceremonia de los premios Oscar de la Academia, Fantasía ganó dos premios especiales.

El primero fue otorgado a Walt Disney y sus asociados por su excepcional contribución al progreso del sonido en las películas, siendo el primer título comercial estrenado con una técnica multicanal de sonido: el citado proceso Fantasound.

El segundo premio fue para el director de orquesta Leopold Stokowski y sus socios “por un logro único en la creación de una nueva forma de visualizar la música y así haber ampliado los horizontes del cine como entretenimiento y como una forma de arte”.

Considerada vanguardista en su época, Fantasía se ha convertido en una de las películas más conocidas de todos los tiempos y es considerada un clásico dentro del género de la animación. Para la creación de la película hicieron falta tres años y el talento de mil artistas y técnicos de Disney además de los cien músicos de la orquesta de Stokowski.

Para muchos autores y críticos es una obra de arte de un género nuevo, un puente entre las artes y una «forma de presentar el arte». Por ello en 1990, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos seleccionó la película para su preservación en su Registro Nacional de Películas por ser “cultural, estética e históricamente significativa”.

La secuela: Fantasía 2000 (1999)

La idea de realizar una secuela de Fantasía siempre estuvo en la mente de Disney desde los años cuarenta. Incluso llegó a proponer al compositor, pianista y director de orquesta André Previn una cinta en la que las piezas musicales serían versiones orquestales de las canciones de los Beatles.

Motivado por la amplitud de miras de su tío, Roy Disney creó Fantasía 2000, que comienza donde su predecesora se quedó y presenta siete segmentos completamente nuevos de música y escenas de animación.

Diseñada como una secuela de Fantasía (1940), Fantasía 2000 llegó a las pantallas el 17 de diciembre de 1999. Para presentar cada una de las piezas musicales, la compañía Disney invitó a celebridades como Steve Martin, Bette Midler, James Earl Jones, los magos Penn y Teller, Itzhak Perlman, Quincy Jones y Angela Lansbury. Esta vez, la interpretación de las piezas corrió a cargo de la Chicago Symphony Orchestra, dirigida por James Levine. Fue el propio Levine quien realizó los arreglos de las piezas, acompañado por Peter Schickele.

Los músicos a quienes se homenajea en la cinta son Ludwig van Beethoven, Ottorino Respighi, George Gershwin, Dmitri Shostakovich, Camille Saint-Saëns, Paul Dukas, Edward Elgar e Igor Stravinsky.

En la cinta, vemos el bullicio de una metrópolis en la era de la Depresión al más puro estilo de los dibujos de Al Hirschfeld, un grupo de flamencos con gran talento para el yo-yó, un arca llena de animales separados por el Pato Donald haciendo de compañero de Noé, y un gran número musical con ballenas voladoras como protagonistas.

Dentro de los contenidos especiales de Fantasía 2000 en Blu-Ray, se incluyó el corto nominado a un Oscar Destino.

Este cortometraje de siete minutos de duración es el resultado de una colaboración única entre Walt Disney y Salvador Dalí que comenzó en 1954, pero que no pudo ver la luz por motivos económicos de la compañía hasta que en 2003, Roy E. Disney trabajó con un equipo de animadores modernos y contemporáneos para completar el proyecto y así rendir un homenaje a la pionera visión artística de Disney.

Musicana es otro de los contenidos que se incluyeron en el Blu-Ray y en el DVD de Fantasía 2000 Edición Especial. Una oportunidad única para conocer las piezas creadas por Walt Disney a finales de los años setenta para Musicana, una inacabada secuela de Fantasía donde música e imaginación continuaban teniendo el papel protagonista.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de sinopsis, cómo se hizo e imágenes © Disney Enterprises. Cortesía de The Walt Disney Company Spain. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.