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Crítica: «Venom» (Ruben Fleischer, 2018)

Lo que convierte a Venom en sintomática de un recalentamiento en el mercado de los superhéroes es su condición de artefacto prescindible, diseñado sin chispa, como si sus guionistas hubieran olvidado qué demonios significa la originalidad.

Es muy posible que su director sea una de las claves para entender qué es lo que falla en este caso. Tras rodar en 2009 una estupenda comedia terrorífica (Zombieland), Ruben Fleischer desaprovechó las posibilidades de un magnífico reparto en Gangster Squad (2013), un thriller de época con guión plano y efectos digitales de usar y tirar.

Capaz de lo mejor y de lo peor, Fleischer ha vuelto a la primera línea de fuego con un producto Marvel que se derrite a las primeras de cambio, precisamente por las mismas razones por las que falló Gangster Squad. El problema no es su protagonista ‒Tom Hardy‒, ni tampoco los secundarios ‒Michelle WilliamsRiz AhmedScott Haze y Reid Scott‒. Las verdaderas razones por las que este producto no va más allá de la simple solvencia son un guión fuera de onda, bastante deshilvanado, y un estilo narrativo borroso e impersonal.

Pensemos por un momento dónde se produce esa avería: tras un primer acto más o menos funcional y entretenido, en el que Hardy demuestra su carisma como el periodista Eddie Brock, por fin se efectúa su simbiosis con Venom, pero esta vez con falta de pulso, desaprovechando las enormes posibilidades que cabría explorar en este sentido.

No digo que Fleischer y los suyos tuvieran que juzgar la relación de Eddie con Venom, o psicoanalizar el modo en que este último domina al primero. Al fin y al cabo, esta es otra puesta al día del drama del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, y ya conocemos, poco más o menos, la dinámica de este tipo de posesiones. Pero en fin… uno esperaba mayores audacias.

El caso es que, en lugar de transmitir personalidad, la historia parece escrita por un comité.

La película oscila entre el humor, el terror y la ciencia-ficción. Por desgracia, los guionistas no saben equilibrar esas tres facetas, y los cambios de registro parecen, en los peores momentos, actualizaciones de Instagram. En otras palabras: hay textura en Venom, y también hay actores con magnetismo, pero falta mucho andamiaje narrativo, y para terminar de complicarlo, las secuencias de acción son un puro quilombo.

No voy a fingir que ignoro la dificultad que entraña rodar una película de esta envergadura. En la era de Twitter, resulta muy fácil fulminar años y años de trabajo con cuatro adjetivos. Pero precisamente por eso ‒Sony empezó a desarrollar un film sobre Venom tras el estreno de Spider-Man 3 (2007)‒, es una lástima que el resultado sea tan poco substancioso, y sobre todo, tan predecible.

En cualquier caso, el asunto aún tiene remedio. Si los planes de futuro siguen su curso, y Hardy vuelve a encarnar a este antihéroe, será bueno que cuenten con guionistas atrevidos, con un mayor dominio del personaje ‒¿dónde ha ido a parar la fascinación morbosa del simbionte?‒. Ya puestos, espero que contraten a un equipo de efectos visuales un poco más inspirado. Y por favor, que alguien les explique a los productores Avi Arad y Matt Tolmach la verdadera razón por la que han triunfado películas adultas de superhéroes como Logan (2017) o Deadpool (2016). Y no, no es una cuestión de presupuesto.

Sinopsis

Uno de los personajes más complejos y populares de Marvel asume el protagonismo cuando Eddie Brock (Tom Hardy) se convierte en el anfitrión del simbionte alienígena conocido como Venom. Como periodista, Eddie lleva tiempo intentando desenmascarar al creador de la Fundación Vida, el famoso genio científico Carlton Drake (Riz Ahmed), una obsesión que ha arruinado su carrera y su relación con su novia, Anne (Michelle Williams). Al investigar uno de los experimentos de Drake, el ente alienígena Venom se fusiona con el cuerpo de Eddie, y el reportero adquiere de pronto nuevos e increíbles superpoderes, así como la oportunidad de hacer prácticamente lo que se le antoje. Retorcido, oscuro, impredecible e impulsado por la cólera, Venom obliga a Eddie a luchar por controlar unas habilidades sumamente peligrosas que, al mismo tiempo, también resultan embriagadoras y le hacen sentir poderoso. Dado que Eddie y Venom se necesitan mutuamente para conseguir lo que quieren, se van entremezclando cada vez más… ¿Dónde acaba Eddie y empieza Venom?.

Todos tenemos algo dentro de nosotros que hace que nos hierva la sangre de rabia. Alguien (o algo) nos hace saltar y, ¿no sería estupendo poder dejarnos llevar? ¿No resultaría gratificante poder arrancarle la cabeza de cuajo a ese idiota? ¿No sería divertido poder mostrarle al mundo lo que acecha en tu interior?

