Para valorar lo que supuso Batman a fines de los ochenta, conviene analizarla con perspectiva. En 1989, año que en se desata la batmanía, Tim Burton es el maestro de la fantasmagoría y el juego visual, además de un cineasta mimado por la industria.
Además de una magnífica operación de marketing, que generó ganancias millonarias en productos derivados, el Batman de Burton es una original ilustración del personaje creado por Bob Kane, en la que se vislumbran interesantes influencias de Alan Moore y Frank Miller –dos de los mejores guionistas que jamás ha tenido el personaje–. En todo caso, el resultado final no logró satisfacer completamente a los admiradores del Señor de la Noche, quizá porque Burton nunca ha sido un gran lector de tebeos. En el fondo, lo que pretendía en este caso era narrar un cuento gótico, sin entrar en las resonancias de ese detective que vive entre la noche y el día, y que muchas veces actúa como un justiciero temible.
A buen seguro, recuerdan la trama. El millonario Bruce Wayne (Michael Keaton) es en realidad Batman, el caballero oscuro. Los delincuentes de la ciudad de Gotham tienen en él a su más efectivo oponente. Pero ningún criminal tan poderoso como el Joker (Jack Nicholson) se ha opuesto antes al enmascarado. El Joker emplea todo un arsenal químico para dominar la ciudad, pero Batman le hace frente y logra finalmente luchar con él en un singular combate que se desarrolla en lo más alto de la catedral de Gotham. El final del Joker marca el inicio de una nueva etapa en la vida de la ciudad; ahora hay un vigilante que vela por los ciudadanos desde la penumbra.
En Batman sobraba espectáculo y faltaba definición en los personajes. Con todo, sirvió para recuperar a un justiciero fundamental en la cultura popular del siglo XX, y es muy probable que sin esa experiencia no se hubiera puesto en marcha el subgénero de los superhéroes, que hoy acapara las pantallas del mercado global.
Historias de Gotham
En 1939, tras pasar siete meses trabajando en la compañía DC, editora de la revista Detective Comics, el dibujante Bob Kane toma la decisión de crear un personaje que compita con Superman, el tebeo más vendido del momento. Para diseñarlo, se inspira en El Zorro, el personaje literario creado por Johnston McCulley y popularizado en el cine por el actor Douglas Fairbanks.
Combinando la figura de El Zorro con el diseño de una máquina voladora hallado en un libro sobre Leonardo Da Vinci, Kane y el guionista Bill Finger idean un detective cuyo uniforme recuerda la imagen de un murciélago. Sigue además el esquema argumental del Zorro, y proporciona a su héroe la doble identidad de un rico hombre de negocios, Bruce Wayne, hecho a la vida frívola y ajeno por completo a esos bajos fondos que, en su dimensión de superhéroe, se encarga de vaciar de criminales.
Para explicar por qué el millonario Wayne adopta la personalidad del hombre murciélago, sus creadores plantean el asesinato de sus padres y la posterior visión de un murciélago revoloteando en torno suyo cuando decide entregar su vida a la lucha contra el crimen.
La aparición de esos animales inspira a Wayne el aspecto que debía tomar para cobrarse su venganza, imponiendo el terror entre los delincuentes de su ciudad, Gotham City. Bill Finger, colaborador de Kane, sugiere importantes detalles del uniforme y participa en el desarrollo del personaje, en el que pretende lograr una síntesis entre el Zorro, Sherlock Holmes, y dos héroes del pulp, Doc Savage y la Sombra. Entre Finger y Kane completarán las primeras aventuras del héroe, que son, en buena medida, la base del Batman de Burton.
