Vicente DíazLa monja (2018) fue una de esas peliculillas pertenecientes al llamado Universo Warren (derivaciones de la película Expediente Warren) que todo el mundo dice aborrecer, pero que la realidad comercial señala como rentable. Según este opinador, casi siempre equivocado, La monja destaca sobre la mayoría de los spin off del citado universo (con la excepción del magnífico gótico americano que es Annabelle: Creation) por su ambientación a la vieja usanza, reminiscente de las películas de la Hammer o del Roger Corman de la etapa Poe. El argumento en sí no era gran cosa, y robaba en demasía a la cinta de culto Historias de la cripta: Caballero del diablo (1995), pero funcionaba bien como entretenimiento y Taissa Farmiga (hermana de Vera, la señora Warren en la ficción) encarnaba con carisma y talento una monjil protagonista que, como era de esperar, repite en esta nueva entrega.
En esta segunda entrega, Michael Chaves reemplaza a Corin Hardy como director, y el resultado es una película principalmente ramplona, donde lo único interesante son los escenarios europeos (una vieja iglesia, un no más joven convento reconvertido a colegio internado…), la ambientación de época (Francia, 1956) y una magnífica escena con puesto de revistas como protagonista que, por desgracia, acaba en susto chusco.
Los sustos de tren de la bruja, ruidosos y predecibles, dominan una función en la que se adivina quizá una intención de remedar las viejas cintas de Mario Bava o algunas películas de Guillermo del Toro, pero todo queda supeditado a las necesidades comerciales y al público objetivo de La monja II, principalmente adolescente, por no decir infantil.
El supuestamente poderoso y letal demonio Valac de la película (multiforme cual la entidad de la novela de Stephen King It) lleva a cabo dos o tres asesinatos violentos, pero se muestra bastante tímido a la hora de matar niñas, profesoras y monjas, al parecer presas demasiado esquivas y duras para Valac, incluso después de una mutación que, supuestamente, le convierte en una suerte de apocalíptico ángel diabólico.
Como suele suceder en las películas del Universo Warren, lo que comienza como película de terror se transforma en cinta de acción en su último acto, y es fácil desconectar durante el mismo. La monja II acaba siendo algo así como un Harry Potter católico sin demasiada lógica (el demonio busca una reliquia con los ojos de Santa Lucía para hacerse más fuerte, pero a ratos, la reliquia le produce una alergia demoníaca) y escaso terror.
Por otro lado, la monja titular tampoco tiene mucha presencia en la película, dada esta faceta multiforme, siendo sustituida en ocasiones por una cabra humanoide o una fantasma rellena de cucarachas. Es lo que hay.
Sinopsis
Francia, 1956. Un sacerdote es asesinado. Un mal se está extendiendo. La secuela del gran éxito mundial cuenta la historia de la Hermana Irene cuando vuelve a encontrarse cara a cara con Valak, la monja endemoniada
Taissa Farmiga retoma el papel de la Hermana Irene, junto con Jonas Bloquet, Storm Reid, Anna Popplewell y Bonnie Aarons, rodeada por reparto de talentos internacionales. Michael Chaves dirige la cinta a partir de un guion de Ian Goldberg y Richard Naing y Akela Cooper, con una historia de Cooper, basada en personajes creados por James Wan y Gary Dauberman.
Peter Safran de The Safran Company y James Wan de Atomic Monster son los productores, continuando su colaboración como realizadores de todas las películas de Expediente Warren.
El universo de Expediente Warren es la franquicia de terror más taquillera de la historia con una recaudación de 2.000 millones de dólares en todo el mundo. A nivel mundial, cuatro de los títulos del universo de Expediente Warren han recaudado más de 300 millones de dólares en todo el mundo cada uno (La monja, 366 millones; Expediente Warren: El caso Enfield, 322 millones; Expediente Warren: The Conjuring, 320 millones; Annabelle: Creation, 307 millones), y los siete han recaudado más de 200 millones cada uno. La monja es la película con mayores ingresos de la franquicia, con una recaudación que supera los 366 millones de dólares en todo el mundo.
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