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«Los muertos vivientes» («The Walking Dead», 2003-2019), de Robert Kirkman

La pandemia zombi no tiene, en principio, un motor único, pero sí una apariencia habitual: los seres humanos son expulsados del Paraíso ‒es decir, del orden y la civilización‒, y se ven obligados a dormir siempre con la luz encendida, por temor a una legión de muertos vivientes que camina a la deriva.

Desde el estreno de La noche de los muertos vivientes (1968), hemos visitado ese escenario en multitud de películas, tebeos y obras literarias. Sin embargo, el cómic que nos ocupa, publicado entre octubre de 2003 y agosto de 2019, fijó una fórmula que ha trascendido tanto en el mundo editorial como en el televisivo. ¿Y cuál es esa fórmula? Digamos que Robert Kirkman, el creador y guionista, convirtió a los supervivientes del holocausto zombi en protagonistas de un melodrama de largo alcance, con tantos detalles intimistas como episodios de acción.

Dibujado en sus primeros seis números por Tony Moore, Los muertos vivientes luce la estética del sucesor de Moore, Charlie Adlard. Un clásico blanco y negro ambienta las desventuras de los protagonistas, de un tono marcadamente fatalista. En este sentido, la trama de la serie, en la que los personajes deben crear clanes y entornos de confianza, rebasados por la nueva realidad del mundo, resulta ilustrativa acerca de las causas del nuevo auge del género zombi en el cine, el cómic y la literatura.

A comienzos del siglo XXI, la publicación de superventas como Zombi: Guía de Supervivencia (2003), de Max Brooks, y Orgullo, Prejuicio y Zombis (2009), de Seth Grahame-Smith, provocó el pánico de los templarios y los illuminati, que hasta entonces habían reinado en los escaparates de las librerías.

Lo que vino después fue una avalancha de clásicos de la literatura en versión podrida y caníbal (incluyendo a un Lazarillo caza-zombis). Videojuegos como Dead Rising o Left 4 Dead heredaron los triunfos de Resident Evil y permitieron al jugador masacrar ejércitos de zombis hambrientos. Por su parte, películas como Shaun of the Dead (la mejor de este subgénero realizada en la última década) o Zombieland fueron recibidas con alegría por los aficionados, quienes disfrutan de historias de marcado tono cómico, pero en las que se puede apreciar la verdadera causa de esta nueva moda Z.

Y es que la pandemia zombi ya no es algo temido, sino deseado. Sí: en un mundo en el que ya no queda nada por explorar, y en el que los habitantes del primer mundo no sabemos hacer la O con un canuto porque nos lo dan todo hecho, un mundo post-apocalíptico parece el único escenario posible para vivir aventuras y crecer como persona.

Como señala el propio Robert Kirkman: «Las buenas películas de zombies nos demuestran lo fastidiados que estamos, nos hacen reflexionar sobre nuestra posición en la sociedad… Y sobre la posición de nuestra sociedad en el mundo».

En casi todas estas historias, si nos fijamos bien, el mayor mindundi (con el que el devorador de las ficciones de muertos vivientes se suele identificar) pasa de ser un cero a la izquierda a un improvisado héroe, en muchos casos echando mano de sus conocimientos sobre estos monstruos adquiridos tras una vida de exclusión social alimentándose de ficción inmadura.

El niño Carl de Los muertos vivientes sufre por su situación, pero también disfruta de un primitivo orgullo guerrero, de una casi tribal iniciación en el mundo adulto. Por su parte, los demás adultos ‒empezando por su padre, Rick Grimes‒ han de hacer piña frente a este nuevo mundo hostil, lo cual supone, como en la vida real, un doble enfrentamiento, externo e interno.

Para discutir sólo se necesitan dos personas, y si la situación es tan propicia al estrés y la paranoia como es el caso, el mantener una convivencia en condiciones es tan o más complicado que reventar los cráneos de una horda de muertos vivientes.

Robert Kirkman a la letra, Charlie Adlard al dibujo y Cliff Rathburn a la tinta ajustan a la perfección el equilibrio entre terror, acción y drama humano de Los muertos vivientes, manteniéndose alejados de la parodia o el exceso.

Casi a medio camino entre Romero y John Ford, este tebeo intenta mantener la dignidad de un subgénero otrora terrorífico y que prácticamente ya se ha convertido en cómico.

