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Opinión de La Sirenita

Crítica: ‘La Sirenita’ (2023)

Hubo un tiempo en el que la opinión sobre las películas se consolidaba después y no antes de su estreno. Buena parte de la cultura pop de más calidad pervive gracias a esa cautela. Los prejuicios y la anticipación solo alimentan el ruido. Es el público que paga finalmente su entrada quien organiza ‒y debe organizar‒ esa jerarquía, muchas veces en contra de la opinión de una crítica que hoy se decanta por la melancolía o el cinismo.

Esta evidencia resulta de especial interés cuando pensamos en La Sirenita. Empieza a ser habitual que los lanzamientos que llegan a la rampa de salida estén condenados o bendecidos de antemano. Hay un efecto ‘bola de nieve’ en el que se suman las redes sociales y el seguidismo de los críticos que repiten lo que otros han dicho, sobre todo para no desentonar en el debate público.

Pues bien, en el caso que nos ocupa, esta inercia ha hecho que el fervor opinativo alcanzara su máxima intensidad cuando nadie había visto aún la película. Y la realidad es que no es fácil ir en contra de esa corriente. Para empezar, La Sirenita de acción real es un producto extremadamente tradicional, con unas dosis de romanticismo clásico que contradicen a quienes insistían en que esto sería un festival woke.

No solo eso. Halle Bailey, en el papel protagonista, transmite la inocencia y la pureza de espíritu que era el santo y seña de las antiguas princesas Disney. Por no hablar de sus cualidades como cantante, especialmente necesarias en un musical.

Rob Marshall sabe cómo manejar un artefacto de estas características, como ya demostró en El regreso de Mary Poppins y en Into the Woods. Los números musicales son muy vistosos y el dinamismo de la película no decae. Por supuesto, el espectador está en su pleno derecho de pensar que estos remakes con CGI son innecesarios, pero luego nos tocará explicar por que funcionan tan bien en taquilla, sobre todo entre espectadores de otra generación, acostumbrados a distintos códigos narrativos.

Hay una evidente tensión entre lo que, originalmente, eran dibujos animados y ahora deriva en fotorrealismo digital. Pero esto solo se resuelve en clave generacional. Quienes nos educamos con la animación clásica, solemos aceptar peor estos espectáculos perfeccionados con ordenador. Por el contrario, las nuevas audiencias agradecen que todo el encuadre esté lleno de píxeles.

Por otra parte, cuidado con idealizar el pasado: no olvidemos que, cuando se estrenó La Sirenita de los ochenta no faltaron los que acusaban a esta cinta ‒hoy alabada como un clásico indiscutible‒ de disneyficar el trágico cuento de Hans Christian Andersen.

Aunque este remake cae en el pecado de muchas superproducciones ‒el exceso de metraje‒, posee importantes virtudes: una partitura impecablemente renovada, exuberancia en la puesta en escena y un sólido reparto, con Jonah Hauer-King muy bien elegido como el príncipe Eric, Melissa McCarthy como la malvada bruja marina Ursula y Javier Bardem como el atormentado rey Tritón.

Por supuesto, esta Sirenita también puede calificarse como un subproducto de esa utopía racializada de ahora defiende Disney. Sin embargo, lo cierto es que aquí nos encontramos con un film prudente y ligero que, en todos los órdenes, está más cerca de lo que proponía la Casa del Ratón hace cuarenta años. Supongo que hay que ser un crítico anglosajón, inmerso en la cultura woke, para buscarle interpretaciones políticas al asunto. Desde luego, no es mi caso.

Sinopsis

La Sirenita es la reinvención en acción real del musical clásico animado de Disney ganador del Oscar®. Inspirada en el cuento intemporal de 1837 del escritor danés Hans Christian Andersen, es la historia por excelencia de un outsider con la que todos podemos identificarnos.

En manos del visionario realizador Rob Marshall, La Sirenita es una historia íntima ambientada en un contexto épico, que nos sorprende con un mundo fotorrealista increíblemente hermoso que se encuentra bajo el mar. Este musical para la gran pantalla es ambicioso en su escala pero también está basado en la realidad y cuenta con un reparto estelar de enorme talento que incluye a Halle Bailey como Ariel, Jonah Hauer-King como Eric, Daveed Diggs como Sebastián, Awkwafina como Scuttle, Jacob Tremblay como Flounder, Noma Dumezweni como La Reina, Art Malik como Sir Grimsby, Javier Bardem como el Rey Tritón y Melissa McCarthy como Úrsula.

