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‘Clasificada S’, de Ricard Reguant. La creación de un subgénero

«Su visión de aquellos días es colorida, solidaria y vitalista, lo cual no le impide resaltar algunos episodios lúgubres»

Gracias a la generosidad de su autor, el veterano hombre de escena Ricard Reguant, he podido leer desde Perú su crónica (poco) novelada sobre una época que conoció muy bien: Clasificada «S» (Applehead Team) relata ese loco período del cine español que, recién entrada la transición democrática, fue inundado por películas de alto contenido erótico, marcadas desde el Ministerio de Cultura con la categoría S… de «sensibilidad», pero no por desatarla, que también, sino por, presuntamente, herirla.

De 1978 a 1983 (sólo un lustro y cómo nos marcó a los púberes de entonces), el «destape» de piel llenó las pantallas, arrastrando a las salas a cientos de miles de espectadores tras cuarenta años de censura franquista. Ojo, también el exceso de violencia se advertía con la S de marras, como sucedió con el estreno del primer Mad Max.

El autor de Clasificada «S» participó en la génesis y desarrollo de muchos de esos filmes nudistas o softcore producidos en España como técnico, actor y finalmente director: de Ricard Reguant pasó a ser Richard Vogue, firmando títulos literalmente míticos como No me toques el pito que me irrito o Sueca bisexual necesita semental.

En su libro, Reguant explica cómo se inició el subgénero y nos pinta un fresco vívido y genuino del fenómeno y sus principales protagonistas, contando de paso anécdotas hilarantes: desde lo mucho que costaba en las primeras producciones encontrar actores ibéricos capaces de lograr una erección con las cámaras rodando (no había costumbre) a la persecución iracunda que sufrió su equipo de rodaje cuando se pusieron a filmar con el reparto en pelotas delante de una mezquita tunecina.

Su visión de aquellos días es colorida, solidaria y vitalista, lo cual no le impide resaltar algunos episodios lúgubres, como las encerronas que tendía en su propiedad un conocido productor/director junto a su pareja, cuyas identidades apenas quedan camufladas bajo la distorsión nominal del relato.

De aquellos tiempos de carteles cinematográficos con cuerpos sembrados de estrellitas negras me queda el recuerdo de mi admiración por el actor catalán Carles Velat, un «feo gracioso» con quien en mi ingenuidad infantil y mi complejo físico me identificaba en cualquier sarao fílmico que se metiese; y mi idolatría por Patricia Adriani, una actriz de mirada turbia y deslumbrante personalidad.

En suma, un documento imprescindible para quienes deseen asomarse a una época que ahora parece marciana, pero que existió y contó con el apego entusiasta de todo un país recién salido del franquismo.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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