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Crítica: «Los Croods» (2013)

Los Croods es una explosión de optimismo, ternura y buen humor, resuelta con una paleta de colores admirable y con un dinamismo que, por fortuna para nosotros, remite a los clásicos del cine cómico de dibujos animados. Los responsables de esta divertidísima fantasía prehistórica son Chris Sanders, realizador de títulos como Lilo & Stitch y Cómo entrenar a tu dragónKirk DeMicco y el Monty Python John Cleese. Por si no les bastan esas credenciales, a continuación les doy otros argumentos.

Sin ir más lejos, fíjense en el reparto de voces en la versión original. Nicolas Cage interpreta al patriarca del clan de neandertales que protagoniza el relato, Grug Crood. Con esta actuación, Cage logra que nos olvidemos –aunque sea por unas horas– de los recientes desvaríos de su carrera.

Emma Stone encarna a Eep Crood, la hija de Grug: una joven inquieta que no acepta ver a su familia encerrada en una cueva, temiendo a todo aquello que les rodea.

Ryan Reynolds presta su voz a Guy, un neandertal nómada que conoce casualmente a Eep, en un encuentro que ha de cambiar las vidas de ambos para siempre.

La musa del cine independiente, Catherine Keener, interpreta a Ugga Crood, la esposa de Grug, y la gran Cloris Leachman da vida a la madre de ésta. A Leachman, que debutó en el cine en los años cuarenta, los cinéfilos la recordarán por sus inefables papeles en títulos como El beso mortal (1955), La última película (1971) y El jovencito Frankenstein (1974).

Todos ellos se lucen en esta comedia de aventuras, diseñada con una exuberancia y un detallismo poco habituales en la animación contemporánea.

Sanders y DeMicco han optado por alejarse del realismo, y nos sitúan en una era de la evolución que parece el delirio de un genetista. Así, los Croods se las tienen que ver con bestias tan imaginativas como un mastodonte moteado como un leopardo, un enorme tigre de dientes de sable cuyo pelaje tiene el colorido de un guacamayo y unos híbridos de periquito y piraña.

Eso por no hablar de los prodigiosos escenarios que recorren los personajes: más próximos al lisérgico universo de Avatar que a cualquier paisaje antediluviano.

El peculiar sentido del humor de la cinta tiene relación con su desarrollo. En un principio, el borrador de John Cleese y Kirk DeMicco iba a ser rodado por Aardman Animations mediante la técnica del stop-motion. De esa etapa provienen todos sus elementos surrealistas, más cercanos al mundo de los Monty Python. Posteriormente, los estudios Aardman dejaron el proyecto, y éste se reinventó como un largometraje de animación en 3D, producido en solitario por DreamWorks. Chris Sanders rescribió el guión, y quiero pensar que en ese punto se incluyeron los ingredientes que me parecen más próximos a otro film de SandersCómo entrenar a tu dragón.

En cualquier caso, al margen de estas especulaciones, lo cierto es que nos hallamos ante un espectáculo familiar de primera categoría: una frenética montaña rusa en la que la comicidad prima sobre cualquier otra virtud.

Dejo para el final la partitura de Alan Silvestri: un espléndido festín de homenajes en el que se reconocen multitud de referencias, desde Tusk, aquella imponente canción que Fleetwood Mac interpretó junto a la University of Southern California Trojan Marching Band, hasta la eterna Overtura 1812 de Tchaikovsky.

Sinopsis

Los Croods es una aventura cómica en 3D que sigue los pasos de la primera familia moderna del mundo durante el viaje de su vida. Cuando la caverna que siempre ha sido su hogar es destruida –al igual que el resto de su mundo poco después– los Croods se ven obligados a emprender el primer viaje familiar por carretera (o más bien sendero). Sacudidos por choques generacionales y por movimientos sísmicos, los Croods descubren un increíble nuevo mundo, lleno de fantásticas criaturas, y un futuro que supera cuanto habían imaginado.

La dinámica familiar de los Croods, aunque se desarrolla hace unos pocos millones de años, parece como si hubiera salido de nuestro propio hogar. Como la mayoría de los padres, el patriarca, Grug (Nicolas Cage), es un feroz protector de su esposa y sus tres hijos. Su actitud archivigilante ha mantenido a su cavernícola familia a salvo, protegida y… aburrida a más no poder.

La media naranja de Grug, Ugga (Catherine Keener), firme y consciente de sus deberes, acepta la mentalidad de su esposo, quien sostiene que “el miedo es bueno; el cambio es malo”, al igual que el hijo de ambos, Tonk (Clark Duke), que está contento con la inalterable situación.

La batalladora suegra, Abu (Cloris Leachman), nunca se cansa de pinchar (o, en ocasiones, de agredir) a Grug; el pequeño Sandy, duro como una piedra, aún podría ser el más temible de los Croods.

Pero dejemos que una adolescente rebelde (¿existe, acaso, algún otro tipo de la especie?) se resista a la autoridad paterna. A Grug no le preocupa nada más que sobrevivir, pero Eep (Emma Stone) quiere realmente vivir, y su curiosidad acerca del mundo de fuera de su caverna choca con las primitivas normas de su papá. (Eep, perpetua inadaptada y rebelde, se hace con su propio saliente en el que dormir, mientras que el resto de los Croodsse amontonan unos encima de otros para echar un sueñecito familiar).

Un cataclismo obliga a los Croods a correr el riesgo de adentrarse en tierras desconocidas y a repensar su forma de vivir. En el camino se tropiezan con Chico (Ryan Reynolds), cuyos fascinantes descubrimientos –como el fuego… y el calzado– alteran a los Croods de forma inesperada.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de sinopsis e imágenes © DreamWorks Animation SKG. Cortesía de Hispano Foxfilm. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.