El cuarentón que escribe estas líneas estaba todavía en la universidad cuando llegaron las primeras noticias sobre la compra de los derechos del célebre manga Alita: Ángel de combate (también conocido como GUNNM) por parte nada menos que de James Cameron, un director fundamental en el cine de ciencia ficción contemporáneo y gran aficionado al manga y el anime.
Como suele pasar con Cameron, el proyecto se fue quedando en el aire a lo largo de los años. El canadiense quería asegurarse de disponer de la tecnología adecuada para llevarlo a cabo. Por otro lado, se le dieron mil vueltas a esta adaptación del cómic de Yukito Kishiro, e incluso Guillermo del Toro elaboró diseños conceptuales.
Al final, los aficionados dimos por perdida la película, pensando que este esfuerzo creativo había derivado hacia Dark Angel (2000), aquella serie de televisión de dos temporadas poco exitosas, producida por Cameron y protagonizada por Jessica Alba. Lo cierto es que, sin ser una adaptación oficial, Dark Angel sí manejaba algunos conceptos similares a los de Alita.
Finalmente, cuando ya nos habíamos olvidado del asunto, nos encontramos con que James Cameron produce, co-escribe y supervisa esta versión del manga dirigida por Robert Rodríguez. A buen seguro, esta debe de película más cara realizada hasta el momento por el cineasta chicano, quien aquí exhibe un estilo más contenido y, en fin, más “cameroniano” de lo habitual en su cine.
El resultado, sin revolucionar el cine de ciencia ficción, es más que aceptable. Incluso si tenemos en cuenta el tipo de producto que es Alita. Porque, más que una aventura cyberpunk (que lo es) o un anime de aspecto fotorrealista (que también), se trata de una película obviamente destinada al público adolescente, en especial al femenino. Hablamos aquí de eso que se suele llamar young adult, donde cabrían las sagas de Los juegos del hambre, Divergente o El corredor del laberinto. Teniendo en cuenta que la Alita de Robert Rodríguez y James Cameron se plantea como el primer capítulo de una de esas series (su final abierto así lo indica), el film se sitúa muy por encima de la media habitual, tanto en diversión como espectacularidad.
La historia, sencilla y predecible, podría resultar algo más ligera con menos minutos (dura casi dos horas media), pero nunca llega a aburrir gracias a unos protagonistas que despiertan simpatía, en especial la cíborg Alita (creación principalmente digital, pero interpretada mediante captura de movimientos por la joven Rosa Salazar) y el doctor-mecánico Dyson Ido (Christoph Waltz), cuya relación paternofilial es enternecedora.
Los aficionados al manga se habrán dado cuenta del cambio de nombre del doctor, que pasa de llamarse Daisuke a Dyson, en lo que podría ser un auto-guiño de James Cameron. No olvidemos que el doctor Miles Bennet Dyson fue el creador de la inteligencia artificial Skynet en Terminator.
En la película encontramos un inevitable romance adolescente y una historia de empoderamiento ciber-femenino, todo servido con los mejores efectos digitales del momento y rodado en un impecable 3D, del que no marea, incluso en las escenas excesivamente “videojueguiles”, en las que la protagonista participa en competiciones de motorball (básicamante el rollerball de James Caan, pero con cíborgs).
Sin llegar a los extremos experimentales de Speed Racer (Wachowskis, 2008), Alita recrea el estilo visual del anime en múltiples ocasiones (es especial, cuando llega la acción). En ese sentido, y en lo disparatado del diseño de algunos cíborgs (algunos bien podrían aparecer en un cómic de Frank Miller), la película sí se siente más de Rodríguez que de Cameron, pero se toma su tiempo y esfuerzo en ambientar la historia en una ciudad pobre y peligrosa que resulta verosímil, tanto por su aspecto visual como por su espíritu. Y es que no es el mejor lugar del mundo, pero no carece de cierta alegría y espíritu de barrio. Como mandan los cánones, se trata de un gueto multicultural, pero sin duda el espíritu es más mexicano que otra cosa.
Con más sabor y alma que tantas otras películas de ciencia ficción y de superhumanos, Alita quizá lo tenga difícil a la hora de competir con las poderosas campañas de Disney, pero se merece no quedar en un mero episodio piloto y dar continuidad a una historia que se queda coja precisamente por no contar con un desenlace como tal.
