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Critica As bestas

Crítica: ‘As bestas’ (2022). Un drama en esencia

Cuando todavía resuenan los ecos de la celebración de los Premios Goya 2023, despunta en su acústica un título esperanzador para la industria del cine español. Nos estamos refiriendo al film As Bestas, del reconocido cineasta Rodrigo Sorogoyen. Una historia que puede competir perfectamente con otras propuestas internacionales del panorama fílmico actual. Narrada con pulso firme, no solo sostiene la atención del espectador, sino que poco a poco le va asiendo con más fuerza, hasta atenazarle en su expectación. Porque nos encontramos ante una historia que supura verdad y se construye con esa consistencia.

As Bestas se inicia con un relato visual silente, cuya poética resulta bella y dolorosa. Una especie de ritual donde unos hombres intentan aplacar a un caballo, anular su voluntad mediante la fuerza. Poco importa que sepamos que se trata de una tradición gallega que da precisamente nombre al film. Se trata de un prólogo simbólico de lo que va a venir, una crónica anunciada en que las fuerzas naturales parecen doblegar a las racionales.

Si aun así insistimos en conocer el sentido antropológico de esas imágenes, veremos que remiten a la denominada rapa das bestas de Sabucedo, tradición que nos sitúa de lleno en el ambiente gallego donde se va a desarrollar esta historia. Una fiesta en la que un grupo de personas —llamadas “aloitadores”— sujetan a caballos para cortarles las crines, desparasitarlos y curarlos de sus posibles heridas. También podemos descubrir que este drama de profundas raíces trágicas —entiéndase casi por tragedia lorquiana anticipada, inspirada también en la España profunda— se basa en un suceso real acaecido por los parajes gallegos.

Si por contra decidimos de verdad dejarnos llevar por las imágenes, sobrarán los prolegómenos y referencias —que siempre podrán consultarse a posteriori, como las referentes al rodaje, acaecido en parte en El Bierzo, León (de ahí será el pueblo que servirá de escenario para la filmación)—. Lo interesante es hablar de cómo una película desarrollada en Galicia, un drama rural de estas características, puede convertirse en un thriller o en un western. Eso sí, siendo fiel a la verdad hasta en los detalles que hasta hace poco podían ser insignificantes —que los personajes gallegos hablen en gallego y no en castellano, como por otra parte debería de ser lo lógico aunque durante mucho tiempo en el cine español no se tuvo en cuenta, buscando una absurda homogeneización—. Se trata de la magia de un sólido guión —obra de Isabel Peña y del propio Sorogoyen—, una extraordinaria dirección y una interpretación actoral sublime. Sobre todo, apoyada en Luis Zahera, un actor que consigue hacer verosímil lo increíble y doblemente real lo que ya de por sí lo es. Se trata de una auténtica y portentosa demostración performativa. Su presencia consigue mantener en vilo al público, hacerle creer la mentira que representa una película. Por supuesto, el resto de intérpretes están formidables, como Diego Anido, que encarna a Lorenzo, hermano de Xan (Zahera), o los franceses Denis Ménochet —a quien ya vimos en producciones internacionales como Hannibal, el origen del mal (Peter Webber, 2007), Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009) o Robin Hood (Ridley Scott, 2020) y que interpreta a Antoine—, Marina Foïs —Olga, mujer de Antoine— y Marie Colomb —Marie, hija de Antoine y Olga—. Realmente, si bien Xan será el desencadenante de la problemática del film, el motivo de la misma será Antoine; esto es, necesitará a este último para dar sentido a su presencia y generar con ello el clímax de la trama, que irá haciéndose progresivamente irrespirable. Un duelo en el sentido más westerniano por así decirlo, una violencia contenida que irá buscando sus cauces de canalización. Y todo por una disputa de tierras, que no dejará de recordarnos a otros títulos como los realizados por Sam PeckimpahPerros de paja (1971) por ejemplo, que no deja de ser otro western fuera del western—. Pero dentro del cine del Oeste pueden venir a la memoria títulos como La pradera sin ley (King Vidor, 1955) u Horizontes de grandeza (William Wyler, 1958), en los que los conflictos de convivencia surgen a causa de un elemento externo al ser humano aunque vinculante, como el agua o los pastos.

