Cosas que descubres paseando por los pueblos madrileños: el Monasterio de la Inmaculada Concepción de Loeches. Fundado en 1640 por el todopoderoso Conde-Duque de Olivares, el tercero, el valido de Felipe IV.
En su tiempo, albergó una de las más impresionantes colecciones pictóricas de toda Europa, con cuadros de Rubens, Miguel Ángel, Tintoretto, Veronés y Alonso Cano, entre otros. Cuadros que hoy en día se han dispersado por museos de todo el mundo, como el Louvre parisino o la National Gallery londinense. ¿Razón? El convento fue saqueado durante la invasión francesa de 1809. El arte y la guerra que, como el agua y el aceite, son imposibles de mezclar…
Un siglo después del saqueo, el decimotercer conde-duque de Olivares, a la sazón decimoséptimo duque de Alba, abuelo del actual titular, decidió agregar una capilla al monasterio, que hiciese las veces de panteón familiar. Cuando te acercas a Loeches ves, destacando sobre el resto del caserío, una construcción típicamente herreriana: el arquitecto al que se encargó la obra se inspiró en El Escorial. La sombra escurialense es alargada y mucho más lo sería en las décadas posteriores, cuando sirviera de modelo para las construcciones del “Nuevo Estado” franquista…
Una curiosidad más: ese duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, fue un hombre con inquietudes intelectuales, como tantos otros de su familia. Y, acorde a los tiempos que vivió, fue el encargado, por ejemplo, de traer hasta Madrid a su amigo Howard Carter, el arqueólogo que descubrió la tumba del faraón Tutankhamón, a fin de que diera unas conferencias hablando de sus descubrimientos…
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