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María Pita y el desastre de la Contraarmada inglesa

Cuentan que Felipe estaba en El Escorial cuando llegó el emisario con la peor de las noticias posibles: la Armada, la Gran Armada, preparada durante años con un único objetivo (el asalto y conquista de las Islas Británicas) había sido pasto de la peor de las tormentas.

El desastre, con todo, no fue tan dramático como cuentan los ingleses. Apenas una cuarta parte de las naves enviadas se estrellaron contra las agrestes costas irlandesas. El resto, sin embargo, pudo regresar a España. Eso sí, sin haber cumplido su objetivo.

Nadie se atrevía a dar la noticia al monarca, temiendo su ira. Sin embargo, Felipe escuchó en silencio la crónica desgraciada de los hechos, respiró profundo y dijo, tan sólo: «Ha sido la voluntad de Dios». Nada de «Yo no mandé a luchar mis naves contra los elementos». Nada de frases temperamentales.

Lo que no cuentan los panegiristas de la Leyenda Negra es que la Reina Virgen, la muy temperamental Isabel, henchida de un orgullo que no correspondía, ordenó armar una flota, dispuesta a atacar puertos castellanos y portugueses, aprovechando el golpe de efecto por una victoria que, de ningún modo, podía atribuirse.

Una Contraarmada que, para gran desesperación suya, corrió la misma suerte que la de su mortal enemigo… Algo que los ingleses, tan orgullosos de su Historia, se encargan muy mucho de silenciar.

Drake en La Coruña

No acababa de creerse Isabel, la reina virgen, el triunfo conseguido sobre su odiado Felipe II. Y no acababa de creérselo porque no había hecho nada para merecerlo. La Grande y Felicísima Armada (que no Armada Invencible, pues nunca fue así conocida en nuestros lares), organizada para el asalto y conquista de las islas británicas, se había estrellado en las costas irlandesas, dando al traste con el sueño filipino de una Inglaterra nuevamente católica.

Y ahí andaba la buena de Bess, pellizcándose para creérselo, cuando se le ocurrió que la mejor defensa era un buen ataque. Y organizó una armada de 140 naves y 27.000 hombres, conocida como la Invencible Inglesa o Contraarmada, cuyo objetivo era tomar tres plazas clave: Santander, vía de comunicación marítima entre España y Flandes; Lisboa, para arrebatar el trono portugués a Felipe II y ponerlo en manos de un títere inglés, como era el Prior de Crato, primo del monarca español; y las Azores, punto estratégico en el comercio con las Indias Occidentales.

Como Almirante de dicha Contraarmada, Isabel eligió a Francis Drake, ese pirata que presumía de haber dado la vuelta al mundo… sesenta años después de que lo hicieran Elcano y sus hombres.

Drake no dejaba de ser un pirata, por muy de limpio que se vistiese y muy caballero que hubiese sido ordenado por su reina y señora. Así que, enterado de que la Flota de Indias, cargada de oro y plata, se encaminaba a La Coruña, decidió saltarse los planes y, en lugar de poner rumbo a Santander, viró al puerto gallego. Y esa fue su perdición. Porque allí iba a encontrarse con la brava de María Pita, una gallega de armas tomar, que no dudó en ponerse al frente de un ejército de civiles, que defendieron con uñas y dientes su ciudad.

Los ingleses, anonadados ante aquella mujer que luchaba a pecho descubierto, huyeron amilanados… Las posteriores derrotas en Lisboa y las Azores acabaron con los sueños imperiales de Isabel y su panda de piratas.

Así acabaron las ilusiones de aquel incipiente imperio británico. Un imperio que quería ser como España, que quería transformarse en España. Habrían de pasar casi doscientos años, ¡doscientos!, antes de conseguirlo…

El 3 de mayo de 1589 la brava María Pita defendió La Coruña del asedio inglés, infligiendo la primera de las derrotas a aquella Contraarmada que sí presumía de Invencible, humillando a aquel pirata que presumía de haber dado la vuelta al mundo, cuando lo único que había conseguido era seguir los pasos de aquellos primeros españoles que fueron los verdaderos héroes de una epopeya difícil de superar.

Honra y gloria a María Pita. Honra y gloria a nuestra Historia, escrita así, con mayúsculas.

Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.

Mar Rey Bueno

Mar Rey Bueno es doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Realizó su tesis doctoral sobre terapéutica en la corte de los Austrias, trabajo que mereció el Premio Extraordinario de Doctorado.
Especializada en aspectos alquímicos, supersticiosos y terapéuticos en la España de la Edad Moderna, es autora de numerosos artículos, editados en publicaciones españolas e internacionales. Entre sus libros, figuran "El Hechizado. Medicina , alquimia y superstición en la corte de Carlos II" (1998), "Los amantes del arte sagrado" (2000), "Los señores del fuego. Destiladores y espagíricos en la corte de los Austrias" (2002), "Alquimia, el gran secreto" (2002), "Las plantas mágicas" (2002), "Magos y Reyes" (2004), "Quijote mágico. Los mundos encantados de un caballero hechizado" (2005), "Los libros malditos" (2005), "Inferno. Historia de una biblioteca maldita" (2007), "Historia de las hierbas mágicas y medicinales" (2008) y "Evas alquímicas" (2017).