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Crítica: «Jungle Cruise» (Jaume Collet-Serra, 2021)

Llega a las pantallas Jungle Cruise, y en el enunciado de sus ingredientes, percibirán una cómoda invitación a defender la propuesta.

Veamos: esta es la adaptación audiovisual de la atracción del mismo nombre, abierta en Disneyland desde 1955. El diseñador artístico Harper Goff reconoció dos inspiraciones: los documentales de la serie Aventuras de la vida real (True-Life Adventures, 1948-1960) y el clásico La Reina de África (The African Queen, 1951), de John Huston. Quienes hayan visitado alguno de los parques temáticos Disney conocerán este pasatiempo, que consiste en navegar por un río repleto de criaturas animatrónicas, fruto del talento de creadores como Goff, Bill Evans y Marc Davis.

La película de Jaume Collet-Serra asume esas mismas características, solo que añadiendo un exuberante repertorio de criaturas digitales. Collet-Serra sabe que los aficionados al cine estamos condenados a repetir una y otra vez las mismas experiencias, así que no tiene ningún reparo a la hora de fijarse en otro modelo bastante obvio: la saga de Indiana Jones.

A lo largo de los últimos veinte años, la compañía Disney nos ha llevado a este estado mental: ya no sabemos si es su maquinaria de producción y márketing lo que crea sus éxitos, o si es el éxito lo que respalda esa marca de fábrica.

El caso es que Jungle Cruise sigue la receta Disney punto por punto. Hace años que figuras como Bob Iger, presidente y director general de la compañía, y Sean Bailey, presidente de producción, fomentaron una estrategia basada en el efecto tentpole (tienda de campaña). La idea consiste en lanzar películas de alto presupuesto como punto culminante de esa campana de Gauss en la que se distribuyen los datos de cualquier campaña comercial. Dicho de otro modo, hablamos de eventos muy bien publicitados, que dan lugar a franquicias o forman parte de ellas, potencian la venta de productos derivados y cuya viralidad sostiene (o compensa) lanzamientos de segundo nivel.

Casi siempre, el efecto tentpole funciona en Disney como un reloj (pensemos en las películas Marvel, en sagas como Star Wars o Piratas del Caribe, o en las adaptaciones a imagen real de los clásicos animados). Otras veces, el plan no llega a substanciarse, como sucedió en los casos de John Carter o El Llanero Solitario. Sin embargo, la compañía no ha variado su línea, entre otras cosas porque no para de crecer y porque sabe que las cintas de presupuesto bajo o medio ya no son un buen negocio en las salas.

Siguiendo esta misma fórmula, Jungle Cruise está diseñada para agradar al público familiar que va al cine durante el fin de semana o está abonado a la plataforma Disney+.

Ligera, divertida y previsible, la película cuenta con un sólido diseño de producción y con un reparto sin fisuras, cómodamente encabezado por Dwayne Johnson y Emily Blunt.

El Jungle Cruise de los parques temáticos ha eliminado cualquier detalle que pueda parecer imperialista o racista, y su equivalente cinematográfico también es el colmo de la corrección política. Ya puestos, los guionistas incluso han suavizado lo que, en principio, parecía una repetición de los tópicos de la Leyenda Negra. Así, los villanos de la función ‒los conquistadores españoles a quienes dan vida Édgar Ramírez, Dani Rovira y Quim Gutiérrez‒ acaban despertando cierta empatía. Lo mismo sucede con el empresario italiano al que encarna Paul Giamatti: un tipo estrepitoso y relamido con quien tiene deudas el personaje de Johnson. De hecho, el único malo de una pieza es el príncipe alemán interpretado por Jesse Plemons: el típico aristócrata de opereta, con una ambición oceánica y una total falta de escrúpulos.

El guión, como sucede con buena parte de las superproducciones actuales, parece elaborado por un comité. Según tengo entendido, empezaron a escribirlo en 2007 Josh Goldstein y John Norville, pero luego pasó por las manos de Roger S. H. Schulman, Glenn Ficarra, John Requa, Michael Green, Patrick McKay y J.D. Payne, para ser finalmente reescrito por Al Gough y Miles Millar. Como ya ven, esto no es precisamente cine de autor.

La acción transcurre en 1916. La valiente doctora Lily Houghton (Emily Blunt) y su hermano MacGregor (Jack Whitehall) contratan al capitán de un barco turístico, Frank Wolff (Dwayne Johnson), con el fin de adentrarse en los confines del Amazonas, en busca de una planta con cualidades sobrenaturales, capaz de curar cualquier enfermedad.

