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Crítíca: ‘Fast & Furious X’ (2023)

De todo el repertorio de franquicias que aún sostiene la exhibición en salas, la saga cuya popularidad se antoja más inverosímil es Fast & Furious. Su trayectoria inaugura un modelo de serie cinematográfica que apuesta por la mutación. Lo que empezó siendo una simple cinta de serie B con carreras callejeras ha ido absorbiendo elementos  de otros géneros (el cine de acción testosterónico, los excesos coloristas del cine de superhéroes, los vaivenes geográficos a lo James Bond y un continuo flirteo con la estética publicitaria). El resultado, sobre todo desde que en 2011 se estrenó Fast & Furious 5 (A todo gas 5), ha sido una fórmula mixta que, pese a repetirse una vez tras otra, funciona de forma explosiva en la taquilla.

Fast & Furious X es la primera parte de lo que se plantea como la peripecia definitiva de la banda familiar de Dom Toretto (Vin Diesel), fortalecida por personajes que, siguiendo otra regla de la saga, un día fueron villanos y luego se pasan al bando de los buenos.

Como en anteriores entregas, aquí asistimos a persecuciones inenarrables, por lo general incoherentes con las leyes de la física, cuyo potencial destructivo recuerda el de una película de catástrofes. Pese a que el guion es una suma de contradicciones, la simpatía nos lleva a seguir con cierta atención todo lo que ocurre en la pantalla: desde las escenas más frenéticas y demoledoras (en un sentido literal) a esos momentos en los que Toretto elogia las virtudes de su singularísima familia ampliada, en la que casi todos reproducen los estereotipos del superagente secreto y del ladrón de altos vuelos.

En términos visuales, la combinación de alardes realizados por especialistas y el CGI llegan a confundirse, de modo que, a veces, ya no sabemos dónde hay un conductor kamikaze (de carne y hueso) y dónde un automóvil virtual. Sin embargo, el director Louis Leterrier entiende cómo manejar este artefacto y consigue que la vibración no cese hasta que llegan los títulos del crédito.

La adhesión a este despliegue disparatado tiene que ver con un factor curioso: el exceso. ¿Por qué contentarse con un par de coches saltando por los aires cuando pueden ser veinte o treinta? ¿Qué impide que un bólido pueda girar a diez metros de altura y aterrizar al otro lado de una autopista? Al fin y al cabo, ese aspecto fallero y enloquecido de Fast & Furious refuerza la determinación de los fans y justifica el precio de la entrada.

En el reparto, pocas novedades, salvo un Jason Momoa delirante, enardecido y con serios trastornos mentales. Más allá de cualquier sentido de la vergüenza, Momoa encarna una simbiosis del Joker encarnado por Jack Nicholson, el Nic Cage psicópata de Cara a cara y el Blofeld de la saga Bond. En otras palabras, un súpercriminal punk que, más allá del crimen y la venganza, no tiene muy claro su lugar en el mundo.

Entiendo que la película sea solo el primer acto de una trama que ha de prolongarse en una siguiente entrega: es tal el número de cameos y de personajes heredados de anteriores películas que a algunos, incluidos los más deseosos de expectación, les cuesta quedar fuera de contexto.

Por suerte, el producto final no tiene problemas para mantener su loca e insospechada intensidad. No hace falta pedirle nada más.

Sinopsis

El final del camino comienza.

Fast & Furious X, la décima entrega de la saga Fast & Furious, es el inicio de los capítulos finales de una de las franquicias con más historia y más populares del cine, que empezó hace ahora tres décadas y que sigue arrasando con los mismos actores y personajes desde el principio.

Durante numerosas misiones más que imposibles, Dom Toretto (Vin Diesel) y su familia han sido capaces de ser más listos, de tener más valor y de ir más rápido que cualquier enemigo que se cruzara con ellos. Pero ahora tendrán que enfrentarse al oponente más letal que jamás hayan conocido: un terrible peligro que resurge del pasado, que se mueve por una sangrienta sed de venganza y que está dispuesto a destrozar a la familia y destruir para siempre todo lo que a Dom le importa.

En Fast & Furious 5, de 2011, Dom y su equipo derrotaron al notorio rey brasileño de la droga, Hernán Reyes, y acabaron con su imperio en un puente de Río de Janeiro. Pero no saben que Dante (Jason Momoa, Aquaman), el hijo de Reyes, lo vio todo y ha pasado los últimos doce años planeando cómo hacérselo pagar a Dom.

El complot de Dante desperdigará a la familia de Dom desde Los Ángeles hasta las catacumbas de Roma, de Brasil a Londres, y de Portugal a la Antártida. Aparecerán nuevos aliados y reaparecerán viejos enemigos. Pero todo cambiará cuando Dom descubra que su hijo de ocho años (Leo Abelo Perry, la serie “Black-ish”) es el objetivo escogido por Dante para saciar su sed de venganza.

Dirigida por Louis Leterrier (Furia de titanes, El increíble Hulk), protagoniza Fast & Furious X el reparto habitual formado por Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Chris “Ludacris” Bridges, Nathalie Emmanuel, Jordana Brewster, Sung Kang, Jason Statham, John Cena y Scott Eastwood, además de las oscarizadas Helen Mirren y Charlize Theron.

A ellos se unen actores de la talla de la oscarizada Brie Larson como Tess, una representante corrupta de la Agencia; Alan Richtson (la serie Reacher) como Aimes, el nuevo jefe de la Agencia que no parece sentir la misma predilección por Dom y su equipo que sí tenía su predecesor, el Sr. Nadie; Daniela Melchior (El escuadrón suicida) como una piloto callejera brasileña que mantiene un poderoso vínculo con el pasado de Dom; y la legendaria y oscarizada Rita Moreno en el papel de Abuelita Toretto, la abuela de Dom y Mia.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Original Film, One Race Films, Universal Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.