Hubo y habrá más dibujantes en el paso de Conan por los cómics, pero no creo que puedan contarse con los dedos de una mano los que igualen a John Buscema. Si además Buscema viene acompañado por otro artista soberano, Ernie Chan, y añadimos a la ecuación los guiones de Bruce Jones, creo que ya sobran los argumentos para elogiar aquel recopilatorio, La marca de la muerte y otras historias, publicado en 2012 por Planeta.
A comienzos de los ochenta, tebeos como los reunidos en este volumen provocaron cierta controversia. Hoy podemos recomendarlos sin reservas, elogiando su encanto pulp y el aire casi juvenil en sus tramas, pero en aquellos días el viento soplaba en otra dirección. Para poner en contexto esa polémica, conviene tener en cuenta que Bruce Jones llegó a la serie para sustituir a Roy Thomas, acaso el autor que mejor ha comprendido las cualidades y honduras de la creación literaria de Robert E. Howard.
Muchos acusaron a Jones por no haber entendido las características que distinguen a Conan de otros aventureros: esa oscuridad en su mirada, su fatalismo, su instinto de lobo solitario… De hecho, hay quien dice que el guionista sustituyó la espada y brujería por algo más parecido al pan y mantequilla. Esto es, una fantasía acomodaticia, bastante menos desaforada que la de Thomas, y por supuesto, lejos de su avatar literario: un bárbaro que viene a ser, en palabras de Fernando Savater, un exterminador de monstruos y de mestizajes abominables, con su hacha de combate en alquiler, convencido de que «no hay pueblo ni castillo que no vivan de un modo u otro asediados por un dragón».
Por consiguiente, es preferible leer estos relatos (Conan el Bárbaro nº 131-134, 136-144, 147-149, publicados entre 1982 y 1983) sin caer en la intransigencia de los puristas. Es decir, sin preguntarse cosas como la siguiente: ¿Respeta Jones los detalles y presta atención a la continuidad de la saga? Como decía, mejor no pensar en ello, y librarse de dudas que no conducen a ningún sitio.
Frente a las suspicacias de los partidarios de Thomas, el bueno de Jones consiguió que el cimmerio se amoldase a los gustos de la época. En este sentido, los suyos son unos interesantes relatos de fantasía seudomedieval, y uno puede disfrutarlos sin problemas, con la certeza de que también resumen el espíritu de los ochenta.
Por lo demás, antes de invocar el nombre de Roy Thomas para criticar a Bruce Jones, también vale la pena recordar que el primero, pese a sus grandísimos méritos, también fue un autor irregular, y que su carrera empezó a ir cuesta abajo cuando dejó de poner toda el alma en sus creaciones.
Sinopsis
En un mundo fantástico lleno de magos pérfidos y peligrosos, un hombre compite en cuerpo, sangre y acero y se arma de valor contra la interminable oleada de enemigos reales y sobrenaturales que intentan destruirlo. ¡Hablamos de Conan!
Tanto si va paso a paso en bestias de carga como enfrentado a barcos de piratas y filibusteros; Conan lucha como nadie sabe hacerlo.
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