Lo digo demasiadas veces e intentaré no decirlo más, pero es una una pena que algunas películas se estrenen directamente en plataformas digitales sin ofrecer la opción de disfrutarlas en salas de cine (o coleccionarlas en formato físico). En el caso de esta nueva obra de los hermanos Coen, dicha pena es todavía más aguda, ya que se trata de un excelente wéstern, repleto de paisajes y encuadres que piden a gritos la pantalla más grande posible para ser disfrutados en condiciones.
La balada de Buster Scruggs es una antología de relatos del oeste, cada uno con un tono muy distinto del anterior, pero todos excelentes y con un hilo común, la presencia constante de la muerte.
En la poco exitosa comedia de Seth MacFarlane Mil maneras de morder el polvo (2014), el protagonista nos explicaba que en el Antiguo Oeste era extremadamente fácil pasar a mejor vida, ya fuera por los balazos, las flechas, los animales salvajes, las enfermedades o por accidentes a caballo, entre otras muchas desgracias. Esa finísima frontera entre la vida y la muerte siempre ha definido al wéstern, y en la película de los Coen todo gira alrededor de ese asunto, con personajes que se toman con bastante filosofía los encuentros con la Parca.
Tras décadas de wéstern “revisionista” o paródico, ha llegado el momento de una nueva evolución del género, y los Coen la llevan a cabo volviendo a las raíces. No se trata solo de volver la mirada hacia las viejas películas del Oeste, sino también a la literatura, el folclore o incluso la pintura.
El film se presenta en forma de un libro con seis relatos ilustrados por el gran Gregory Manchess, comenzando por el “cuento” que da título a la película. The Ballad of Buster Scruggs es una extravagancia muy al estilo de los directores, protagonizada por un extremadamente texano Tim Blake Nelson en el papel de un pistolero cantarín en la tradición de Gene Autrey o Roy Rogers. Las disparatadas aventuras de este personaje de puntería sobrehumana no son tanto paródicas como una reivindicación de la mitología oral del Viejo Oeste, historietas que contaría algún borracho embustero y podrían acabar transformándose en canciones o chistes.
El siguiente capítulo, Near Algodones, también tiene enfoque cómico, y su espíritu es el más cercano al cine de Sergio Leone, con la historia de un forajido (James Franco) al que todo le sale mal a partir del momento en el que se le ocurre atracar un pequeño banco en mitad de la nada, en Tucumcari (“Este tren parará en Tucumcari”, sentenciaba Lee Van Cleef en La muerte tenía un precio”).
El tono cambia radicalmente en Meal Ticket, una historia tristísima entre Dickens, la Biblia y los Cuentos del Oeste de Francis Bret Harte, que nos habla de un show ambulante en el que un tullido declama textos de Shelley, Shakespeare y Lincoln en campamentos mineros y asentamientos olvidados de la mano de Dios. Excelentes interpretaciones de Harry Melling y un silencioso Liam Neeson.
El capítulo favorito de un servidor es All Gold Canyon, una adaptación del relato homónimo de Jack London protagonizado por un viejo buscador de oro (¡Tom Waits!) que irrumpe en el valle más bonito del mundo junto a su mula. La historia es tremendamente sencilla, pero también profunda y, sobre todo, de una belleza visual deslumbrante. La reflexión final resulta en cierto modo reconfortante: algún día los humanos desapareceremos y el planeta nos olvidará y podrá seguir a lo suyo.
The Gal Who Got Rattled nos lleva a las grandes praderas y a las caravanas de colonos, tan olvidadas por el cine reciente y tan cinematográficas. La sombra de los grandes cineastas clásicos está especialmente acentuada en una historia entre tierna y cruel que no sigue los derroteros que uno podría esperar.
La película se cierra con The Mortal Remains, un capítulo que podría clasificarse como Weird West. La historia transcurre casi íntegramente a una diligencia (no hace falta ni mencionar a Ford, ¿no?) y pasa progresivamente de lo intrascendente a lo siniestro mientras la luz va oscureciéndose casi imperceptiblemente. Edgar Allan Poe está presente en este extraño segmento en el que Brendan Gleeson pone la carne de gallina al más templado interpretando la canción tradicional The Unfortunade Lad (sobre un sifilítico moribundo).
Si las películas de Netflix, por lo general, suelen ser “obras menores” de sus autores, en este caso los Coen se saltan la norma y nos traen una excelente película que uno desearía que tuviera muchas más continuaciones. Imprescindible para los apasionados del wéstern y para los amantes del cine de calidad.
Sinopsis
Los hermanos Coen presentan seis historias del Oeste, a veces absurdas, a veces profundas, protagonizadas por forajidos y colonos en la frontera estadounidense. Esta antología escrita y dirigida por Joel y Ethan Coen ganó el premio al mejor guion en el Festival de Cine de Venecia.
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