Cada vez que se estrena una película de superhéroes, vuelven a repetirse las mismas expectativas, sobre todo en las redes sociales. No cambian, pero son muy elocuentes. Es como una retahíla de frases hechas. El caso es que uno empieza a leerlas y pierde el interés a los veinte segundos. ¿Qué espera el público medio? Diversión, por supuesto. Chucherías digitales. Acción y persecuciones, eso que no falte. Planos épicos que parezcan salvapantallas. Unas gotas (o unos litros) de nostalgia. Y el descarte de todo aquello que resulte demasiado original. Poco más o menos, el equivalente cinematográfico de un huevo de chocolate con la sorpresa repetida.
No hay nada de malo en ello. La fórmula funciona. Produce beneficios y a mucha gente le encanta. Pero a algunos ‒que me disculpen los entusiastas‒ cada vez nos cuesta más digerirla.
Les cuento: cuando era adolescente, leía cómics de segunda fila sin parar. Algún tebeo era deslumbrante, pero el resto solían ser bodrios o baratijas. Me encantaba esa rutina, así que comprendo a quienes desean encontrarse una y otra vez con el mismo producto, por trivial que les parezca a otros. El problema ‒supongo‒ llega cuando envuelven ese pasatiempo ramplón con papel de regalo, presentándolo como un evento de primer nivel.
Y este es uno de esos casos.
Wonder Woman 1984 es una película infantil, diseñada para niñas y adolescentes de diez a quince años. A ratos, me recuerda a las teleseries que produce The CW (The Flash, Supergirl, Legends of Tomorrow), y también a los musicales que Disney destina a la pequeña pantalla. En otras palabras, es un artefacto rutinario, sin brillo, sobreactuado, sistémico. Profesional pero carente de ambiciones. Una secuela alimenticia, narrada un poco a la buena de Dios. Puro reciclaje, sin más.
Si la película se hubiera rodado con un presupuesto austero, de cara a la audiencia televisiva, creo que resultaría más simpática. Pasaríamos por alto su inconsistencia, los críos disfrutarían con ella y los adultos se dejarían llevar. La cuestión es que esto es una vanidosa superproducción, hiperpromocionada y con un reparto de primera, y eso me lleva a juzgarla desde otro ángulo. Por decirlo con suavidad, en Wonder Woman 1984 casi nada es como debería ser, sobre todo si tenemos en cuenta cómo estira el chicle de su predecesora.
Aquí falta mucho pulido y reescritura. Según quien la juzgue, y a pesar de su rentabilidad, el fracaso artístico de la película resultará más o menos obvio.
Por lo demás, los guionistas de esta producción piensan como piensan los empleados de una cadena de montaje. Hay que repetir las cosas, porque el público anda distraído con su TikTok. Los mensajes morales se remachan ‒¿cuántos acosadores y babosos coinciden con las protagonistas?‒, los clichés van y vienen ‒por enésima vez, el personaje más tímido e infeliz se convierte en supervillano‒, y el estilo nunca tiene voz propia. Cuando te quieres dar cuenta, ya no te importa nada y seguir en la butaca se convierte en una maldita obligación.
¿Por qué pasa esto? Mejor dicho, ¿por qué sucede una vez más? Vale, sí, de acuerdo: aún quedan buenos narradores en la industria. Pero en general, casi todo lo que sale de Hollywood es insustancial y anecdótico, quizá porque los productores de hoy no saben distinguir el oro de la chatarra. Y lo que es peor, ignoran por completo que hubo un tiempo en el que la gran pantalla nos daba ganas de vivir, de soñar y de comernos el mundo.
Sinopsis
Wonder Woman regresa en un juego de acción épico que lleva al público a experimentar una aventura a través de un pasado no muy lejano y a nuestro héroe a vivir un viaje que abarca el mundo entero.
