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Crítica: «The Party» (Sally Potter, 2017)

Una película actual en blanco y negro y con 71 minutos de duración. Sólo por eso, The Party se merece nuestro aplauso, pero es que además se trata de un film “de actores” donde dan lo mejor de sí mismos intérpretes del calibre del Kristin Scott ThomasTimothy Spall o Patricia Clarkson.

Tras la cámara, la veterana Sally Potter (Orlando) presenta un film de naturaleza teatral, una de esas películas en las que una reunión de amigos acaba como el rosario de la aurora a medida que van revelándose secretos que se guardaban unos a otros. Todo un subgénero de larga tradición, que sigue funcionando a las mil maravillas, como demuestra el enorme éxito de Perfectos desconocidos (Álex de la Iglesia, 2017).

Aunque los dramas y rifirrafes de los personajes responden principalmente a asuntos sentimentales, en The Party hay una gran carga de sátira social. Sally Potter, en su labor de guionista, no se corta un pelo a la hora de criticar y hacer mofa de todo tipo de asuntos, desde el sistema sanitario británico a la hipocresía de determinada especie de intelectuales y progresistas de profesión, personajes acomodados que, a la hora de la verdad, son todo lo contrario de lo que hacen ver a los demás (e incluso a sí mismos).

¿Es The Party un ejercicio de misantropía? Sí, en cierto modo, pero Sally Potter tampoco se plantea deprimir al público, ya que enfoca la película como una comedia oscura, que no persigue reproducir conductas realistas. Los personajes ni se comportan ni hablan de manera “normal”, sino que lanzan discursos, reflexiones y análisis acerca de diversos temas, mientras la trama va dando bruscos giros. Destaca entre todos los personajes el interpretado por Patricia Clarkson, una sarcástica máquina de insultar que casi funciona como coro griego de la función.

Para ser sinceros, la sátira de The Party resulta a ratos demasiado obvia y desgastada. Cuando se le pilla el truco (y eso sucede pronto), uno ya sabe por dónde van a volar los cuchillos y cuáles serán las revelaciones de los personajes, si bien se lanza alguna que otra ocurrencia divertida acerca de este mundo actual tan incomprensible en el que vivimos, como ese momento en el que se habla de “post-postfeminismo”.

Nos hallamos ante una obra británica, pero casi podríamos calificar a The Party como un entretenido sainete que hace pensar, aunque sin tener que esforzar la sesera. ¿Un post-sainete?

Sinopsis

Janet (Kristin Scott Thomas) acaba de ser nombrada ministra del Gobierno y por ello varios amigos se reúnen en una fiesta para celebrar su nombramiento. Sin embargo, lo que comienza como una celebración terminará como una verdadera tragedia.

Con catorce años, Sally Potter hizo su primera película en 8mm dejando intuir a tan temprana edad su gran talento. En 1992 Orlando, la valiente adaptación de Potter del clásico de Virginia Woolf, fue nominada a dos premios Oscar®. A este largometraje le siguen otros como La lección de tango (1996), Vidas furtivas (2000), Yes (2004), Rage (2009) y Ginger And Rosa (2012). Sally Potter también ha dirigido multitud de cortometrajes (incluyendo Thriller y Play), series de televisión, y óperas. Además, ha trabajado como coreógrafa, músico, haciendo performance y cine experimental.

Notas de la directora

The Party es una comedia envuelta en tragedia, en la que una celebración amistosa se convierte en cuestión de segundos en un violento encuentro. Una semana puede ser mucho tiempo en política, pero unos minutos pueden ser cruciales en una relación personal. Bajo una presión extrema en un ambiente de confianza, los secretos más recónditos salen a flote sin filtros. Este es el abismo que yo investigué como escritora. Quería invitar al espectador a la carcajada siendo testigo, a través de la inquisitiva lente de la cámara, de este grupo de personas que penden de un hilo para preservar su propio partido, oscilando constantemente entre lo moralmente correcto y lo políticamente aceptado. The Party se concibió como una película reducida a los elementos esenciales, para mí el hecho de trabajar en un solo espacio y en tiempo real era una virtud. Además, rodamos en blanco y negro y sin efectos especiales.

Estas herramientas, aparentemente tan sencillas, llevaban el peso de contar toda la película. Con esta forma de trabajo, los elementos están muy expuestos. No hay lugar donde esconderse cuando se trabaja con ingredientes tan primarios como la historia, los personajes, el blanco y negro, las voces y la música. La cámara se adentra en las sombras y mira fijamente a las carasde unos personajes en pleno momento de crisis: una crisis que empuja a cada uno a contar la verdad. Estoy muy agradecida ya que el elenco fue magnífico, unos actores que se lanzaron al proceso creativo con amor y disciplina. En el momento actual donde los acontecimientos del mundo nos hacen a todos querer llorar, tuvieron la valentía de ponerse al servicio de la risa y su poder curativo.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

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Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).