La Sirenita está dirigida por Rob Marshall con guion de David Magee. Las canciones tienen música de Alan Menken y letras de Howard Ashman, con nuevas letras de Lin-Manuel Miranda.

Ambientada en la década de 1830 en las aguas de una isla ficticia del Caribe y alrededor de ella, Ariel es una valiente sirena de 18 años con una hermosa voz y una enorme sed de aventura. Es la hija menor del Rey Tritón, que gobierna los océanos desde su reino submarino y es la más rebelde de sus hijas de los Siete Mares. Frustrada por los límites que le imponen, a Ariel le fascina el mundo que hay en la superficie. El problemas es que es un mundo habitado por seres humanos y Tritón ha prohibido a todos sus súbditos que se relacionen con ellos.

Ariel se pasa el tiempo con su amigo acuático Flounder recogiendo objetos humanos del naufragio de un barco que están esparcidos por el fondo del mar y que almacena en su gruta secreta. Pero un día, haciendo caso omiso de las reglas de su padre y de las súplicas de Flounder y Sebastián, un crustáceo y mayordomo del Rey, no puede evitarlo y nada hacia la superficie para descubrir una majestuosa embarcación tripulada por el aventurero Príncipe Eric a quien rescata cuando una tormenta destruye su barco.

Al descubrir que Ariel ha viajado al mundo que hay ahí arriba, Tritón destruye todos los tesoros humanos que hay en la gruta de Ariel. Abatida pero más decidida que nunca, la destrucción de sus tesoros solo sirve para que Ariel tenga aún más ganas de saber cómo es el mundo de los seres humanos. Desesperada, Ariel hace un trato con la hermana de Tritón, la malvada Úrsula, una bruja marina temida por todos los habitantes del mar. Ariel elige renunciar a sus dones de sirena, incluido su canto de sirena, a cambio de tener piernas y de la oportunidad de conocer el mundo humano. Sin embargo, debe recibir un beso de amor verdadero antes del final del tercer día o pertenecerá a Úrsula por los siglos de los siglos.

El guion de David Magee, nominado dos veces al Oscar® (La vida de Pi, Descubriendo Nunca Jamás) reinventa y mejora la historia, trabajando a partir del cuento original de Hans Christian Andersen y del guion de la cinta de animación de Disney La Sirenita de John Musker y Ron Clements.

Según el director y productor nominado al Oscar® Rob Marshall (Chicago, El regreso de Mary Poppins), Magee, John DeLuca y él se inspiraron en el material original de Andersen y les pareció que era «una historia muy moderna sobre una chica que se siente desplazada y ve su vida de manera diferente a los que están a su alrededor. Con mucha pasión y mucho coraje, se embarca en un viaje épico de autodescubrimiento derribando muros y aprendiendo a no tener miedo del ‘otro’, que en su caso es el mundo humano”, dice Marshall. “Los temas contemporáneos que aborda este cuento me parecieron un antídoto para las divisiones del mundo y un recordatorio vital de que todos somos uno”.

“Esta es la película que me ha planteado más desafíos en toda mi carrera. De hecho, no creo que pudiera haberla hecho si no hubiera trabajado en todas mis películas anteriores”, dice Marshall. Cuando Disney y el productor Marc Platt, nominado a tres Oscar® (La La Land, El puente de los espías, El juicio de los 7 de Chicago) contactaron por primera vez a Marshall y DeLuca para que se hicieran cargo de este proyecto, su primera reacción fue: “¿Una película musical submarina? ¿Y cómo se hace eso? Nunca se ha hecho antes”. DeLuca lo reconoce: «Sabíamos que estábamos entrando en aguas desconocidas”.

Halle Bailey, de 23 años, es la mitad del dúo Chloe x Halle de R&B nominado al GRAMMY® y fue elegida para encarnar a Ariel, una luchadora sirena que vive bajo el mar. Elegir a una mujer joven de color para un papel tan icónico fue algo evidente para Marshall. “Nuestro objetivo era encontrar a alguien que fuera increíblemente apasionado, inteligente, vulnerable, con mucha fuerza y mucha alegría”, dice el director. “Cuando vi a Halle por primera vez, era muy joven y parecía una criatura sobrenatural con una voz absolutamente angelical. Además, se sentía profundamente identificada con lo que estaba cantando”. Marshall continúa diciendo: “Estábamos buscando al mejor actor para el papel. Eso es todo. Vimos a mucha gente y de todas las etnias. No había nada planeado. Como director, esperas que un actor entre y diga, ‘este papel es para mí’, y eso es exactamente lo que pasó con Halle”.

