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Crítica: «Un héroe samurái: la leyenda de Hank» («Paws of Fury: The Legend of Hank», 2022)

Un héroe samurái: la leyenda de Hank es una divertida cinta de animación, con buen acabado técnico y un sólido reparto de actores en su versión original (Michael Cera, Ricky Gervais, Mel Brooks, Samuel L. Jackson…). Esto último, por cierto, ha sido respetado en el doblaje español, que mantiene el listón a una altura idónea.

La cinta es representativa del estilo Nickelodeon, mucho más alocado y surrealista que el de otras compañías, y por descontado, más proclive a la experimentación narrativa. Este detalle es importante para entender la filosofía del proyecto, que evita el naturalismo y juega de forma deliberada con los detalles anacrónicos, la parodia y una expresividad propia del cartoon televisivo. Si tenemos en cuenta que este es el sello que lanzó Jimmy Neutron: el niño inventor (2001), de John A. Davis, Bob Esponja: La película (2004), de Stephen Hillenburg y Mark Osborne, o Rango (2011), de Gore Verbinski, se comprenderá mejor el humor y los diseños que despliega la cinta.

A primera vista, Un héroe samurái parece aprovechar el mismo punto de partida que Kung Fu Panda (2008), de Mark Osborne y John Stevenson. Es decir: un personaje que no nació para ser un héroe, pero que acaba dominando las artes marciales como un auténtico guerrero. Sin embargo, a la hora de la verdad, se sitúa más cerca de Rango, en parte porque, a pesar de que su acción nos sitúa en el Japón feudal, esta película tiene alma de western.

Quien tenga interés en averiguar por qué, puede revisar el film en el cual se han inspirado los guionistas Ed Stone y Nate Hopper: Sillas de montar calientes (Blazing Saddles, 1974), de Mel Brooks. Al igual que sucedía en esta delirante comedia, Un héroe samurái juega a romper la cuarta pared y acumula chistes de todos los colores, en un esfuerzo deliberado por romper los códigos del género y dirigirse a una audiencia transversal.

El veteranísimo Brooks da su bendición a este seudo-remake transformándose en uno de los personajes secundarios: un risueño gato shogun que aquí repite alguna de las réplicas que el cómico popularizó en el pasado.

Por cierto, ahora que menciono esto último, debo aclarar que todos los personajes son gatos, a excepción del protagonista, un perro que sueña con convertirse en samurái.

En el equipo de directores destaca Rob Minkoff, quien se ganó un hueco en la historia de los dibujos animados tras realizar, junto a Roger Allers, El Rey León (1994).

Si algo juega en contra de la película es cierto barullo que desluce un poco su parte central. Pero está claro que Un héroe samurái corre ese riesgo de forma voluntaria, y por eso mismo, ajusta todos sus engranajes al tipo de comedia loca (y habitualmente deshilvanada) que en su momento hizo famoso a Brooks.

Sinopsis

Hank (Michael Cera), un sabueso que está en las últimas, se encuentra en un pueblo lleno de gatos que necesitan un héroe que les defienda del maligno plan de un despiadado villano (Ricky Gervais), que desea que el pueblo desaparezca del mapa. Con la ayuda de un maestro en artes marciales (Samuel L. Jackson) que acepta entrenarle a regañadientes, nuestro perdedor tiene que asumir el papel del samurái del pueblo y formar un equipo con los habitantes del mismo para salvar la situación. El pequeño problema es que… ¡los gatos odian a los perros!

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Aniventure, Blazing Productions, Flying Tigers Entertainment, GFM Animation, Huayi Brothers, Paramount Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.