Estamos en 1984 y los Estados Unidos de América se encuentran en la cúspide del poder y el orgullo, sacando a relucir lo mejor ‒y lo peor‒ de nosotros. Consumismo, riqueza, arte, tecnología, glamour… todo está al alcance de la mano donde la posibilidad de «tenerlo todo» lleva inevitablemente a querer más. Un escenario completamente diferente a 2017, el período de la Primera Guerra Mundial en el que los espectadores conocieron a Wonder Woman. Los 80 son la década perfecta para despertar en ella su compasión y su sentido de la justicia, la equidad y la generosidad, además de su amor inquebrantable por la humanidad. A pesar de tantos años viviendo y trabajando en la sociedad, para Diana Prince las ideas de «yo» y «más» le resultan tan extrañas como lo era la civilización cuando abandonó su isla paradisíaca hace 66 años para salvar al mundo de la destrucción. Ahora, ella debe volver a salvarlo… de sí mismo.
La directora, coguionista y productora Patty Jenkins aspiraba a llenar la pantalla con un despliegue de acción aún más trepidante y colocar a la protagonista ante un desafío aún mayor. «En la primera película, Diana se vio envuelta en la primera ola de la mecanización del mundo; esta vez, debe hacer frente a una humanidad en el apogeo de su éxito o, más exactamente, a sus excesos», afirma. Y añade: «Al igual que antes, hay algo para cada espectador, y mucho para los fans más avezados». Jenkins, que se encuentra obviamente entre los últimos, afirma que esto se debe a que «el núcleo de la historia nunca pierde de vista cómo es Wonder Woman: optimista, positiva, valiente… nuestro mejor yo. En mi opinión, ella es el ejemplo perfecto de lo que los superhéroes deben hacer; nos muestra cómo podemos sacar lo mejor de nosotros mismos y nos recuerda que al hacerlo, podemos crear un mundo mejor».
Gal Gadot, que no solo retoma el doble papel protagonista de Diana Prince y Wonder Woman, sino que también es productora de la película, dice: «En Wonder Woman, Diana estaba aprendiendo lo que significaba vivir con los humanos. En esta película, experimenta una evolución que va paralela a la humanidad y que, con el tiempo, la ha llevado a aprender a sentir como ellos».
Gadot recuerda el momento en el que la idea de esta historia comenzó a tomar forma para Jenkins: «Patty y yo todavía estábamos trabajando en la primera película y aún no sabíamos cómo iba a reaccionar el público. Pero ambas somos grandes soñadoras», dice sonriendo, «y nos pareció que si podíamos hacer otra película de Wonder Woman, tendría que ser un capítulo completamente diferente en su vida».
Chris Pine, que retoma un papel fundamental, comenta: «Patty sabía exactamente cómo quería que volviera Steve; es una narradora increíble tanto en el aspecto pictórico como cinematográfico y también en persona. Me fascinó la idea de regresar a un mundo que ella iba a volver a crear y, por supuesto, trabajar codo con codo con Gal«.
Kristen Wiig asume el doble papel de la torpe científica Barbara Minerva y su alter ego Cheetah, una de las favoritas de los fans y una de las rivales más temibles de Wonder Woman. «Cuando Patty me llamó para ofrecerme el papel, dije inmediatamente que sí porque me había encantado la primera película. Fue así de sencillo. Después, cuando leí el guion, me fascinó el alcance de la transformación de mi personaje, lo mucho que cambia y lo malvada que se vuelve. Siempre quise hacer ese tipo de personaje así que para mí fue un sueño poder interpretarlo».
Pedro Pascal encarna a Maxwell Lord, un villano que se incorporó al canon de DC en los años 80. El actor siempre ha admirado a Jenkins y le fascinó la idea de trabajar con el director y de encarnar a ese personaje. «La época que más me ha influido y que mejor recuerdo es la de los 80, para bien o para mal», dice riendo. «Ese sentimiento de nostalgia, sumergirse en ese mundo con una directora tan brillante que lo entiende tan bien… ¿Quién no querría formar parte del estudio de un personaje como Wonder Woman, esa superheroína que ni siquiera sabíamos que necesitábamos tan desesperadamente? Hasta que Patty y Gal nos la trajeron para recordarnos de la forma más divertida en qué consiste nuestra humanidad».
El rodaje iba a abarcar mucho terreno. De hecho se rodó en Estados Unidos, Inglaterra, Gales, España peninsular y Canarias. El impresionante formato, junto con escenarios increíblemente detallados, permitió que los realizadores, el reparto y también el público se sumergieran en una era pasada no muy lejana vista a través de los ojos de uno de los superhéroes más inspiradores del mundo.
