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Crítica: «Poltergeist» (Gil Kenan, 2015)

No es difícil lograr que el público se aterrorice ante la visión de un loco que tortura y mata a algún desgraciado. O causar pesadillas mostrando a una dulce niña poseída por un demonio que la transforma en un monstruo. Lo que sí es difícil es conseguir que mucha, MUCHA gente adquiera una fobia nueva y absurda a la “niebla” de la televisión sintonizada en un canal sin señal.

Ese fue uno de los múltiples logros de Poltergeist, icónica película de 1982 oficialmente dirigida por Tobe Hooper, aunque en realidad, a estas alturas, no queda casi nadie que no admita que es un film de Steven Spielberg.

¿Es Poltergeist un clásico? Yo me atrevería a decir que sí. Por supuesto, el film tiene sus detractores, quienes acusan a la película de ser demasiado ñoña, de abusar de los efectos especiales o de carecer de muertes violentas. Quizá tengan razón, pero tiene mucho mérito calar tan fuerte en la audiencia con una película de miedo en la que no muere nadie.

He de admitir que Poltergeist me aterrorizó durante toda mi infancia, precisamente porque no la había visto todavía. Yo era un niño muy timorato y no veía películas de terror, pese a mi amor por los monstruos (Mi película favorita era Gremlins, pero yo no era consciente de que prácticamente era un film de terror). En esas circunstancias, mi fértil imaginación infantil creó la película más terrorífica de todos los tiempos dentro de mi mente.

Cuando por fin me armé de valor y empecé a consumir cintas de terror, a medida que las iban emitiendo en la tele, Poltergeist fue como un rito de iniciación. Sí, pasé miedo, pero lo que experimenté más bien fue un sentimiento de euforia, y es que Poltergeist no es sólo un film de terror: tiene fantasía, tiene aventuras, drama, espectáculo, comedia, romanticismo, sátira… y todo prácticamente sin salir de un chalet.

Ante todo, Poltergeist es una prueba más del talento cinematográfico de Spielberg, una cinta donde priman los sentimientos –de todo tipo– y las imágenes poderosas, acompañadas por una alucinante banda sonora de Jerry Goldsmith.

¿Por qué hablo tanto del Poltergeist de 1982? Pues porque apenas merece la pena hablar de este remake. El típico remakeactual: de aspecto barato, rodado sin estilo y sin ganas, nada imaginativo y de usar y tirar. Un film de aspecto televisivo, una película irrelevante que apenas llega a existir.

Es una pena que Sam Raimi y Rob Tapert, tipos a los que tanto respeto por otras cosas, aparezcan como productores de esta birria. Su productora Ghost House se ha especializado en remakes innecesarios e inferiores a los originales, como fueron El grito o Posesión infernal, lo cual no deja de ser una mancha en el brillante expediente de estos señores.

También sorprende lo grisáceo de la realización, ya que el director Gil Kenan hizo un buen trabajo en 2006 con su película de animación Monster House, notable film de terror para todos los públicos, con otra casa encantada como protagonista.

Con los actores pasa tres cuartos de lo mismo. Hemos visto a Sam RockwellJared Harris o Jane Adams llevando a cabo excelentes interpretaciones en otras películas, pero en Poltergeist apenas hay dirección de actores. Los personajes protagonistas, muy al contrario que en el film original, no parecen demasiado afectados por lo pesadillesco y estresante de la situación, al menos no de una manera realista. Y los niños, en lugar de parecer niños, parecen niños actores.

La película, pese a su insulso estilo, comienza de una manera más o menos interesante: mostrando cómo son los cuarentones de la Generación X. Vemos a una familia en estos tiempos de crisis, con los padres desempleados, que se ven obligados a mudarse a una casa más barata (barata porque proviene de un desahucio). Aquí es donde comprobamos las diferencias entre España y Estados Unidos: un parado español se tiene que volver con sus padres, alquilar una habitación sin ventanas o vivir debajo de un puente, mientras que en Estados Unidos te tienes que conformar con un chalet de varias plantas y con jardín.

