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Crítica: «Jurassic World: Dominion» (2022)

A principios de los noventa, ustedes y yo, como millones de personas en todo el mundo, caímos en una adicción inesperada: los dinosaurios. Aquella dinomanía se debió a dos productos sensacionales, la novela Parque Jurásico (1990), de Michael Crichton, y su adaptación cinematográfica (1993), rodada por Steven Spielberg.

Ha pasado el tiempo y ahora, tres décadas después, toca disfrutar de la sexta entrega de la franquicia, que reúne a los protagonistas de Jurassic World, Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, con los tres intérpretes de la primera película, Laura Dern, Jeff Goldblum y Sam Neill.

Dirigida por Colin Trevorrow, la cinta lleva planeándose desde 2014. Hay algo que salta a la vista, y es que más allá de la complejidad de los efectos especiales, el film tiene el empaque visual que se espera de una superproducción rodada en Canadá, Malta y los estudios Pinewood de Londres.

¿Dinosaurios? En la película los hay a cientos y de todos los tamaños. Desde los más agresivos e imponentes a los más entrañables y pacíficos. Puedo imaginarme cómo hubiera disfrutado de este repertorio el escritor Ray Bradbury, cuyo amor por los grandes saurios se contagió a varias generaciones. «Acepto el hecho ‒llegó a decir‒ de que sin los dinosaurios no habría valido nada y puedo proclamarlo con toda tranquilidad. Los dinosaurios me pusieron en el camino que me llevó a la escritura. Los dinosaurios me empujaron por ese camino hasta que lo acepté».

¿Por qué insisto en una figura como Bradbury a la hora de valorar el film de Trevorrow? Por que en Jurassic World: Dominion hay varias estampas que me recuerdan el universo bradburyano: el Giganotosaurus que deja al descubierto dientes como cuchillos, el Quetzalcoatlus que hace temblar las nubes mientras vuela, o esos Dilophosaurus que trotan por la nieve, perseguidos a caballo como si fueran reses de una ganadería prehistórica.

Muchas de esas imágenes, aisladas de la propia ficción, valen su peso en oro, y demuestran en qué medida el equipo de diseño ha hecho un trabajo primoroso a la hora de devolver la vida a estas criaturas, tanto por medios digitales como a través de animatrónicos. Es una maravilla, lo reconozco, tomar asiento y sentir que todas esas bestias parecen reales.

Por otro lado, tengo claro que Trevorrow y compañía han aprovechado esta ocasión para idear una aventura con un grado mínimo de complejidad, pero que les permite hilvanar secuencias autocontenidas, con alusiones muy concretas. ¿Por dónde empezamos? Imagino que tenían en mente El monstruo de los tiempos remotos (1953), de Eugène Lourié, El Valle de Gwangi (1969), de James O’Connolly, Aliens (1986), de James Cameron, e incluso Depredador (1987), de John McTiernan… Añadan a la mezcla algunos ingredientes de Indiana Jones y de la saga Bond, y se harán una idea de las distintas apariencias que adquiere este espectáculo.

Aunque echo en falta un toque pulp, un poco en la línea del cómic Xenozoic Tales (1987-1996), de Mark Schultz, entiendo que eso ya no tiene cabida en un producto como este, que aspira a ser un blockbuster de manual.

Jurassic World: Dominion, además de cerrar un ciclo, se presenta, por encima de todo, como una sucesión trepidante de escenas de acción. Cumple adecuadamente ese compromiso, aunque creo que, en determinados tramos, Trevorrow abusa de la cámara temblorosa (shaky cam) y del montaje picado.

En lo que se refiere al guion, el homenaje nostálgico al primer Parque Jurásico convive aquí con una historia bastante plana de megalomanía y conspiración ‒idéntica a tantas otras‒ que impide un resultado superior.

Estoy seguro de que con un guion compacto, bien matizado, más evocador y menos rutinario, las virtudes de la película ‒su reparto y su espectacular escenografía‒ hubieran resaltado muy por encima de lo que aquí sucede.

Sinopsis

Esta entrega transcurre cuatro años después de la destrucción de Isla Nublar. Ahora, los dinosaurios conviven – y cazan – con los seres humanos en todo el mundo. Este frágil equilibrio cambiará el futuro y decidirá, de una vez por todas, si los seres humanos seguirán en la cúspide de los depredadores en un planeta que comparten con los animales más temibles de la creación.

