Obra clave para entender la evolución de Conan en los cómics, la saga de Bêlit es una de esas referencias de la cultura de masas que vale la pena revisitar de cuando en cuando.
En la actualidad, estas páginas ofrecen a los lectores la misma experiencia que cuando se imprimieron por vez primera (Bêlit debutó en Conan the Barbarian n. 58, enero de 1976, con guión de Roy Thomas y dibujo de John Buscema). ¿Y qué experiencia es esa? Pues una muy similar a la que propuso Robert E. Howard en su relato largo «La Reina de la Costa Negra» (Weird Tales, mayo de 1934).
Con su apariencia inolvidable, Bêlit se presenta como una reina de los piratas, acostumbrada a afilar su espada, y por lo tanto, idónea para protagonizar ese romance en el que Conan descubre ‒¿quién nos lo iba a decir?‒ la ternura y la pasión. En el cómic que nos ocupa, la relación entre ambos ya se ha asentado, y más que ese frenético amor, importa el cóctel de aventura, libertad y exotismo, servido con mano maestra por Thomas y Buscema.
La plena entrega del dibujante, a veces enturbiada por un entintado mejorable, deja satisfecho al lector de Conan, que en los setenta buscaba un pasatiempo más o menos genérico, sin grandes ambiciones temáticas, fiel al esquema que dejó marcado en sus relatos el propio Howard.
El indudable acierto narrativo de Roy Thomas consiste, precisamente, en respetar las convenciones del pulp, siempre a medio camino entre el prodigio y la trivialidad. En este sentido, una de las sensaciones que experimentamos al acompañar a Conan y a Bêlit es la de encontrar los estereotipos de un subgénero, el de espada y brujería, ordenados con gran acierto. El planteamiento de Thomas es muy descriptivo, casi naturalista, a pesar de que está lidiando con magos de otro tiempo, bestias indescriptibles y hazañas mitológicas.
Lo sobrenatural se combina con la violencia física, y los escenarios de cada aventura, tantas veces encharcados de sangre, se convierten en lugares de ensueño, donde purgarnos de la rutina y del aburrimiento.
Conviene admitir que, pese a la brillantez media de todas estas historietas, también hay altibajos. Queda claro que, poco a poco, la imaginación de Thomas alcanzó su límite, y por eso es tan acertado que el memorable número 100 (julio de 1979) sea fiel a lo que escribió Howard, con ese desenlace que cierra la relación entre Conan y su amada de una forma rotunda, madura, y sin duda, también épica. Ahí el guionista vuelve a demostrar un talento formidable, que supo desplegar junto a tres cómplices tan brillantes como John Buscema, Howard Chaykin y Ernie Chan.
Sinopsis
Este volumen recopila Conan The Barbarian # 60-63, 65, 69-77, 79-91, 93-100 (Mar. 1976-Jul. 1979) en más de 600 páginas de acción bárbara, con guiones de Roy Thomas y dibujos de John Buscema, con las míticas historias en este volumen que unían a Conan con Belit y las vicisitudes que sufren en su travesía… ¡incluyendo un enfrentamiento contra el temible Thoth-Amon!
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