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Crítica: «Morbius» (Daniel Espinosa, 2022)

La cultura pop adora el reciclaje. Eso explica que, durante los años setenta, los cómics de superhéroes volvieran la mirada hacia el panteón gótico de los viejos monstruos. Marvel tomó buena nota e incluyó en la revista Vampire Tales (junio de 1973-junio de 1975) las peripecias de Morbius el Vampiro Viviente, creado por Roy Thomas y Gil Kane como antagonista del Hombre Araña (The Amazing Spider-Man nº 101, octubre de 1971). En la misma cabecera, se dio a conocer Satana, la Hija del Diablo, ideada por Roy Thomas y John Romita Sr. (Vampire Tales nº 2, octubre de 1973), y afiló sus estacas Blade, el cazavampiros, un personaje de Marv Wolfman y Gene Colan que debutó en otra publicación muy similar, La Tumba de Drácula nº 10 (julio de 1973).

El cine actual parece sometido al mismo centrifugado de fórmulas que el tebeo de aquellos años. De ahí que no sea sorprendente el estreno de Morbius, una cinta que pretende aterrizar en el mismo universo que Venom y Venom: Habrá Matanza, aunque de manera más bien torpe y accidentada.

Como sucedía en la historieta original de Thomas y Kane, el film de Daniel Espinosa da la sensación de que quiere aportar nuevas ideas terroríficas, pero en este caso, acaba con el agua al cuello por culpa de un guion sin objetivos y de un protagonista sin carisma ni densidad emocional.

El atractivo que ejerce el film, si nos centramos solo en lo bueno, reside en un consistente equipo técnico, que cuida la factura y genera un resultado visualmente digno y ajustado a sus límites presupuestarios.

Por desgracia, varias cosas importantes perjudican a Morbius. Para empezar, casi nunca funcionan los escarceos con el horror. La historia que nos cuenta se va tiñendo con tinte gris, y esa falta de intensidad conduce a un relato anodino, carente de pasión e incapaz de desafiar a un público exigente.

Además, como historia de origen, exhibe un formulismo decepcionante. A su lado, las dos películas de Venom resultan mucho más atractivas. Y es una lástima, porque no era tan difícil sacarle partido a este antihéroe híbrido, capaz de exultantes acrobacias, siempre dispuesto a precipitarse desde las azoteas y sumido en un peligroso dilema, al estilo del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

Aunque la película cuenta con un reparto interesante (Matt Smith, Adria Arjona, Jared Harris…), pierde la fe en sí misma y se aferra a lo peor que puede utilizar un film de superhéroes: una seriedad afectada y declamatoria. En particular, esto último se advierte en los gestos de Leto, que oscilan entre el «No sabes cuánto me arrepiento» y el «Que no me entere yo».

Obviamente, no se trata de que estas películas sean algo así como un fin de fiesta, pero a estas alturas, no creo que sea posible vender a una figura como Morbius solo a base de explotar su imagen traumatizada. Y no es que el film sea una decepción porque nos esperásemos otra cosa (eso sería injusto), sino porque, como decía, su trama parece salida de una cadena de montaje.

Aunque el director sueco Daniel Espinosa abraza sin reservas el estilo trepidante (o apresurado) que se requiere en este tipo de lanzamientos, eso no corrige los problemas del guion, y menos aún, el pulso emocional de una aventura que culmina en un clímax tan rutinario como superfluo.

Quizá haya un futuro para Morbius. Acaso el personaje tenga un mejor desempeño en futuras películas del Spider-Verso. Así podremos olvidar a este Jared Leto que trata de ser profundo y fatalista, pero que solo consigue resultar cargante y más bien aburrido.

Sinopsis

Michael Morbius es uno de los personajes más cautivadores y conflictivos del Universo de Marvel de Sony Pictures, que llega a la gran pantalla de la mano de Jared Leto transformado en el enigmático antihéroe. El doctor Morbius tiene una extraña enfermedad sanguínea y, resuelto a salvar a otros que corren su misma suerte, decide arriesgar el todo por el todo. De primeras parece un éxito clamoroso, pero hay algo oscuro que se desata dentro de él. ¿Podrá su parte buena anteponerse a la mala? ¿O sucumbirá ante sus inquietantes nuevas necesidades?.

