Dicen que las mejores historias son las que resultan accesibles a públicos de distintas edades. Y ello tiene que ver con la capacidad sugestiva que estos relatos o fábulas tienen, pudiendo extraerse interpretaciones o mensajes diferentes según el nivel de aprendizaje de quien las lee o las escucha.
Así viene sucediendo siempre, desde las narraciones tradicionales y populares reunidas por autores clásicos como Hans Christian Andersen o los Hermanos Grimm. En el siglo XX, han existido también autores capaces de llegar a múltiples lectores, como Antoine de Saint-Exupéry con El principito, Michael Ende con La historia interminable y Momo o Roal Dahl y Gianni Rodari con sus cuentos. Del mismo modo, J.R.R. Tolkien con su mundo épico y mítico de la Tierra Media o J.K. Rowling con su personaje mago Harry Potter han irrumpido en el panorama literario juvenil y adulto en las últimas décadas con gran fuerza, sirviendo como transición de edades inferiores a superiores por el contenido o poso simbólico subyacente a las historias aparentemente pertenecientes al género fantástico.
Lo que está claro es que no resulta necesario elaborar complejas y sofisticadas tramas para conseguir interesar o impactar al espectador. De hecho, en una época en la que el público parece ser cada vez más exigente (y, por contra, también aparenta contentarse con lo más simple en narrativa), se agradecen propuestas capaces de transmitir efectivos mensajes haciendo alusión a la fórmula ideada por Mies van der Rohe del “menos es más”. Es decir, lograr transmitir lo máximo posible haciendo uso de una técnica y contenido depurados. Y es que, ¿quién no se ha emocionado leyendo el libro Donde viven los monstruos de Maurice Sendak, por ejemplo?
Por todo ello, el público aficionado a un tipo de literatura exigente y a la vez accesible se encuentra de enhorabuena. Quatermass Ediciones, capitaneada por Javier G. Romero, ha publicado recientemente un libro único, empezando por su título: Chato el perro-gato o Chato, the puppy cat. Su autora, la escritora canadiense Anita Hass, representa también todo un descubrimiento en este tipo de literatura. Acostumbrados a disfrutar de sus libros sobre cine, sus poemas o su prosa, nos da a conocer ahora una faceta única: la de la narración de fábulas, a camino entre el cuento, el poema y la ilustración. El motivo de la aparición del título en español e inglés alude precisamente a otro de los interesantes ingredientes del libro: su versión bilingüe, pudiendo leerse en uno u otro idioma dependiendo de la posición con la que decida abrirse el libro. La editorial Quatermass siempre sorprende no sólo por la cuidada selección de sus autores, sino por el atractivo formato de sus publicaciones (donde editor y autor trabajan a la par, escogiendo el diseño o apariencia de los trabajos).
En este caso, el equipo formado por Romero y Haas ha dado como resultado un atractivo y vistoso volumen que permite disfrutar al lector de un texto aderezado por ilustraciones realizadas por la propia autora a lápiz de grafito (y es que quién mejor que ella a la hora de describir sus historias, personajes y escenarios). Un estilo muy personal e identificable, cargado de ternura y humor, que conseguirá la rápida empatía con el lector, haciendo que la lectura se haga amena por dinámica y entretenida (hasta el punto de beberse el contenido de una sola vez para volver nuevamente a él en distintas ocasiones).
Debemos añadir que tanto el texto en español como en inglés son obra de la propia autora, a lo que se suma el esfuerzo y mérito de trabajar con la rima poética y buscar que esta funcione en ambos idiomas sin traicionar el continente y el contenido (y eso que la propia palabra “traducir” conlleva el concepto de “traicionar”).
Como ya decimos, la historia que nos trae aquí Anita no es cualquier historia o una historia más: se trata de un cuento del que, a pesar de su aparente sencillez, pueden extraerse moralejas o interpretaciones simbólicas más complejas y que atañen a la universidad humana. Si bien el público infantil puede quedarse en los aspectos cómicos o adorables de los personajes principales (un perro y una señora llamada Susana), el público adulto puede interpretar dobles o triples intenciones y mensajes.
El conflicto principal de su argumento surge de una confusión: una mujer adopta a un perro confundiéndole con un gato, con las consiguientes consecuencias para ambos. A las dificultades de comunicación entre persona-animal se unen otros dilemas, como el de aparentar lo que no se es para contentar al otro. También, podría referirse a la actitud humana de no querer ver o enfrentarse a una realidad camuflándola de otra para autoengañarse buscando una falsa felicidad. Cuando la realidad no basta y queremos crear otra en la que vivir para sobrevivir. No obstante, la realidad siempre se impone y deriva la situación hacia un lado o hacia otro, y de ello depende la moraleja que se quiera ofrecer desde la narración. Dependiendo del público al que vaya dirigido, puede acercarse más a un final realista o a otro edulcorado para no herir sensibilidades. Baste comparar la evolución de determinados cuentos para comprobar cómo en su origen eran mucho más duros y crueles y cómo poco a poco fueron o perdiendo su “originalidad” en favor de un público infantil cada vez más sensible a un tipo de historias de final feliz. En el caso actual, pueden combinarse ambas tendencias, buscando resoluciones favorables sin obviar un camino previo no exento de dificultades.
Por ello, se agradece que tras esta historia Anita busque una concienciación hacia los derechos de los animales, tan necesaria en un mundo cada vez más individualizado e insensibilizado hacia estas y otras cuestiones. Ella misma junto a su marido Carlos Aguilar, son los primeros en dar ejemplo, teniendo adoptados a una pareja de gatos llamados “Viridiana” y “Tristana”. Seguramente ella haya interiorizado sus figuras a la hora de inspirarse en los gatos que aparecen dibujados en algunas de sus ilustraciones. Estos nombres además dicen mucho de la pasión cinéfila de ambos. Por ello, como lector y seguidor de sus trabajos, recomiendo encarecidamente este tan especial, así como otros anteriores como los dedicados al estudio del séptimo arte en relación a ámbitos musicales tan específicos como el jazz o el flamenco (volúmenes como Flamenco y cine o Cine y jazz son debido a este motivo únicos y referencia obligada para los estudiosos del maridaje de estos géneros). Incluso más allá del cine y especificando en el terreno musical, su Flamenco jazz, historia de un amor ‒a cuya presentación en el madrileño Café Central tuve la suerte de acudir, con concierto en directo incluido‒ es el más completo estudio de ambos estilos escrito hasta el momento. Conviene así mismo no dejar de lado otros monográficos escritos por este tándem, como los dedicados al actor John Phillip Law o al cineasta Eugenio Martin, que hasta el momento no gozan de una merecida bibliografía; o aquel otro escrito en solitario por ella sobre el gran Eli Wallach (prologado nada más y nada menos que por Clint Eastwood), ineludible.
Como podrá comprobarse, muchas Anitas en una, y todas diferentes e imprescindibles.
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