Pocos recuerdan hoy las hazañas del gallardo Zingar Dan, superhombre ibérico hijo del hambre y la posguerra. Armado de pistolas de rayos y corazas invulnerables, cortejó damas, defendió huérfanos y combatió a chinos de luengos bigotes en un mundo futuro sin pies ni cabeza, antes de que se lo tragase el abismo en 1945, no mucho después de haber nacido.
Criatura salida del magín del guionista loco Canellas Casals y del trazo preciso y firme de San Francisco Darnís, fue la editorial Bruguera quien acogió sus efímeras proezas en la Serie Fantástica de su colección Viajes y Aventuras durante el año 1945, mientras los cañonazos se iban apagando en toda Europa…
Imagen superior: «Aunque su autoría no quede acreditada -escribe el autor de este artículo en su libro ‘Tragados por el abismo: la historieta de aventuras en España’ (Edicions de Ponent, 2010)- Canellas debe de ser el autor de los dos números de la inconclusa ‘Zingar Dan’: ‘Coraceros eléctricos’ y ‘El mundo invisible’ cuentan con el sello inconfundible del escritor catalán, una ciencia ficción disparatada y confusa en la que el papel de malvados corresponde una vez más a los chinos -pérfidos aún en la era tecnificada del año 3000- y a los rusos, a juzgar por la fonética del apellido del traidor científico Saratov. Estéticamente la colección es una gozada que entronca con la tradición fantástica anterior a la Guerra Civil, con aparatos y ciudades a caballo entre lo camp y lo exótico: son significativas las vestiduras de los personajes, con pequeñas toquillas y faldellines que disimulan atavíos y peinados más que ortodoxos, y las arquitecturas imaginarias deudoras del art decó. Francisco Darnís es un pionero del género en España; portadista de folletín y autor de historietas fantásticas en los semanarios de la editorial Marco, no es extraño que su dibujo mantenga una cierta deuda con las formas de hacer británicas, viñetas en las que abundan los planos generales, esbozadas con el máximo detalle que su apresurada confección permite».
Copyright del artículo © Pedro Porcel. Tras publicarlo previamente en El Desván del Abuelito, lo edito ahora en este nuevo desván de la revista Cualia. Reservados todos los derechos.