En los dramas de carácter español, no podemos olvidar títulos presentes de forma consciente o inconsciente, como Terra baixa , drama escénico de Àngel Guimerà (Tierra baja, 1896) sobre el caciquismo rural y que llegó a ser adaptado por Leni Riefenstahl para su obra Tiefland (Tierra baja, 1954), o la ópera María del Carmen, con libreto de José Feliú y Codina y música de Enrique Granados, en torno a la lucha por el agua que nutre los regadíos de la huerta murciana. y que fue llevada al cine en dos ocasiones por los franceses René Hervil y Louis Mercanton (1923) y por Marcel Gras y Max Joly bajo el título Aux jardins de Murcie (1936).

La historia real en la que se basó Sorogoyen tuvo lugar en la Galicia de 2010, cuando el neerlandés Martin Albert Verfondern fue asesinado. Este se había trasladado con su mujer —María Hillegonda Pool— a Santoalla (Orense), donde buscaban vivir de forma tradicional, trabajando el campo y viviendo rodeados de la naturaleza. Por entonces, la aldea se encontraba habitada únicamente por la familia Rodríguez, formada por un matrimonio y sus dos hijos.

Las desavenencias se iniciaron con el interés de esta familia por vender sus tierras a una compañía energética, que pretendía pagar a los habitantes del lugar 6.000 euros para que lo deshabitaran y poder así erigir en él 25 molinos eólicos. Los holandeses se negaron a abandonar sus dominios, lo que provocó el enfrentamiento entre ambos bandos. Después, los Rodríguez llevaron a los tribunales a Martin y María por la gestión de los derechos de explotación de la madera de los montes comunales. El clan gallego consideraba que el matrimonio extranjero no tenía derecho a percibir los beneficios de la comunidad de montes —pues para ello debían vivir de forma continuada en Santoalla y ambos hacían continuos viajes a Alemania y Holanda por trabajo—. Ambos conflictos acabaron siendo el detonante del crimen.

Aunque el cuerpo de Martin no apareció hasta cuatro años después, María estaba convencida de que había sido asesinado por la familia rival. Buscando demostrar esta hipótesis, decidió investigar por su cuenta y continuar habitando aquellas tierras —cumpliendo el sueño que inició con su marido—. Por tanto, nos encontramos con una historia en la que, si bien se modifican algunos elementos originales, mantiene viva su esencia: la fuerza de un matrimonio extranjero por defender a través de su coherencia su amor por la tierra y la necesidad de hacer prevalecer la justicia por encima de los intereses económicos y de la imposición de la fuerza. Con estos hilos se teje la poderosa propuesta fílmica, su exitosa fórmula: la racionalidad y la animalidad presentes como dualidad de luz y sombra en el ser humano.

Sinopsis

Antoine y Olga son una pareja francesa que se instaló hace tiempo en una aldea del interior de Galicia. Allí llevan una vida tranquila, aunque su convivencia con los lugareños no es tan idílica como desearían. Un conflicto con sus vecinos, los hermanos Anta, hará que la tensión crezca en la aldea hasta alcanzar un punto de no retorno.

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Javier Mateo Hidalgo

Javier Mateo Hidalgo (1988) es doctor en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid (2019). Su tesis doctoral "El fragmento como referencia de la modernidad en los procesos de creación de la vanguardia artística española (1906-1936)" propone el estudio de las obras de la vanguardia artística española como un todo fragmentado cuyos elementos refieren al nuevo arte que estaba desarrollándose en el resto de Europa. Ha publicado diversos artículos en revistas académicas como "Aniav", "Asri", "Re-visiones", "Archivos de la Filmoteca", "Cuadernos para la Investigación de la Literatura Hispánica", "Quaderns de Cine", "Anales de Literatura Española" o "Síneris"; en esta última fue pionero en el estudio de la considerada como primera cineasta española, Helena Cortesina. Del mismo modo, ha participado como ponente en diferentes congresos, organizados por el Instituto Cervantes, la UCM, la UAM o las universidades de Valencia y Huelva. También es colaborador asiduo de periódicos como "El Imparcial," "Crónicas de Siyâsa" o "El Periódico de Aquí", así como de las revistas "Zenda (XL Semanal)", "Mutaciones", "El Cuaderno" o "Revista de Letras". Como creador multidisciplinar, ha participado en diversas exposiciones, recibido diversos premios y participado como jurado en festivales. Por su libro de poemas "El mar vertical" obtuvo el accésit del XI Certamen Literario “Leopoldo de Luis” de poesía y relato corto (2019). En 2022 publicó su poemario "Ataraxia" (Editorial Almadenes) y su estudio histórico sobre el séptimo arte "De la llegada en tren a la salida en caravana: 126 hitos de la historia del cine (1895-2021)" (NPQ Editores). En la actualidad, se dedica a la investigación, la creación y la enseñanza.