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«Capitán América: El Soldado de Invierno» (2005), de Ed Brubaker

Este cómic, digámoslo claro desde el principio, es una de las aventuras más dramáticas y sofisticadas del Capitán América. Tiene, además, el atractivo implícito de volver a las librerías coincidiendo con el estreno de Capitán América: El Soldado de Invierno (2014), dirigida por Anthony y Joe Russo.

¿Fue la citada película una versión del cómic que nos ocupa? Nadie podrá negarlo, aunque siempre sea preferible acercarse al papel y al celuloide sin necesidad de registrar fidelidades, y por supuesto, sin el empeño en indignarse con las libertades del adaptador, que siempre son justificables y que en este caso diferenciaron en muchos puntos ambos productos.

En todo caso, lo importante es que esta novela gráfica es un imponente ejercicio narrativo, con un vigoroso retorno a los orígenes del personaje. Una mirada atrás que, además, explica ciertas flaquezas de espíritu y determinadas desconfianzas hacia el establishment.

El cómic Capitán América: El Soldado de Invierno es doblemente interesante por la forma en que retrata al héroe en una encrucijada existencial y por la devoción que demuestran sus autores por el legado de quienes lo crearon y llevaron a la cima en el panteón Marvel.

Resumirles la trama es fácil, pero solo adelantaré unos mínimos detalles, para no arruinar ninguno de los giros que la mueven. En las primeras páginas de esta novela gráfica, descubrimos que Cráneo Rojo está interesado en adquirir un cuerpo criogenizado, cuyo brazo biónico nos lleva a intuir quién es. Los restos forman parte del armamento del que dispone un ex general del Ejército soviético, Aleksander Lukin, antiguo protegido de Vasily Karpov, el comandante del submarino que encontró ese mismo cuerpo, congelado en alta mar.

Lukin, antaño poderoso en el KGB, quiere poseer otro objeto de incalculable valor, el Cubo Cósmico, y le propone a Cráneo Rojo un intercambio que éste rechaza.

La historia del personaje criogenizado resultará familiar a los seguidores del Capitán América: al padecer daño cerebral y amnesia, no fue difícil para los soviéticos transformar a ese joven del bloque de hielo en un agente del Departmento X, bajo el nombre clave de Soldado de Inverno.

Como si se tratara de un thriller de intriga y conspiraciones, el relato arranca con dos crímenes, el del propio Cráneo Rojo y el de Jack Monroe, más conocido por su identidad secreta: Nomad. La pista del autor o autores de ambos asesinatos conducirá, de forma inexorable, a ese pasado que comparten el Capitán América y el Soldado de Invierno, y que además condiciona la relación del primero con la agente Sharon Carter.

Capitán América: El Soldado de Invierno es un relato inteligente, ambientado en un mundo a punto de estallar, totalmente desbocado, en el que los servicios secretos y las corporaciones criminales combaten sin tregua.

Especialmente recomendable es el primer tramo de Captain America vol. 5 (enero de 2005-octubre de 2005). Con un sólido guión de Ed Brubaker, impecable en su dinamismo y con un trazado psicológico igualmente conseguido, la obra se enriquece con el arte de Steve EptingMichael LarkJohn Paul LeonLee Weeks y Mike Perkins.

Nos encontramos ante una de las mejores lecturas que se le pueden recomendar a un seguidor de la Casa de las Ideas. Oigan bien lo que acabo de decirles.

Sinopsis

¡El legendario clásico en que se inspira la película! Durante más de cincuenta años, la Unión Soviética tuvo un agente encubierto… un indetectable asesino conocido como El Soldado de Invierno. Ahora, ha vuelto, trabajando a las órdenes del General Lukin, que ha conseguido hacerse con un Cubo Cósmico arrebatado a Cráneo Rojo.

El Capitán América ha jurado acabar con Lukin, pero en el camino se verá enfrentado contra El Soldado de Invierno, cuya verdadera identidad esconde el mayor secreto del Universo Marvel en más de medio siglo…

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Marvel Comics, Panini Comics. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.