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Borges, Tolkien y el anillo del nibelungo

Kenning (en plural, kenningar), en el nórdico antiguo, significa símbolo, el hecho de nombrar. Jorge Luis Borges en su Historia de la eternidad dedica un capítulo a las kenningar, y las describe como «menciones enigmáticas» que «cundieron hacia el año 100» en la poesía islandesa.

Borges las compara con las perífrasis del Siglo de Oro y cita un ejemplo extraído de la Saga de Grettir: “El héroe mató al hijo de Mak; / Hubo tempestad de espadas y alimento de cuervos.” Dos metáforas de la batalla. Otros ejemplos: el mar es el camino de las velas, el dragón es el guardián del tesoro y el rey, el señor de los anillos.

Imagen superior: «The Arming and Departure of the Knights», segundo panel de los «Quest for the Holy Grail Tapestries» (1891-1894), diseñados por Edward Burne-Jones, y completados por William Morris y su ayudante John Henry Dearle.

El poeta ingles William Morris, arquitecto y diseñador textil, fue traductor y divulgador de las sagas ‒entre ellas la de Grettir‒ y en su obra The Story of Sigurd the Volsung and the Fall of the Niblungs (1876) intercaló muchas kenningar. Fue amigo, entre otros, de John RuskinDante Gabriel Rosetti y Edward Burne-Jones. Formaban parte de la Hermandad Prerrafaelita: un movimiento literario y estético, algunas de cuyas muestras más características se relacionan con una visión idealizada de la Edad Media.

Imagen superior: «Pimpernel», diseño para papel pintado, registrado por William Morris en 1876. Museo de Victoria y Alberto, Londres.

En Literaturas germánicas medievalesBorges examina la Gesta de Beowulf, compuesta en el siglo VIII, en inglés antiguo, y traducida a principios del siglo XIX. También analiza el Cantar de los Nibelungos, utilizado por Wagner en su tetralogía de El anillo del nibelungo (Der Ring des Nibelungen).

Imagen superior: castillo de Neuschwanstein, 1866 (catálogo de la Biblioteca del Congreso).

Obviamente, de todas estas fuentes extrajo John Ronald Reuel Tolkien su material para escribir El Señor de los Anillos. Hasta tal punto llega, que se podría comparar cada escena con su equivalente en las sagas y en las leyendas sajonas y germánicas.

Por ejemplo, cuando muere Beowulf, doce guerreros cabalgan alrededor del túmulo “y deploran su muerte, lloran al rey, repiten su elegía y celebran su nombre”. En el sepelio de Theoden, se le coloca en un túmulo, alrededor del cual giran los caballeros de Rohan entonando una loa al fallecido.

 

Imagen superior: ilustración de J.R.R. Tolkien para «El Señor de los Anillos».

En la ópera de Wagner, Alberich, nibelungo, roba el oro del Rin a las ondinas que lo custodian, y forja con él el anillo del poder supremo, se vuelve orgulloso y tiránico y no cesa de humillar al resto de los nibelungos. Tanto la reacción de Gollum como las de Bilbo y Frodo se ajustan a este patrón.

Otro ejemplo: en las leyendas germánicas, las espadas sacadas de las tumbas matan a los fantasmas; como cuando Meriadoc Brandigamo (Merry) clava su «daga de los Túmulos» en la rodilla del Señor de los Nazgûl, permitiendo así que Éowyn lo destruya en batalla de los Campos del Pelennor, frente a la ciudad de Minas Tirith, capital de Gondor.

Imagen superior: óleo de Peter Nicolai Arbo basado en la Saga de Hervö, también llamada Saga Hervarar o Saga del rey Heidrek el Sabio, una epopeya islandesa del siglo XIII que inspiró en buena medida a Tolkien. El cuadro representa la muerte de Hervor, hija de Heidrek, tras la batalla de los godos con los hunos.

Tolkien fue filólogo y estudió las lenguas inglesas y nórdicas antiguas. Profesor en Oxford, elaboró a fines de los años veinte El Hobbit, y a partir de su publicación en 1937, empezó a componer El Señor de los Anillos, editado entre 1954 y 1955. Recelaba de la Revolución industrial y el maquinismo (representado por Mordor) y añoraba, en términos del nacionalismo inglés de su época, un pasado legendario, mítico, idílico y perdido a causa del progreso.

Imagen superior: pinturas sobre Lohengrin y el Santo Grial. Neuschwanstein (catálogo de la Biblioteca del Congreso).

Imagen de la cabecera: «Asgårdsreien» (1872), de Peter Nicolai Arbo.

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Joaquín Sanz Gavín

Contable y licenciado en Derecho.