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Crítica: «La red social» (David Fincher, 2010)

Sencillamente espléndida. Escrita por Aaron Sorkin con inteligencia y un acerado sentido del humor, La red social es un testimonio de excepción sobre el fenómeno de Facebook, y además se convierte en una de las películas de la temporada gracias al soberbio talento de su realizador, David Fincher.

Sólo un fantástico escritor, dueño de una feroz inteligencia, puede dar a un guión como éste tal grado de sutileza, descaro y dinamismo. Desde que en 1989 triunfó en Broadway con la obra Algunos hombres buenos, Sorkin ha cautivado al público con creaciones tan poderosas como la teleserie El ala oeste de la Casa Blanca.

En La red social (The Social Network), Sorkin transfigura las casualidades y los hechos insignificantes que condujeron a la creación de Facebook, y les da un nuevo sentido en un texto lleno de giros, de sorpresas y de diálogos ingeniosos.

Mark Zuckerberg, el creador de la red social por antonomasia, se convierte en el hilo conductor de una historia que recurre al llamado efecto Rashomon: cada punto de vista, cada nueva versión de lo ocurrido van impulsando un relato en el que no sabemos a qué carta quedarnos ni a quién dar la razón.

La película se realizó al mismo tiempo en que Ben Mezrich escribía el libro en el que aquella se basa, Multimillonarios por accidente. Esa circunstancia justifica el hecho de que el guión de Sorkin siga un rumbo propio, diseccionando temas tan suculentos como la pérdida de la inocencia, el poder de la invención o las rivalidades y las envidias que suelen acompañar al éxito.

A diferencia de lo que es habitual, David Fincher no se plantea un ataque en toda regla a las nuevas camadas de leones que rugen en la Universidad de Harvard. Por el contrario, su cámara sabe establecer líneas de empatía y compasión, logrando que esos jóvenes destinados a comerse el mundo nos parezcan, a lo largo de un par de horas, mozalbetes con muchas inseguridades, a veces sorprendidos por la vida.

¿Dije Harvard? Pues bien, olvídense de la solemnidad académica. Fincher consigue que ese centro neurálgico del saber se convierta en un escenario sofisticado, deslumbrante y sumamente divertido. De hecho, en La red social, su estilo posee una inimitable ligereza, y eso que el guión de Sorkin está lleno de flashbacks, de digresiones y de meandros inesperados.

Con sus vívidos retratos de personajes reales, los actores se ponen a la altura del guionista y el realizador. Jesse Eisenberg construye su papel de Mark Zuckerberg con una mezcla de creatividad, soberbia, fobia social y ternura. Su mejor amigo y colaborador, Eduardo Saverin, es interpretado por Andrew Garfield como el tipo menos excéntrico de todo este drama. Y el fundador de Napster, Sean Parker, gracias a Justin Timberlake, aparece como un geek que se sacude el polvo de los manuales de informática dándose los aires de una estrella del rock. Por cierto, Parker figura en esta historia como un tipo jovial, bastante frívolo. Un juerguista que, antes de volver a llenarte la copa, ya se ha hecho dueño de medio negocio.

Sorkin y Fincher subrayan un hecho que al gremio del cine no ha de pasarle desapercibido, y es que Sean Parker es el responsable de que hoy la industria audiovisual sufra el fenómeno de las descargas.

Créanme, da que pensar el hecho de que tipos tan inestables como Zuckerberg o Parker hayan sido capaces de mover los cimientos del mundo digital, revolucionando además nuestros hábitos… Aunque supongo que podría ser peor.

Sinopsis

Cada era tiene sus visionarios que dejan, en la estela de su genio, un mundo cambiado – pero raramente esto sucede sin suscitar una batalla sobre qué ocurrió exactamente y quién estaba presente en el momento de la creación. En La red social el director David Fincher y el guionista Aaron Sorkin exploran el momento de la invención de Facebook, el fenómeno social más revolucionario del nuevo siglo, a través de las perspectivas enfrentadas de los jóvenes súper inteligentes que afirman haber estado presentes en sus inicios. El resultado es un drama repleto de creación y destrucción; un drama que intencionadamente evita mostrar un solo punto de vista. Por el contrario, sigue narrativas enfrentadas, mostrando las verdades encontradas y las relaciones sociales en continua transformación que definen nuestra era.

La película se basa en múltiples fuentes y se traslada desde los pasillos de Harvard a los cubículos de Palo Alto para capturar la emoción visceral de los embriagadores inicios de un fenómeno que cambiaría la cultura actual y relatar cómo unió y después separó a un grupo de jóvenes revolucionarios. En el ojo del huracán se encuentran Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg), el brillante alumno de Harvard que concibió una página web que parece haber redefinido nuestro tejido social de la noche a la mañana; Eduardo Saverin (Andrew Garfield), el que fuera amigo íntimo de Zuckerberg, quien aportó el capital inicial para la joven empresa; Sean Parker (Justin Timberlake), el fundador de Napster que trajo Facebook a los inversores de capital de riesgo del Silicon Valley; y los gemelos Winklevoss y Divya Narendra (Armie Hammer y Max Mighella), los compañeros de Harvard que afirmaron que Zuckerberg les robó la idea y después le demandaron su titularidad.

Cada uno tiene su propio relato, su propia versión de la historia de Facebook, pero el conjunto es mucho más que la suma de sus partes ya que es un retrato con múltiples capas de un éxito del siglo XXI, tanto por su fantasía juvenil como por sus realidades finitas.

En una noche de borrachera en octubre de 2003, justo después de romper con su novia, Mark se infiltró en los ordenadores de la universidad para crear un sitio que contuviera una base de datos de todas las chicas del campus, para luego ir colocando dos fotos juntas y preguntarle al usuario que eligiera cuál estaba “más buena.” Al sitio le da el nombre de Facemash, y al instante adquiere un carácter viral. El sistema entero de Harvard se quedó colapsado y desató una controversia en el campus debido a la supuesta misoginia del sitio web. Por la creación de Facemash, acusaron a Mark de traspasar intencionadamente la seguridad, y de violar derechos de autor y la privacidad individual. Sin embargo, en ese momento, nace la estructura subyacente de Facebook. Poco tiempo después Mark lanza thefacebook.com, que se esparce como un fuego de pantalla en pantalla en Harvard, después por las prestigiosas universidades estadounidenses de la Ivy League, de ahí al Silicon Valley y luego, literalmente, al mundo entero.

Pero en el caos de la creación nace un apasionado conflicto de cómo y cuándo ocurrió todo, y quién merecía el reconocimiento por lo que claramente se está convirtiendo en una de las ideas más originales del siglo, un conflicto que romperá amistades y dará lugar a acciones legales.

Para forjar una sensación palpable de esa niebla creativa sobre una historia que actualmente está siendo escrita, Sorkin y Fincher colaboraron para crear un estilo narrativo no alineado y cuidadosamente construido que intencionalmente no toma partida. Por el contrario, la película presenta un consorcio de narradores mañosos a partes iguales, cada uno de ellos cree que tiene la razón y que sus memorias particulares son las verdaderas, a la vez que deja las grandes preguntas de lo que ocurrió realmente completamente abiertas para la audiencia.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero Peña. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Columbia Pictures, Relativity Media, Michael De Luca Productions. Cortesía de Sony Pictures Releasing de España. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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