Sinopsis
De los visionarios cineastas James Cameron (Avatar) y Robert Rodríguez (Sin City), llega Alita: Ángel de combate, una aventura épica de esperanza y empoderamiento basada en la serie de novelas gráficas manga de Yukito Kishiro. Cuando Alita (Rosa Salazar) se despierta en un mundo futuro que no reconoce sin poder recordar quién es, es acogida por Ido (Christoph Waltz), un compasivo ciber-doctor que se da cuenta de que en algún lugar del núcleo de este cíborg abandonado se encuentran el corazón y el alma de una joven con un pasado extraordinario. Mientras Alita aprende a orientarse por su nueva vida y las peligrosas calles de Ciudad de Hierro, Ido intenta protegerla de su misterioso pasado mientras que su nuevo amigo, Hugo (Keean Johnson), un chico de la calle, se ofrece a ayudarla a desencadenar sus recuerdos. No obstante, solo cuando las fuerzas mortales y corruptas que dirigen la ciudad, encabezadas por Vector (Mahershala Ali), persiguen a Ido y Alita, esta descubre una pista de su pasado: posee habilidades únicas de lucha que parecen innatas y aquellos en el poder no se detendrán ante nada para controlarlas. Si logra mantenerse fuera de su alcance, podría ser la clave para salvar a sus amigos, a su familia y al mundo que ha aprendido a amar.
En el siglo XXIII, la Tierra sufrió “La Caída”, una guerra devastadora que frenó todo progreso tecnológico y dejó tras de sí una sociedad en la que se reutilizó hasta el último fragmento de tecnología y donde los fuertes atacan a los débiles. Trescientos años después, el corazón de la vida en la Tierra late en Ciudad de Hierro, un fértil crisol de sobrevivientes; una ciudad llena de gente corriente y humanos con mejoras cibernéticas que viven codo a codo bajo la sombra de Zalem, la última de las grandes Ciudades del Cielo. Es posible que Ciudad de Hierro sea una ciudad industrial oprimida que genera bienes para las élites invisibles que viven en el cielo, sin embargo, posee su propio color y energía, sus emociones y ambiciones. Y ahora está a punto de recibir una heroína inesperada: una cíborg adolescente que emerge de un depósito de chatarra para descubrir su identidad y convertirse en una fuente de esperanza.
Con Alita: Ángel de combate llega una inmersión sensorial total dentro de un mundo con una imaginación sin límites, una acción trepidante y una emoción visceral. James Cameron y Robert Rodríguez, dos de los principales creadores de películas innovadoras en la actualidad, han combinado su entusiasmo mutuo por la construcción de mundos ficticios y empoderadas heroínas femeninas para impulsar las posibilidades de la historia visual a un nuevo terreno. En esta ocasión, invitan al público a sumergirse en una compleja metrópolis del futuro; en la impetuosa y genuina misión de Alita para consumar su potencial humano, forjada a través de una mezcla alquímica de actuaciones evocadoras, diseño creativo, tecnología de vanguardia de captura de movimiento, imágenes generadas por ordenador, efectos visuales y cine en 3D nativo.
Basada en la serie de novelas gráficas de Yukito Kishiro, Alita: Ángel de combate reimagina un mundo mítico post-apocalíptico como una ciudad llena no solo de gigantescos cíborgs, espectáculos deportivos extremadamente rápidos y justicia sombría, sino también de fascinantes historias humanas. Para los cineastas y el elenco de galardonados y novatos actores —entre los que se encuentran Rosa Salazar, Christoph Waltz, Jennifer Connelly, Mahershala Ali, Ed Skrein, Jackie Earle Haley y el actor novato, Keean Johnson— dar vida a este mundo fue un viaje apasionante.
Jon Landau, que colaboró previamente con Cameron en Titanic y Avatar, ha trabajado en Alita como productor de la película desde el principio. El productor comenta: “Esperamos haber creado una nueva experiencia para el público; una que les permita experimentar la emoción del cine de nuevo”.
Richard Hollander, uno de los supervisores de efectos visuales de la película, forma parte de un enorme e infatigable equipo de diseñadores, artistas y experimentadores digitales que dedicaron innumerables horas de trabajo a construir las entrañas del mundo de Alita para darle vida. Este añade: “Esta película lleva a un personaje a un lugar único en la historia del cine. No solo llegas a ver a la protagonista como un ser humano, sino que de verdad sientes como si formaras parte de sus experiencias en este fértil y nuevo mundo de Ciudad de Hierro”.
Sumergir al público por completo en las profundas experiencias de la belleza y el caos de Alita tras haber renacido en la clínica de Ido, fue siempre fundamental para la visión de Cameron de la película. Aquella idea continuó siendo un referente cuando Rodríguez tomó las riendas para hacer realidad la visión de Cameron con su propia energía incontenible, junto a un equipo formado por trabajadores de las compañías de ambos, así como el galardonado Weta Digital, que eleva a un nuevo nivel la pionera tecnología de captura de movimiento utilizada en Avatar.
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