Para la secuencia de apertura de la película, los Juegos Olímpicos de las Amazonas que tienen lugar en Temiscira, Jenkins seleccionó a 242 actrices, especialistas, atletas y jinetes de todo el mundo para actuar como amazonas que, una vez elegidas, pasaron por un riguroso proceso de entrenamiento. Además, a lo largo de la película, 38 especialistas femeninas participaron en las numerosas secuencias de lucha y acción coreografiadas por el coordinador de especialistas Rob Inch y su equipo.
Para recrear ese aspecto extraordinariamente intenso y auténtico de los años 80 que exigía la película, los realizadores volvieron a confiar en sus equipos creativos con superpoderes, liderados por el director de fotografía Matthew Jensen, la diseñadora de producción Aline Bonetto, la diseñadora de vestuario Lindy Hemming y el montador Richard Pearson.
La producción viajó a España, incluidas las Islas Canarias para rodar varias secuencias como las que se desarrollan en El Cairo y en el palacio del Emir Said Bin Abydos, así como la gigantesca secuencia de los Juegos de las Amazonas que se celebran en Temiscira, la isla natal de Diana. El sur de España demostró ser muy polivalente y sirvió para recrear un paisaje egipcio, con su arquitectura árabe y la impresionante Alcazaba de Almería; en Canarias, el rodaje se dividió entre las dos islas de mayor tamaño: Tenerife y Fuerteventura.
Construida en el siglo X por el califa de Córdoba Abderramán III, la Alcazaba era una pequeña medina amurallada: un complejo urbano que albergaba residencias reales y privadas, cuarteles de soldados, una mezquita, baños, zonas de almacenamiento, una plaza pública y oficinas gubernamentales. En la película sirvió para recrear el complejo palaciego del Emir y proporcionó una vista de la ciudad de «El Cairo» y del paisaje. La cercana Calle de las Cruces Bajas hizo las veces de una calle de la capital egipcia.
La isla de Tenerife sustituyó a la pista de montaña en la que compiten Diana y las Amazonas. Se rodó principalmente en el Valle del Olvido y la carretera constaba de una pista de un solo carril que bajaba hasta un callejón sin salida. Así que mover a 150 o 200 miembros del equipo y también a varios caballos que participaban en la competición fue todo un desafío logístico que se complicó aún más ya que había que desplazar las pesadas cámaras IMAX de 65 mm utilizadas para capturar esta increíble secuencia.
La parte del estadio de los Juegos de las Amazonas, donde decenas de amazonas animan a las participantes, se rodó en la vecina isla de Fuerteventura. La complejidad de los Juegos solo fue igualada por otro rodaje en este lugar, donde se desarrolla una batalla de convoyes a las afueras de El Cairo. Los realizadores se referían a ella como la secuencia en campo abierto y representa a la perfección el deseo de Jenkins de rodar todo lo posible con cámara de mano. Los realizadores agradecieron a la isla de Fuerteventura que permitiera al equipo cerrar durante varias semanas una carretera importante para planificar, ensayar y filmar.
De hecho, el rodaje fue tan complejo que el equipo lo diseñó en una pista de aterrizaje en desuso de Inglaterra durante un lapso de dos meses antes de enviar todo a Fuerteventura para realizar allí los tests y los ensayos. La escena exigía que los vehículos dieran vueltas de campana para que Wonder Woman corriera junto a un vehículo a alta velocidad para posteriormente utilizar su lazo para impulsarse hacia el cielo. «He rodado muchas persecuciones de coches», dice Inch, «pero muy pocas con alguien corriendo al lado de un vehículo».
Las vueltas de campana de los vehículos se realizaron por cortesía del supervisor de efectos especiales Mark Holt y su equipo de unos 50 miembros. «La secuencia de la carretera abierta es una película en sí misma», dice Holt. «Fue tan complicado que nos llevó mucho tiempo planificar cada una de las tomas y, como ocurre a menudo en esta película, queríamos hacer algo que no se ha hecho antes para que el resultado visual fuera muy impactante para el público. Así que decidimos que la camioneta diera una vuelta de campana de 360º en el que avanza, otra de 80º, y después otra vuelta de campana para aterrizar sobre las ruedas. Pasamos unos seis meses preparando esa vuelta de campana de 360º de un camión. No se había hecho nunca, pero lo logramos».
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