Aunque los paisajes de Hawái brindan parte del escenario, la mayor parte de esa jungla que aparece en el film ‒plantas y animales incluidos‒ solo existe en los ordenadores de las compañías encargadas de los efectos visuales: DNEG, Industrial Light & Magic, Rodeo FX, Rising Sun Pictures y Weta Digital.

De la banda sonora se ocupa todo un veterano, el admirable James Newton Howard, quien nos ofrece aquí una música cada vez menos frecuente en Hollywood: un repertorio orquestal, de aire clásico y con melodías al viejo estilo.

Desde un punto de vista formal, la película es muy correcta. Basta con leer los títulos de crédito para reconocer a profesionales que dominan su oficio. Por otro lado, tampoco tengo nada que objetar al trabajo de los actores. Está claro que Jungle Cruise es muy disfrutable. Y sin embargo, también es evidente que esta es una de esas películas que pueden generar disparidad de opiniones.

A la hora de la verdad, hay dos modos de acercarse a este material. Si uno adopta la pose del crítico quisquilloso, incómodo ante cualquier iniciativa de ese monopolio en el que se va convirtiendo Disney, sentirá que Jungle Cruise repite contenidos vistos una y mil veces. En cambio, si uno se distancia un poco, y piensa en el público objetivo ‒niños y preadolescentes‒, perdonará todos esos convencionalismos y apreciará, sin mayor problema, este alegre y trepidante retorno a la aventura exótica.

Sinopsis

De la mano de Disney llega Jungle Cruise, un emocionante y divertido periplo por el imponente e indómito río Amazonas inspirado en la clásica atracción del parque temático de Disney y protagonizado por Dwayne Johnson y Emily Blunt.

Vamos a presenciar un viaje único gracias al brusco y bromista capitán Frank Wolff (Dwayne Johnson) que nos llevará a vivir una aventura sin igual al timón de La Quila, su destartalado pero entrañable barco.

En el apogeo de la Primera Guerra Mundial, la Dra. Lily Houghton (Emily Blunt), una decidida investigadora, solicita los cuestionables servicios de Frank para guiarla a la zona más profunda y peligrosa del Río Amazonas. Allí espera descubrir el misterio de un antiguo artefacto tribal, una reliquia legendaria con el poder de cambiar el destino de la humanidad.

El capitán Nilo, con su barco rival que lleva turistas por el río, quiere atrapar a Frank y lo mismo ocurre con un implacable príncipe europeo. Ambos le pisan los talones a este extraño dúo que no suele estar de acuerdo pero que se verá inmerso en una épica misión que deberán afrontar juntos. El hermano de Lily, MacGregor, un auténtico caballero inglés, también forma parte de la aventura, que también cuenta otros innumerables peligros, desde animales salvajes hasta enemigos formidables e incluso amenazas sobrenaturales… todos acechan en la engañosa belleza de la exuberante selva tropical.

Pero a medida que se revelan los secretos de la reliquia perdida, lo que está en juego en la búsqueda de Lily y Frank alcanza niveles insospechados. Las fuerzas enemigas se van acercando y su destino y el de la humanidad, penden de un hilo.

La atracción Jungle Cruise del parque Disneyland ha emocionado a los visitantes desde que se inauguró en Anaheim, California en 1955. La popularidad de la atracción la convirtió en una de las atracciones del día de la inauguración del Parque Temático Magic Kingdom en Walt Disney World Resort de Florida en 1971, y en Tokio Disneyland en 1983. En 2005, Hong Kong Disneyland presentó una versión modificada, Jungle River Cruise, como una de las atracciones del día de la inauguración.

El tono de la atracción era más serio cuando se inauguró, ese primer día en Disneyland Park recibió a los visitantes en 1955. El río ha cambiado de curso a lo largo de los años y las incorporaciones incluyen la piscina para bañarse con elefantes, gorilas en el campamento del safari y una nueva escena con pirañas.

La vegetación está diseñada para que parezca creada por la naturaleza. Desde 1955, la vegetación de Jungle Cruise se ha convertido en su propia selva tropical con tres niveles: el dosel superior, el sotobosque y el suelo del bosque. El «padre» de la selva de la atracción fue el horticultor y Leyenda de Disney Bill Evans, que dirigió el paisajismo de gran parte de Disneyland en la década de los 50.

Los capitanes del Jungle Cruise lideran una expedición repleta de humor irreverente, que transporta pasajeros a lo largo de cuatro ríos: el Nilo en África, el Amazonas en América del Sur, el Irrawaddy en el sudeste asiático y el Ganges en la India.