Bob Kane vende los derechos de Batman a la DC, pero conserva la propiedad intelectual del personaje, que se estrena en mayo de 1939, en el número 27 de la revista Detective Comics. Para proporcionar un escudero al nuevo héroe, inventa a Robin, el chico maravilla, que en la vida cotidiana es Dick Grayson, el pupilo de Bruce Wayne. Robin aparece por vez primera en el número 38 de Detective Comics, en mayo de 1940. Cuando sale a la venta el comic-book, Batman, Jerry Robinson, ayudante de Bob Kane, diseña al villano con quien el enmascarado ha de enfrentarse en numerosas ocasiones, el Joker, un criminal de cabellos verdes, rostro pálido y una cruel sonrisa que Robinson ha ideado inspirándose en la imagen del actor Conrad Veidt en la película El hombre que ríe (1928), de Paul Leni. A Joker lo seguirá todo un repertorio de villanos, a cual más extraño y divertido, siempre al acecho del hombre-murciélago.
En 1965 Bob Kane participa en el proyecto de la teleserie Batman, que será un singular reflejo de la moda y filosofía de la llamada cultura pop. Tras la estela de Kane, un gran número de historietistas continúan su obra, entre ellos Jerry Robinson, George Roussos, Jack Burnley, Bill Elder, Frank Robbins y Jim Aparo. Durante los años ochenta, el personaje adopta una imagen tenebrosa, oscureciéndose también su carácter, más violento y complejo. Decisivos en esa evolución son cuatro excelentes cómics: El retorno del señor de la noche (1986), de Frank Miller; La broma asesina (1988), de Alan Moore y Dave Gibbons; Batman: The Cult (1988), de Bernie Wrightson y Jim Starlin; y Arkham Asylum (1989), de Grant Morrison y Dave McKean.
Batman y el cine
La productora Columbia Pictures encomienda al director Lambert Hillyer que ruede el serial Batman, compuesto por quince episodios que se estrenan en 1943. Los episodios, de una tremenda ingenuidad, cuentan con una banda sonora de música operística y con el actor Lewis Wilson en el papel principal.
Otro serial, estrenado en 1949, es New adventures of Batman, dirigido por Spencer Gordon Bennet y protagonizado por Robert Lowery. Redistribuido en 1957, llevará el nuevo título Batman and Robin. Ya en los sesenta, Andy Warhol reivindica a Batman como un icono del pop-art y le dedica una película experimental en 1964. Dos años después, la compañía televisiva ABC estrena su conocida teleserie sobre el héroe, que desencadena una moda de proporciones desconocidas, la batmanía, que incluso da lugar a un largometraje con los mismos contenidos del programa de televisión, Batman (1966), de Leslie H. Martinson.
Con una fuerte inversión publicitaria se produce en 1989 este Batman, de Tim Burton, que presenta a Michael Keaton en el papel de Batman y a un entregadísimo Jack Nicholson como su risueño enemigo, Joker. La imponente y juguetona banda sonora de Danny Elfman y las canciones de Prince, especialmente disfrutadas por Nicholson, redondean el atractivo comercial de este largometraje.
Rodada en los Estudios Pinewood entre octubre de 1988 y enero de 1989, con un presupuesto disparatado en aquellos días, la película tiene otra baza indiscutible: los decorados de Anton Furst, que logran convertir Gotham en un espacio urbano fascinante, enriquecido por medio de maquetas y efectos visuales por otro veterano, Derek Meddings.
A pesar del impacto que supuso en su monento, la película no ha envejecido todo lo bien que uno desearía, pero en líneas generales, cumplió su objetivo. Por otra parte, recordemos que la batmanía siguió su curso a través de una serie de secuelas más o menos rentables, cuya deuda con el film de Burton es evidente.
Sinopsis
La oscura y peligrosa ciudad de Gotham tan sólo se halla protegida por su corrupto cuerpo de policía. A pesar de los esfuerzos del fiscal del distrito Harvey Dent y el comisionado de policía Jim Gordon, la ciudad es cada vez más insegura hasta que aparece Batman, el Señor de la Noche. La reputada periodista Vicky Vale intentará descubrir el secreto que se oculta tras el hombre murciélago.
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Los textos originales del autor en los que se basa este artículo fueron publicados en la revista «Todo Pantallas», en la «Enciclopedia Universal Multimedia» (Micronet) y en los libros «Historia General de la Imagen» (Universidad Europea-CEES, 2000) y «La cultura de la imagen» (Fragua, 2006). Reservados todos los derechos.
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