“Me interesan los papeles en los que me puedo transformar. Transformar física, mental y emocionalmente” dice Jared Leto, conocido sin duda por sus impresionantes transformaciones. Desde su oscarizado papel de Rayon en Dallas Buyers Club al de Paolo Gucci en La Casa Gucci, Leto se fusiona con sus personajes, trayéndolos a la vida de forma emotiva, terrorífica o enigmática, pero inolvidable siempre.

En esta nueva película de Marvel, Leto saca a la palestra todos estos elementos para interpretar al brillante doctor Morbius, que tiene una terrible y letal enfermedad sanguínea y está decidido a encontrar su cura. Morbius descubre no solo la cura a la enfermedad, sino la forma de adquirir una fuerza y poder inimaginable, pero a un terrible coste: una incontrolable sed de sangre humana.

“He interpretado al doctor Michael Morbius mostrando desde su lado más frágil al más poderoso y monstruoso” continúa Leto. “Tiene mucho rango, así que ha sido algo muy divertido de hacer. No es solo que la película tenga acción y lucha, el papel en sí también me ha pasado factura. Cada vez que lucha contra su aflicción está en una encrucijada entre distintas las partes de su ser. Es como un proceso de abstinencia, algo que experimenta por todo el cuerpo”.

Jared Leto es el único actor que puede interpretar bien a Morbius. En realidad no ha sido una elección, prácticamente estaba predestinado” dice el director Daniel Espinosa.

“Michael Morbius pasa por varias transformaciones en esta película” dice el productor Lucas Foster. “Empieza siendo alguien con pocas esperanzas de supervivencia. Empieza a hacer experimentos, empujando los límites y tomando decisiones que están en el borde de la ética médica, aunque acaba consiguiéndolo. De hecho, no solo cura su enfermedad. El tratamiento hace que se ponga en excelente forma física. Pero también sufre una transformación inesperada: se convierte en un monstruo, con habilidades y necesidades imposibles de controlar”.

“Morbius está buscando una cura para su enfermedad. La va a encontrar, sin importar lo que le cueste a él o a la sociedad” añade Espinosa. “Y en el proceso se acaba convirtiendo en algo que detesta. Tiene que aceptar la oscuridad de su interior, y eso es algo muy bonito. Esa es su fortaleza, lo que le hace único”.

Morbius está cada vez más desesperado en su investigación, lo que le lleva a combinar ADN humano con el de un murciélago vampiro, el único mamífero que se alimenta exclusivamente de sangre y que ha evolucionado hasta desarrollar anticoagulantes, una mutación genética que cree que podría curar su enfermedad. El tratamiento no solo le cura, sino que le da una fuerza sobrehumana, la agilidad de un atleta olímpico y hasta el sentido de ecolocación de los murciélagos, la habilidad de posicionar objetos en el espacio con el sonido. Aunque la cura también le transforma en un monstruo sediento de sangre, una criatura espantosa con unas necesidades que controla a duras penas.

“Es una criatura terrorífica” dice Foster. “Tiene unas necesidades que no son humanas, y el doctor Morbius tiene que hacer frente a las consecuencias de tener un monstruo en su interior”.

“Es la humanidad inherente del personaje lo que le hace tan cautivador, esa dualidad entre hombre virtuoso y criatura salvaje” comenta Espinosa, que se autodenomina el segundo mayor seguidor de cómics de Suecia. “Michael Morbius es uno de los personajes más altruistas del Universo de Marvel. Es uno de los pocos que realmente cree en el bien. Es un hombre bueno con una enfermedad horrible, y en su intento de salvarse a sí mismo y a otros acaba convirtiéndose en un monstruo”.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Marvel Entertainment, Sony Pictures Entertainment. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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