“A la gente le encanta la atracción de Jungle Cruise por su rica historia y su tradición”, dice Dwayne Johnson. “Además cuando te subes a Jungle Cruise experimentas lo mismo que hace 50 o 60 años. Ese es su encanto. Cuando visitas a los parques Disney de todo el mundo, ves reproducciones de Jungle Cruise que son realmente espectaculares. Además, la gente ve cumplidos sus deseos cuando se sube a la atracción. En mi opinión, ese deseo cumplido es viajar a otro mundo y embarcarte en la aventura de tu vida”.

John Davis y John Fox fueron fundamentales a la hora de evaluar la viabilidad de convertir la atracción de Jungle Cruise en un posible proyecto cinematográfico. La película clásica de 1951 La reina de África, protagonizada por Humphrey Bogart y Katharine Hepburn, sirvió de inspiración para los Imagineers de Walt Disney a la hora de concebir el viaje. Con unas raíces cinematográficas tan sólidas además de ese sentido del humor algo kitsch, la película tenía todas las papeletas convertirse en un maravilloso cuento contemporáneo.

Para Dwayne Johnson, la visión de Jaume Collet-Serra y la «idea totalmente original de lo que debería ser esta película» eran primordiales. “Proviene de un grupo muy singular y especial de directores españoles que no solo tienen una ética de trabajo increíble y una magnífica estética visual, sino que también saben contar historias a través de su trabajo con la cámara”, explica Johnson. “Cuando piensas en todos los elementos que puede aportar una película sobre la atracción de Jungle Cruise, es fundamental contar con un artista de esta talla”.

Para Collet-Serra, su trabajo con los realizadores comenzó con una premisa en mente. “A la gente le encanta Jungle Cruise. No solo porque es de las más antiguas, también porque es una de las pocas atracciones que puede disfrutar toda la familia junta. “Puedes llevar al niño y a la abuela, así que queríamos hacer una película que reflejara esa particularidad. Una película que toda la familia podría disfrutar junta. Ese fue nuestro punto de partida”.

Para llevar a cabo este gran proyecto, Jaume Collet-Serra confió en el cerebro creativo del diseñador de producción Jean-Vincent Puzos, el diseñador de vestuario nominado al Oscar® Paco Delgado y el director de fotografía Flavio Labiano. Los supervisores de efectos visuales Jake Morrison y Jim Berney aportaron imágenes digitales alucinantes que complementan la acción y los componentes sobrenaturales.

El director Collet-Serra se asoció con su director de fotografía Flavio Labiano para crear esa sensación rica y soleada que tenía el Amazonas a principios del siglo XX y crear paisajes maravillosos que destilaran una energía especial. “Fabricamos nuestras propias lentes para las cámaras para asegurarnos de que la luz fuera cálida. “Así que todo se diseñó para llevar ese tono cálido y vibrante del Amazonas a nuestros escenarios de Atlanta. Es un gran colaborador. Filma maravillosamente bien con la cámara y consigue que los actores tengan un aspecto increíble. Ha filmado muchas películas en América Latina y sabe perfectamente cómo son las cosas allí”.

Para los personajes del conquistador, Paco Delgado se fijó en armaduras del Siglo de Oro español que pertenecían a la realeza o a miembros de la corte. No era una armadura para ir a la guerra, sino más bien una armadura para desfiles o espectáculos. Pero la belleza de la armadura hizo que los realizadores quisieran elegir esos diseños para la película. Delgado encontró un taller en Budapest que reprodujo las armaduras con métodos tradicionales, esculpiendo todos los detalles a mano y utilizando pan de oro. Los trajes abarcan una amplia variedad de épocas, desde conquistadores españoles de la década de 1550 hasta ciudadanos de principios del siglo XX y pueblos indígenas de la selva.

Cuando arrancó el rodaje en la primavera de 2018, el reparto y el equipo técnico pudieron conocer por primera vez la visión de Collet-Serra gracias a los esfuerzos de Jean-Vincent Puzos y su equipo de constructores, pintores, paisajistas y artesanos decoradores. En las colinas de la isla más verde de Hawái, Kauai, se encontraron con lo inesperado: Porto Velho, una ciudad fluvial animada e imponente, construida a lo largo de las orillas de una tranquila masa de agua.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Walt Disney Pictures, Zaftig Films, TSG Entertainment, Seven Bucks Productions, FPC Production, Davis Entertainment. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.