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Crítica: «Titanic» (James Cameron, 1997)

Con Titanic, James Cameron nos ofrece un espectáculo imperecedero. Lo consigue con tres ingredientes cruciales: épica, romance y efectos visuales de última generación.

El mítico hundimiento del RMS Titanic es sólo una escenografía para el realizador canadiense. Una escenografía tan llamativa como el famoso naufragio, pero que conviene tomar como tal. En realidad, su maravilloso largometraje funciona gracias a personajes de carne y hueso, con pasiones, debilidades y ambiciones fascinantes.

Resulta difícil no dejarse llevar por ese amor juvenil que nace entre el aventurero Jack Dawson (Leonardo DiCaprio) y la joven casadera de buena familia Rose DeWitt Bukater (Kate Winslet).

Sabemos que su historia de amor será sometida a todos los avatares posibles, y por ello este melodrama nos atrae, nos conmueve y también nos divierte.

En 1995, Cameron descendió hasta las profundidades donde reposa el pecio del Titanic para filmar sus restos. En lo sucesivo, esa fascinación del realizador por el gigantesco trasatlántico fue en aumento, y desde entonces ha investigado todo lo posible en torno a esa tragedia ocurrida en 1912, en la que murieron cerca de 1.500 pasajeros.

Entre sus fuentes de información, figura el libro Titanic: An Illustrated History, de Don Lynch y Ken Marshall, cuya pesquisa fue de gran utilidad para desarrollar el guión. Otra referencia han sido las entrevistas a expertos y a una superviviente, Eleanor Johnson.

Visto en pantalla, ese barco que ahora se desintegra a a 4.000 metros de profundidad adquiere vida como si nunca lo hubiese hundido un iceberg. Nos cuentan que todo es ilusión: grandes maquetas y un decorado construido a escala en Playas de Rosarito, en Baja California, e innumerables recreaciones virtuales de la firma Digital Domain.

Poco importa. El resultado en pantalla es tan creíble como absorbente, y no creo que nadie se detenga a pensar si este o aquel plano es real o fruto de algún sortilegio informático.

Tan caro ha sido el proyecto que Paramount Pictures y 20th Century Fox tuvieron que sumar fuerzas para financiarlo. Y aunque muchos agoreros, a lo largo de los últimos meses, se han empeñado en anunciar un desastre sin paliativos, lo cierto es que Cameron demuestra que el suyo es un caballo ganador, destinado a permanecer entre las grandes experiencias que nos ha brindado a lo largo del siglo ese invento al que llamamos cine.

«Para obtener el realismo que yo quería –dice Cameron en El Mundo–, había que construir la reproducción casi exacta del Titanic, que era como un edificio de 75 pisos a lo largo, y recrear los interiores hasta el último detalle, y contratar a más de un centenar de especialistas… Pero no sólo eso: los sentimientos también tienen un precio en el cine. Volvemos a lo de antes: una película es una ecuación entre dólares y emociones. Lo explico con un ejemplo. Para dar el tono épico y romántico a la película era absolutamente necesaria la escena de los dos amantes besándose en la proa. La toma final había que hacerla desde un helicóptero, y esos 20 segundos nos iban a salir por 125.000 dólares. De alguna manera, estás poniendo precio a una sensación, que es la que yo quiero provocar en el espectador».

Todo el reparto está sensacional, desde Billy Zane en la piel del detestable Caledon Nathan «Cal» Hockley hasta Frances Fisher como la estirada Ruth DeWitt Bukater, pasando por Bill Paxton (el cazatesoros Brock Lovett), David Warner (Spicer Lovejoy), Kathy Bates (Margaret «Molly» Brown), Victor Garber (Thomas Andrews, el constructor del buque), Bernard Hill (el capitán Edward John Smith), Jonathan Hyde (Joseph Bruce Ismay, el director de la White Star Line) y el joven Ioan Gruffudd (el oficial Harold Lowe).

Dicen que el rodaje ha sido durísimo, y que los 138 días previstos se han prolongado hasta llegar a las 160 jornadas más agotadoras que recuerda el equipo. En ocasiones, el equipo ha trabajado en el agua, a temperaturas muy bajas, entre turbinas y bombas hidraúlicas.

Créanme, ha merecido la pena, por mucho que haya quien critique la disciplina militar del realizador a la hora de manejar la descomunal logística del rodaje. Una película tan espléndida y novedosa como ésta justifica semejante esfuerzo.

Dejo para el final la hermosa banda sonora de James Horner, cuyo tema principal, «My Heart Will Go On», interpretado por Céline Dion, está destinado a convertirse en un standard que seguiremos escuchando en los años venideros.

Sinopsis

Nada en este mundo supera el espectáculo épico y la conmovedora grandeza de Titanic. Ganadora de 11 Oscars, incluyendo Mejor Película, esta fascinante historia de amor ha calado en lo más profundo del corazón de los espectadores de todo el mundo, convirtiéndose en la película de más éxito de todos los tiempos.

Leonardo DiCaprio, superestrella internacional, y la nominada al Oscar, Kate Winslet, iluminan la pantalla interpretando a Jack y Rose, los jóvenes amantes que cruzan sus destinos en el viaje inaugural del insumergible R.M.S. Titanic.

Pero cuando el fatídico crucero de lujo choca contra un iceberg en el gélido Océano Atlántico Norte, su apasionado encuentro amoroso se convierte en una desesperada carrera por ¡sobrevivir!

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Coyright de sinopsis e imágenes © Paramount Pictures, 20th Century Fox. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.