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Crítica: «Stake Land» (Jim Mickle, 2010)

Cuando una letal epidemia de vampiros logra devastar la civilización y pone en peligro a miles inocentes, un adolescente y su protector tienen que poner tierra de por medio.

El chico se llama Martin, y al tipo duro que le puso a salvo le llaman “Mister”. Su ruta tiene un destino, el Norte. Al fin y al cabo, dicen que el frío clima canadiense mantiene a raya a los chupasangres.

Uno puede imaginarse muchas cosas al pensar en el apocalipsis, pero es probable que todas ellas aparezcan en Stake Land. De hecho, la película de Jim Mickle es el sueño de cualquier pesimista hecho realidad.

Estados Unidos parece un cementerio postnuclear, donde las bandas de merodeadores acaban la tarea destructiva de los vampiros. Gracias al ejemplo de oportunistas como ellos, una hermandad fundamentalista se ha convertido en un peligro tan letal como el de los hijos de la noche. Liderada por Jebedia Loven (Michael Cerveris), esta milicia radical considera que la plaga forma parte de los planes de Dios.

En cierto modo, parece que Micke hubiera querido reescribir La carretera tras haber leído Soy leyenda, de Richard Matheson.¿Puede la infección vampírica ser tan demoledora como el desplazamiento de las placas continentales? Ya lo creo que sí.

Para convencerse de ello, basta con seguir la narración de Stake Land. El horror, las emociones primarias y el afán de supervivencia son sólo el pilar sobre el que apoya esta fascinante película donde –creedme– no hay ninguna esperanza a la que aferrarse a no ser que uno sea capaz de construir una barricada a tiempo.

Nick Damici está sensacional en el papel del cazavampiros «Mister», y no se queda atrás Connor Paolo en la piel del joven Martin.

Danielle Harris da vida a Belle, una joven embarazada cuyo miedo pasó de ser extremo a incontrolable, y Kelly McGillis encarna a la monja que sufre una crisis de espiritualidad cuando las circunstancias se oscurecen trágicamente.

Impecable en su puesta en escena, con un relato poderoso y fluido, Stake Land es una de esas películas de terror que va más allá del género para convertirse en algo más. Sin duda, nos hallamos ante la que será una película de culto en años venideros.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Glass Eye Pix, Belladonna Productions, Off Hollywood Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.