Tener razón es la gran droga del siglo XXI. Nos permite repetir «a mí no me engañan», mientras hablamos con superioridad moral y exhibimos sensibilidades sociales. Declararse virtuoso en estos días es la manera de dividir el mundo en dos mitades. A este lado, las personas de buena voluntad, y como adversarios, aquellos que se resisten a poner sus valores en la misma balanza.
Estamos hablando de buenos y malos, quédense con esto. Los buenos tienen derecho a quejarse, compran historias bonitas y suelen dar en el blanco. Los otros ‒comprometidos con lo peor‒ son siempre culpables, estúpidos o reos de alta traición. Carecen de crédito y se han ganado una cura de humildad. En su bando nada se salva, todo está mal.
A ustedes, probablemente, les parezca que este maniqueísmo resulta exagerado. Y sin embargo, en ello andamos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué aceptamos como si tal cosa esas identidades de brocha gorda? La historia es larga, y no es el mejor lugar para contarla. Pero el contexto es idóneo para un libro como este: un manual para polemistas ‒eso es lo de menos‒ repleto de inteligencia, lucidez e ironía.
Daniel Tubau conoce muy bien el mundo en el que vivimos. En el mercado de las ideas, triunfan la autoestima injustificada, las políticas basadas en el talante o la perspectiva ‒prietas las filas‒ y el encumbramiento de la emoción como parámetro de la virtud. Ello ha dado lugar a una sociedad infantilizada, y lo que es peor, tribal y en continua penitencia. Una sociedad ensimismada, para entendernos. Incómoda con el debate racional, pero feliz con los manifiestos, las réplicas tajantes, el puñetazo en la mesa, la cultura escuchimizada, la demagogia de baratillo y los tertulianos que llaman mucho la atención.
En fin, así las gastamos hoy.
Cómo triunfar en cualquier discusión. Diccionario para polemistas selectos demuestra que no es fácil ser un perfecto manipulador. Para embaucar al auditorio y vencer al rival con malas artes ‒es decir, para aparentar que uno tiene siempre razón‒, hace falta una estrategia que Tubau describe con detenimiento.
Añado algo que los lectores adivinamos desde el principio: en el fondo, este diccionario denuncia y critica esos métodos. No promete veneno, sino un antídoto. Así, cuando el autor explica cómo emplear los sesgos con mala fe, lo que realmente consigue es desactivar, con un guiño cómplice, esas trampas y engañifas.
No hay, de hecho, una sola entrada de este diccionario que no denuncie el totalitarismo light que muchos defienden en nuestros días.
Los demonios desatados por la posmodernidad son exorcizados aquí del mejor modo posible. Con sutileza, con erudición y con sentido del humor. Este es, seguramente, el único procedimiento eficaz para reivindicar los viejos valores de la Ilustración. ¿Reaparecerán algún día? Los lectores tienen la palabra. De momento, leer a Tubau es un tónico para quienes asisten a esta decadencia y no terminan de entenderla.
Sinopsis
Este libro ofrece las mejores estrategias para triunfar en cualquier contienda intelectual y convencer a los demás de que usted siempre sabe de lo que habla y de que sus rivales son unos indocumentados. Se trata de los recursos que todo polemista selecto debe conocer para moverse en el peligroso mundo cultural y no solo salir vivo, sino triunfante.
Ordenado en forma de diccionario para facilitar la consulta en casos de apuro, esta obra se une a otros manuales clásicos de la argumentación capciosa y la manipulación intelectual, como los Tópicos de Aristóteles, El príncipe de Maquiavelo o El arte de tener siempre razón de Schopenhauer.
Daniel Tubau es escritor, guionista, director de televisión y profesor de literatura, creatividad y guion cinematográfico. Ha escrito cuentos de terror, antologías de ciencia ficción y ensayos acerca de temas tan diversos como el arte de la estrategia chino, los mitos griegos, la infidelidad y la historia de las sociedades secretas, entre otros. En Ariel ha publicado El arte del engaño y No tan elemental.
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