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Crítica: ‘Invasión’ (2024)

2045, se inicia la invasión, o eso dice una voz en off que nos narra los hechos mientras contemplamos el storyboard de una película inexistente dibujado por el gran Carlos Giménez, lo único realmente notable en este desafortunado proyecto fin de curso que es Invasión. Me duele hablar mal de un «trabajo artístico», y no me agrada emplear el sarcasmo, así que seré breve.

Tres historias bélicas paralelas, y al parecer confluentes, avanzan en lo que parece un mismo plano histórico y temporal, dilatando y omitiendo la verdadera información subyacente, ocultando lo que resta de la trama cuando se desvela el misterio. Para entonces ya es tarde; hace mucho (y la película es breve), que dejó de interesar nada de lo que acontece, y si interesa es por darle un cierre, como aguardar el final de un mal chiste, o entender los motivos por los que finiquitas una desastrosa relación.

En apariencia, una horda alienígena ha invadido la tierra, aunque los milicianos que vemos en los dibujos de Giménez repartiendo carabinas desde un camión de madera me hace recelar del presunto «futurismo» con el que nos cuelan este panfleto por debajo de la puerta. La etiqueta de «ciencia ficción» está a tres años luz de ajustarse al género de esta cinta, que no pasa de ser un proyecto escolar de secundaria, una performance argumental y estética más propia de ser representada para padres y abuelos en un instituto.

Los autores son David Martín-Porras a la dirección, y Guillem Clua al guion, pero si me hubiesen dicho que la película es obra de algún hermano secreto de los Bardem al que ocultan de forma vergonzante, lo habría creído sin dudar.

La historia trata, en realidad, de una fantasía guerracivilista -la enésima-, y a mayor gloria de una romantizada causa republicana, que quizá es aquí donde se justifica la etiqueta de «ciencia ficción». El guion es una amalgama de clichés fotocopia de fotocopia que, a falta de otro presupuesto, el único gasto en que no repara es en el abuso de la manoseada figura de Federico García Lorca, de quien se canta aquí a grito pelao un poema que sirve como contraseña y acento emocional fuera de tono y fuera de madre.

En su indisfrazable humildad, la película resulta hasta pretenciosa, lo cual es un pecado para el que no hay purgatorio posible. El elenco de actores parece sacado de un casting de suplentes en alguna teleserie de sobremesa (salvando a la voluntariosa María Adánez). Los diálogos son irritantes, vulgares, insulsos, y se declaman de un modo sobreactuado. En ocasiones, cuando se busca una nota de comicidad, da la impresión de que vaya a aparecer el mismísimo profesor Bacterio o el chapuzas de El milagro de P. Tinto.

Pero estos personajes nunca llegan, la película se toma muy en serio a sí misma. Es un espectáculo del bombero torero con ínfulas de salir por la puerta grande.

La historia trata de crear una atmósfera claustrofóbica ubicando las tramas en búnkeres y celdas, pero aquí el único retenido a la fuerza en un recinto oscuro es el espectador. Con no mucho más presupuesto (y sin la subvención que aquí se huele), Tarantino rodó la portentosa Reservoirs Dogs, cuyo único parecido con Invasión se reduce al hecho de emplear un grupo de no más de ocho actores liados a tiros en un almacén abandonado. El resto, construir un drama, es arte, y esta cinta se halla en las antípodas del lugar donde habitan las musas.

La única lástima que siento tras ver un producto de semejante mediocridad intelectual, exhibido sin pudor alguno en una sala comercial, es la de saber que hay tanto talento y tanto verdadero artista que a duras penas puede llevar adelante sus proyectos en esta jungla salvaje, arribista y clientelar en que consiste el panorama cultural en España. Y eso, como artista que soy, no me resulta fácil de tolerar.

Película indigesta y de nula propuesta creativa, no merece el paso por taquilla ni la hora y media del irrecuperable tesoro que es nuestro tiempo. Vayan al cine, pero a ver Cine.

Sinopsis

Invasión cuenta la historia de una irrupción extraterrestre que tiene sometido al planeta tierra, durante la cual dos prisioneros de bandos contrarios encerrados en una celda, tres soldados del ejército español refugiados en una fábrica y un matrimonio de científicos a solas con un extraterrestre preso deberán aprender a confiar en el enemigo para poder sobrevivir la noche más larga de sus vidas.

Copyright del artículo © Fernando Mircala. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Secuoya Studios, Álamo Producciones Audiovisuales, A Contracorriente Films. Reservados todos los derechos.

Fernando Mircala

Artista, escritor, traductor y fotógrafo. Premio Lazarillo en el año 2000. Entre otros libros, es autor de 'Ciudad Monstrualia' (2001), 'El acertijo de Varpul' (2002), 'Eclipse en Malasaña. Una zarzuela negra' (2010), 'Lóbrego romance, pálido fantasma' (2010), 'Compostela iconográfica' (2012), 'Pentagonía' (2012), 'En un lugar de Malvadia' (2016; ilustrado por Perrilla), 'Pánico en el Bosque de los Corazones Marchitos' (2019), 'Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe' (2019) y 'Concéntrico' (2022).