La gracia del asunto es comparar a este modelo de cuarentones con los baby boomers del film original, triunfadores en lo económico, de pasado más o menos hippy pero aburguesados con los años (excepcional la escena del dormitorio donde los padres comparten un porro mientras el paterfamilias lee una biografía de Reagan).

Por lo demás, el remake sigue el argumento del largometraje de 1982 con pequeños cambios, como los nombres de los personajes, la sustitución de la médium Tangina por una suerte de Tristanbraker televisivo, la introducción de un par de escenas más o menos inspiradas en las secuelas de Poltergeist y la eliminación de algunos de los momentos más intensos y memorables del original (la piscina, La Bestia…)

Poltergeist (2015) es un film hecho para ganar algo de dinero, sin gastarse mucho (bochornosos efectos digitales), aprovechando un título que todo el mundo conoce, aunque sea de oídas. Es una película destinada al público y la crítica menos exigentes, esos dispuestos a conformarse e incluso celebrar la mediocridad. Personas que son, en última instancia, los principales responsables del bajo nivel del cine actual.

Sinopsis

Una joven familia recibe la visita de fantasmas en su propia casa. Al principio las apariciones parecen amistosas, mueven objetos en la casa, lo que divierte a sus ocupantes. Pero entonces se vuelven agresivos y comienza una espiral de terror que termina con la desaparición de la hija pequeña.

El origen de Poltergeist es un guión de David Lindsay–Abaire, ganador en 2007 del Premio Pulitzer de Teatro con su obra «Rabbit Hole». Lindsay–Abaire es famoso por crear personajes muy interesantes mediante líneas argumentales complicadas y articuladas en varios niveles.

El director Gil Kenan recuerda que «cuando leí el guión de David comprendí que había una forma de dar vida al relato de Poltergeist y, por medio de él, crear una historia moderna y aterradora sobre una acorralada familia norteamericana».

El productor Sam Raimi observa que Kenan fue la opción ideal para dar vida al argumento. «Gil tiene mucha experiencia en la creación de sobresaltos y suspense, como hizo con [su exitoso largometraje de animación] Monster House. Esa película presentaba escenas de suspense… para, a continuación, sorprender al público con una broma inesperada. Algunas veces, Gil creaba suspense, había un instante en el que nada ocurría y luego daba el gran susto».

«El arte de la creación de suspense consiste en elegir el momento y la forma de lograrlo y en responder a las expectativas del público», prosigue Raimi. «Gil se ha convertido en un maestro y creo que Poltergeist verdaderamente va a mantener al público en vilo».

Tanto Poltergeist como el original de 1982, embarcan al público en una montaña rusa de emociones y miedo mediante la historia del secuestro de la hija más pequeña de una familia por unas fuerzas sobrenaturales y cada vez más hostiles. El resto del clan se entrega a una dura lucha para recuperarla sana y salva.

Pero la nueva película actualiza el punto de vista, el lugar y los personajes del relato.

A diferencia del Poltergeist original, ambientado en una época de bonanza económica durante los años ochenta, esta película se sitúa dentro del ideal norteamericano –marginado y que se debilita por momentos– al que llamamos urbanizaciones de las afueras. Una comunidad en decadencia, formada por casas idénticas de tres dormitorios, jardines descuidados y vallas de tela metálica situada en un barrio de Illinois, crea la escena para los desprevenidos protagonistas: la familia Bowen. Recuerda al público que la vida en las afueras puede en ocasiones estar muy lejos de la comodidad y la seguridad.

«A principios de los ochenta nadie dudaba sobre la conveniencia de mudarse a una urbanización, pero la vida contemporánea en esas zonas brinda un perfecto contraste porque su brillo y su distinción superficiales han desaparecido», dice Kenan. «Nuestros personajes han tratado de llevar la prototípica vida de una urbanización, pero han errado el tiro y parten de una situación inestable. Si añadimos a este ambiente el drama básico de las apariciones sobrenaturales y el secuestro de una niña, estamos preparados para lo inesperado».

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Metro–Goldwyn–Mayer, Ghost House Pictures, Vertigo Entertainment, 20th Century Fox. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).