La preproducción de La Sirenita empezó en Los Ángeles en 2019. Durante ese tiempo, los encargados del storyboard trabajaron en estrecha colaboración con Marshall, el productor John DeLuca y el diseñador de producción John Myhre para crear las imágenes para los diseños de los personajes animados por ordenador y el aspecto de los decorados. Debido a que una parte significativa de la película, sobre todo lo que sucede bajo el agua, tenía que crearla de forma digital el supervisor de efectos visuales Tim Burke en la posproducción, era crucial que esas tomas estuvieran hechas antes.

Los marionetistas interactuaron con el reparto en el set mientras recreaban la acción de la historia, lo que fue muy importante por varias razones: permitir a los actores interpretar la escena con un personaje real, proporcionar referencias de iluminación para las representaciones generadas por ordenador y ayudar en la sincronización de los números musicales. Sus movimientos proporcionaron una guía sobre cómo animar a los personajes en las escenas. Después, el montador Wyatt Smith montaba las imágenes diarias para que Marshall las viera antes de pasárselas al supervisor de efectos visuales Tim Burke y su equipo. A continuación, Burke reemplazaba a los personajes de los marionetistas con versiones fotorrealistas de los personajes en la fase de posproducción.

La producción se vio interrumpida por la pandemia a principios de 2020 y se reanudó en el otoño de 2020. Después, el rodaje tuvo lugar en los Estudios Pinewood a las afueras de Londres desde diciembre de 2020 hasta la primavera de 2021 y contaba con todas las referencias de video de los personajes que iban a ser completamente digitales.

En el caso de las escenas submarinas, que al final se rodaron en platós de Pinewood, se colgaron trozos de cartón del techo para ayudar a reproducir la gruta de 19 metros de Ariel y los escenarios. Ariel va a la gruta para escapar de la vida de palacio y es donde expone todos los valiosos tesoros que ha ido recogiendo del mundo humano. Después, los escenarios definitivos de Myhre se construyeron en los mismos platós.

Los impresionantes sets totalmente terminados de las secuencias que se desarrollan en tierra se construyeron en platós totalmente nuevos de Pinewood. El plató submarino se construyó en el escenario U y el enorme barco de Eric se construyó en el tanque del paddock exterior. El set del mercado del pueblo se construyó en el plató exterior.

El reino submarino de Tritón fue diseñado con una paleta de colores profunda, fuerte, similar a un tono de joya, inspirado en corales y anémonas de verdad. Myhre diseñó lo que parece ser una bulliciosa ciudad con un guiño al skyline del Manhattan de los años 1930. Todo está hecho con preciosos pilares de coral de gran tamaño, anémonas, arrecifes y otras formaciones de coral.

Las localizaciones de Cerdeña incluyeron Cala Moresca, un muelle de pescadores y una cala en la costa noreste, donde se filmaron el pueblo de pescadores y las escenas alrededor del muelle del castillo. Rena Majore fue seleccionada como la playa de Ariel y allí se rodaron las icónicas escenas en las que rescata a Eric y emerge del agua sobre su roca. La roca en sí se hizo a medida, se transportó a Cerdeña y se colocó en el agua de ese lugar antes de la llegada del reparto. Las escenas de los carruajes con Ariel y Eric se rodaron en la escarpada costa de Rena di Matteu.

Para el director de fotografía Dion Beebe, La Sirenita fue un proyecto que planteó un gran desafío pero que también fue muy gratificante. La película se rodó con una cámara Alexa 65 y una combinación de lentes anamórficos y esféricas e implicó un trabajo complejo de grúas, múltiples cámaras, así como el uso de helicópteros y drones en localizaciones de Londres y Cerdeña.

El enfoque ‘dry-to-wet» implicaba suspender a los actores en plataformas especializadas que podían controlar su movimiento y permitirles flotar. “Contábamos con un sistema de plataformas flotantes controlado por nuestro equipo de especialistas”, dice Beebe. “Estas plataformas eran brazos de grúa que se compensaban con un arnés especial que usaban los actores, lo que les permitía moverse a través de todos los ejes perceptibles. Para igualar y, a menudo, contrarrestar el movimiento del actor, las cámaras funcionaban con brazos telescópicos de grúa de 15 metros con cabezales remotos dotados de multiejes”.

Copyright el artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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