En esta tercera entrega, Owen (Chris Pratt) y Claire Dearing (Bryce Dallas Howard) se han instalado en un paraje solitario con Maisie Lockwood (Isabella Sermon) en un intento de asegurarse de que esta última esté segura. Aunque han conseguido pasar desapercibidos hasta ahora, Maisie empieza a hartarse. “Quiere ir al pueblo más cercano, explorar, ser autónoma”, dice el actor. “Pero Owen y Claire saben que, siendo Maisie quien es y cómo ha nacido, puede convertirse en el objetivo de algunas gigantescas empresas que quieran obtener jugosos beneficios. Por eso se esfuerzan en protegerla”.

Otros dos personajes de Parque Jurásico se unen a la Dra. Ellie Sattler (Laura Dern) en esta nueva aventura: el Dr. Ian Malcolm (Jeff Goldblum) y el Dr. Alan Grant (Sam Neill). Alan y Ellie ven a Malcolm cuando está dando una conferencia en Biosyn. “Volvemos a encontrar a Ellie y nos enteramos de que ha dejado la paleobotánica para dedicarse al cambio climático a través del estudio del suelo”, explica la actriz. “Descubre de que hay plagas de langostas destruyendo enormes cultivos en Estados Unidos y pide la opinión del brillante paleontólogo Alan Grant. Después que Sam, Jeff y yo rodáramos nuestra primera escena juntos, Colin mandó una foto de los tres a Steven Spielberg. Al rato me llegó un mensaje al móvil diciendo que se le habían llenado los ojos de lágrimas al vernos otra vez juntos. Fue algo muy especial”.

Ya que el rodaje tuvo lugar en plena pandemia, se alojó a todo el reparto en el mismo hotel. “Creó un sentimiento de comunidad, incluso de familia, entre nosotros”, dice Laura Dern. “También nos dio la oportunidad de hablar del trabajo que habíamos hecho, incluso de ensayar durante los fines de semana. Nos permitió participar en la narración con mayor intensidad. Normalmente, cuando se rueda lejos de casa, cenamos unas cuantas veces juntos, pero no mucho más. Aquí estábamos juntos cada fin de semana, cenábamos juntos casi cada noche, hacíamos deporte juntos, dábamos paseos, íbamos en bici, conocíamos a nuestras respectivas familias. Fue maravilloso tener la posibilidad de crear una comunidad en un ambiente seguro y cómodo”.

“Da la casualidad de que Ian, Ellie y Alan tienen asuntos pendientes que resolver, desde una perspectiva personal, intelectual y medioambiental”, explica Jeff Goldblum. “Aún no han cumplido con el destino que comparten. Como trío, vivieron algo que solo ellos pueden entender realmente, y esto les ha unido para siempre. Cuando vuelven a encontrarse, hay electricidad en el aire, como si estuvieran a punto de ocurrir cosas tremendas, pero cuidado… Estar de nuevo con Laura y con Sam durante el rodaje, trabajar juntos, disfrutar juntos fue un regalo del cielo. Los tres estábamos cantando siempre. Fue como un sueño genial”.

“Hacía tiempo que se hablaba de otra película jurásica”, dice Sam Neill. “Me apetecía volver, pero tuve mis dudas porque quería algo más que un simple cameo. Si Alan Grant regresaba, quería que fuera por la puerta grande. Me di cuenta enseguida de que la presencia de Alan era una parte crucial de la intriga y sentí curiosidad. El recorrido hasta Jurassic World: Dominion fue largo, pero me alegro mucho de que contaran conmigo”.

Sam Neill estaba encantado con la idea de reunirse nuevamente con Laura Dern y Jeff Goldblum. “Nos los pasamos realmente bien rodando Parque Jurásico, y nos ocurrieron muchas cosas entonces”, recuerda. “Por ejemplo, durante el rodaje, un huracán llegó a la isla de Kauai y casi perecemos todos. Arrasó los decorados y tuvimos que regresar a Los Ángeles para terminar la película. Nuestra amistad nació en circunstancias difíciles, como las que vivió el mundo a partir de 2020. Nos volvimos a encontrar en una especie de desastre natural y nuestra amistad renació inmediatamente. Los tres nos llevamos muy bien, tenemos un gran sentido del humor, y eso nos permite superar muchas cosas. Los dos juntos me hacen reír mucho más de lo que debería hacer una persona de mi edad”.

