Louis Lumière tenía grandes dudas sobre la pervivencia del cine que acababa de inventar. Se preguntaba cuánto tiempo duraría el entusiasmo que suscitaban La salida de la fábrica o Llegada del tren…
¿Por cuánto tiempo seguirían provocando el interés y la fascinación unas imágenes que el público podía ver en la vida cotidiana?
Cuando contrató a un puñado de operadores para que recorrieran el planeta y reunieran imágenes del mundo entero, les trasmitió su inquietud por el futuro del invento. «No os ofrezco un oficio, sino más bien un trabajo de feriante, de avanzadilla. Puede durar seis meses o tal vez algo más».
Imagen de la cabecera: los Lumière en torno a 1914: Auguste a la izquierda, Louis a la derecha.
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