Mucha gente conoce a Escohotado (1941-2021) por este texto:
“De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país”.
Cita que abre su obra Aprendiendo de las drogas (2001), versión revisada y actualizada de la que apareció, originalmente, como El libro de los venenos (1990) y, luego, como Para una fenomenología de las drogas (1992).
La cita, sin embargo, no es de Escohotado, sino de un “Anónimo contemporáneo”, tal y como aparece reseñado en la mencionada obra. El maestro lo aclaró una y otra vez: se había encontrado con ese texto en internet, le pareció fascinante, pero nunca pudo encontrar a quien lo había escrito, de ahí la atribución anónima.
El libro de Escohotado se abre con una introducción que parece escrita a propósito del tiempo que vivimos…
“Como he razonado en otros libros, pienso que ciertos remedios crean enfermedad, y que la espiral de exigencias defensivas amenaza convertir la esperanza de seguridad y sensatez ciudadana en una meta contradictoria, saboteada precisamente por quienes prometen garantizar seguridad y sensatez a los ciudadanos. Sea como fuere, este libro se limita a ofrecer datos básicos para el autogobierno de cada individuo. Apuesta por la ilustración farmacológica frente a la barbarie farmacológica, considerando que la objetividad es el mejor estímulo para una conducta racional. Como dijo cierto sabio: la verdad se defiende sola; únicamente el embuste necesita apoyo del gobierno”.
El 21 de noviembre de 2021 murió Antonio Escohotado, maestro y referente de quienes hemos dedicado buena parte de nuestras vidas al estudio de las drogas, término por él elegido para encabezar su título más legendario. Psicótropos, plantas maestras, hierbas visionarias, hongos alucinógenos… Enseñó desde el único lugar que resulta válido: la experiencia propia.
De todo lo que he aprendido de él, de todo lo que sigo aprendiendo, cada vez que releo su monumental obra, me quedo con un pensamiento que me marcó en su momento (hace muchos, muchos años) y que dice más o menos así: en el origen de todas las religiones, en el origen de todos los dioses y las diosas que han poblado los diferentes panteones erigidos por los seres humanos, se encuentra, indefectiblemente, el consumo de una droga visionaria.
Honra y gloria a uno de los grandes intelectuales españoles que hemos tenido la suerte de disfrutar. Siento intensamente esta orfandad que me (nos) asedia en los últimos tiempos…
Imagen superior: «Historia general de las drogas» (Alianza Editorial, 1989), «El libro de los venenos» (Alianza Editorial, 1990) e «Historia elemental de las drogas» (Anagrama, 1996).
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