El director Colin Trevorrow explica que Laura Dern, Sam Neill y sus compañeros de reparto tuvieron mucho que ver en la construcción de sus personajes en esta entrega. “Laura escribió algunos de los diálogos de Ellie, y Sam hizo lo mismo con Alan”, dice. “En el proceso de creación había momentos en que Emily Carmichael y yo queríamos hacer entender algo, pero quizá no del mismo modo que Laura o Sam lo harían. Esta película se enriqueció con aportaciones clave por parte de los actores”.

Kayla Watts es una expiloto militar reconvertida en una mercenaria que pilota aviones de carga en un mundo oscuro e ilegal. Llevará lo que sea donde sea sin hacer preguntas. El papel está interpretado por DeWanda Wise, de la serie Nola Darling. “Emily y yo creamos este personaje nuevo con la ayuda de DeWanda”, explica Colin Trevorrow. “Las dos definieron quién es esa mujer y cómo cambia en el transcurso de la historia. Le encanta la aventura, pero también comprende que el mundo en que se mueve es muy oscuro y empieza a buscar una salida. Poco a poco vuelve a encontrar el equilibrio moral, ya no le basta con volver la cabeza cuando algo está mal. En ese contexto, acaba siendo parte de la familia. DeWanda saca a la luz las emociones de un personaje que podría limitarse a la acción. Y también es guionista. Los tres compartimos el mismo objetivo desde la escritura hasta el último día de rodaje”.

La guionista Emily Carmichael describe las secuencias en el ambiente clandestino en que se mueve Kayla como una aventura al estilo de Indiana Jones. “Kayla trabaja sola, por su cuenta, es muy segura de sí misma”, dice. “Viene de un mundo que no tiene nada que ver con el de los otros personajes porque la conocemos en un entorno de acción y aventura, un mercado clandestino de dinosaurios. Allí se gana la vida, está cómoda y aparece como un personaje casi mítico, una verdadera aventurera, cosa que los demás no son porque se trata de científicos, expertos en animales y directivos. Fue asombroso ver hasta dónde llevó DeWanda Wise al personaje”.

Después del estreno en 1993 de Parque Jurásico, de Steven Spielberg, la paleontología nunca volvió a ser la misma. “Parque Jurásico fue lo más importante que ocurrió dentro del campo de la paleontología durante varias décadas porque la película llevó dinosaurios vivos a toda una generación, además de enseñarlos como nunca se habían visto antes”, dice Stephen Brusatte, profesor de Paleontología y Evolución en la Universidad de Edimburgo, que fue el asesor paleontológico de la película. “Hizo que los dinosaurios volvieran a cobrar importancia y que muchos jóvenes decidieran estudiar paleontología. También consiguió que se invirtieran más fondos en este campo, que las universidades ofrecieran más cursos en torno a los dinosaurios, que los museos organizaran más exposiciones en torno a los dinosaurios y, al cabo de los años, seguimos cosechando los beneficios de este amor por los dinosaurios. Vivimos en la era dorada de la paleontología: desde hace diez años nunca se habían descubierto tantos dinosaurios nuevos, y todo debido a la generación de paleontólogos surgida gracias a Parque Jurásico”.

“Con estas películas, comparto los siguientes capítulos de una historia que llevamos contando alrededor de una hoguera desde hace 30 años”, subraya Colin Trevorrow. “Steven Spielberg y Michael Crichton crearon este mundo juntos, y he tenido la enorme suerte de ser su custodio en las tres últimas películas –en colaboración con J.A. Bayona, director de Jurassic World: El reino caído, los guionistas y cada una de las personas que ha aportado algo para convertir esta franquicia en lo que significa hoy en día. Estoy muy agradecido a Steven por hacer posible que una nueva generación pueda seguir interesándose por la historia que él y sus colaboradores empezaron a contarnos”.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Amblin Entertainment, Universal Pictures, Perfect World Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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