Hay una razón por la que Venom es uno de los personajes más populares de la historia de Marvel. Es peligroso, es aterrador, es impredecible, lo único que iguala a su oscuro ingenio es su predilección por la violencia… y todo ello viene envuelto en un exterior con enormes ojos blancos, una boca llena de dientes afiladísimos y una larga y retorcida lengua musculosa.

El eje central de Venom lo constituyen no uno, sino dos antihéroes en un único cuerpo: Eddie, interpretado por Tom Hardy, el reportero obsesivo e impulsado por su ego, empeñado en desenmascarar a los corruptos y poderosos, y Venom, el escalofriante simbionte alienígena con superpoderes increíbles que se fusiona con Eddie. Juntos, son capaces de cualquier cosa, una perspectiva aterradora, dado que a Venom lo impulsa la cólera. En una relación verdaderamente simbiótica, se influirán mutuamente, para bien o para mal…

Según el productor Matt Tolmach, que cuenta entre sus producciones más recientes el gran éxito de taquilla de Sony Pictures, con casi mil millones de dólares recaudados en todo el mundo, Jumanji: Bienvenidos a la jungla, Eddie Brock, un reportero impulsado por su ego que pasa por una mala racha, y la dualidad que ofrecía Venom -el poder de ver el potencial propio, física e indeleblemente- ofrecía algo cercano como concepto de antihéroe. «Eddie Brock es como muchos de nosotros», opina Tolmach. «Eddie era el protector de los inocentes, que defendía a los desamparados. Pero, por desgracia, se puso a sí mismo la zancadilla. Tomó atajos. Tiene mucho ego y mucho genio. Es impetuoso. Esta película trata sobre ser una versión mejor de cómo era antes, y lo único por lo que se vuelve mejor es porque se topa con Venom».

El productor Avi Arad considera que la complicada pero entretenida mezcla de tonos de Venom ofrecía una oportunidad de hacer una película que volviera del revés las convenciones del género de superhéroes. «Eddie Brock y Venom son dos personas muy distintas que juntas cambian mutuamente sus vidas», aporta Arad. «Se trata de una historia pavorosa, intensa y divertidísima. Parece dura y oscura, pero ligera y optimista, y destaca entre la infinidad de películas de superhéroes por su original historia».

Arad prosigue: «Eddie influye en el lado bueno de Venom. Venom se vuelve como la conciencia de Eddie. Es necesario que el bueno y el malo influyan el uno en el otro para salvar al resto de nosotros».

Cuando el realizador Ruben Fleischer -que consiguió un gran éxito de culto con la producción de Sony Pictures Bienvenidos a Zombieland– asumió la dirección de Venom, los productores supieron que contaban con alguien que entendía perfectamente cómo el personaje más alucinante de Marvel podía servir para obtener una película trepidante como ninguna otra. Pero el equipo responsable de Venom también se dio cuenta de que haría falta un actor de gran talento para abarcar ambas personalidades de Venom y Eddie Brock.

Consiguieron más de lo que esperaban cuando el alabado actor Tom Hardy, responsable de algunos de los personajes más complejos del cine moderno, aceptó protagonizar la película.

Fleischer ve a Hardy como un hombre del momento, un actor de su tiempo. Fleischer explica: «Tom es uno de los mejores actores de todos los tiempos, con un enorme talento innato, que resulta cautivador en la gran pantalla. Es una auténtica estrella de cine, se encuentra en su mejor momento ahora mismo, funcionando a pleno rendimiento, y aporta mucho a cada mirada, cada momento, cada detalle, cada palabra».

Hardy estaba especialmente entusiasmado de interpretar a este personaje concreto. «Venom mola, tío, es una pasada. Mi hijo me contó todo tipo de cosas sobre él, le encanta Venom. Es un personaje estupendo para interpretar, porque Venom es implacable y, básicamente, no tiene reglas. Es muy complejo».

Ciertamente, Venom es un protagonista principal fuera de lo común, en el sentido de que es una combinación de humano y alienígena, hecho realidad mediante una mezcla similar del muy real y lleno de talento Tom Hardy y el igualmente real y lleno de talento departamento de efectos visuales, pero a través de un ordenador. Cuando está totalmente acabado, Venom está hecho de manera enteramente digital en la pantalla, así que dependía del supervisor de efectos visuales ganador de dos Óscar Paul Franklin crear un Venom que fuera lo suficientemente visceral para cautivar a los espectadores, y lo suficientemente alucinante para lograr que estuvieran de su parte. La interpretación de Tom Hardy impulsaría al equipo a crear al héroe enteramente digital definitivo.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Columbia Pictures, Marvel Entertainment, Tencent Pictures, Arad Productions, Matt Tolmach Productions, Pascal Pictures, Sony Pictures Releasing. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.