Nota de Robert Kirkman

«No pretendo asustar a nadie. Si eso ocurre como resultado de leer este tebeo, genial, pero de verdad… no es de eso de lo que se trata. Lo que tenéis en las manos es la obra más seria que he realizado en toda mi carrera. Yo soy el tío que creó Battle Pope; espero que os deis cuenta del esfuerzo que esto supone para mí. No es tan difícil de entender cuando uno comprende que me sumerjo en una materia profundamente seria y dramática…

Los zombis. Para mí, las mejores películas de zombis no son los festivales de gore y violencia con personajes chorras y chistes cutres. Las buenas películas de zombis nos demuestran lo fastidiados que estamos, nos hacen reflexionar sobre nuestra posición en la sociedad… y sobre la posición de nuestra sociedad en el mundo. Nos muestran el gore y la violencia y todas esas cosas guays, también… pero siempre hay una corriente subterránea de comentario social y reflexión.

Siempre preferiré Zombi (1978) a El regreso de los muertos vivientes (1985). Para mí, las películas de zombis son ficción dramática que mueve a la reflexión y están a la altura de cualquier basura merecedora del Óscar de las que se producen año tras año. Me gustan las películas que me hacen cuestionarme el tejido de la sociedad. Y en las buenas películas de zombis… de eso hay a montones.

En Los muertos vivientes quiero explorar cómo la gente se enfrenta a situaciones extremas y cómo esos acontecimientos los cambian. Y va a durar. Vais a ver a Rick cambiar y madurar hasta el punto en que miraréis atrás y, al ver este libro, no podréis ni reconocerle. Espero que os gusten las grandes sagas épicas, porque eso es lo que pretendo hacer aquí.

Todo en este libro es un intento de mostrar la progresión natural de acontecimientos que creo que se produciría en estas situaciones. Es un trabajo basado en los personajes. Cómo llegan allí estos personajes es mucho más importante que el hecho de que lleguen. Espero mostraros a vuestros amigos, vuestras familias o vosotros mismos, y sus reacciones ante las situaciones extremas de este libro.

Así que si algo os asusta… genial, pero esto no es una historia de terror. Y con eso no quiero decir que estemos por encima de ese género. Ni mucho menos, solo estamos marcando un camino diferente. Este libro trata más de ver a Rick sobrevivir que de ver a zombis asomando por la esquina para asustaros. Espero que eso sea lo que os mola.

Dejando de lado cualquier comentario sobre la historia, como mínimo, aunque os parezca un bodrio, tendréis que reconocer que por lo menos tiene muy buena pinta. Llevo trabajando con Tony Moore desde que recuerdo. He visto el trabajo de Tony, conozco el trabajo de Tony, lo conozco mejor que nadie, y debo decir, por si no se notara, que Tony ha tirado la casa por la ventana en esta ocasión. Se nota que comparte mi inmenso amor por el tema.

El libro es verdaderamente precioso. No podría estar más contento de cómo ha quedado. Espero que vosotros estéis de acuerdo conmigo.

Para mí, lo peor de las películas de zombis es el final. Siempre quiero saber qué pasa después. Incluso cuando los personajes mueren al final… quiero que sigan. Frecuentemente, las películas de zombis parecen un pedazo de vida de alguien que nos muestran hasta que quienquiera que esté al mando de la película se aburre. Conocemos al personaje, vive una aventura y entonces, bum, tan pronto como la cosa empieza a ponerse bien… aparecen esos pesados títulos finales.

La idea que hay tras Los muertos vivientes es la de seguir con el personaje, en este caso Rick Grimes, durante todo el tiempo que sea humanamente posible. Quiero que Los muertos vivientes sea una crónica de varios años en la vida de Rick. Nunca nos preguntaremos qué le pasaría luego a Rick, lo veremos. Los muertos vivientes será la película de zombis que nunca termina. Bueno… al menos, durante mucho tiempo».

The Walking Dead Chronicles (2011)

A partir del cómic de Robert Kirkman, AMC produjo una teleserie, The Walking Dead, protagonizada por Andrew Lincoln, en la piel del protagonista, Rick Grimes, Norman Reedus, Steven Yeun, Chandler Riggs, Melissa McBride, Lauren Cohan, Danai Gurira, Josh McDermitt y Christian Serratos. Estrenada el 31 de octubre de 2010, la serie alcanzó un enorme éxito y dio lugar a dos derivaciones: Fear the Walking Dead, emitida desde el 23 de agosto de 2015, y The Walking Dead: World Beyond, en antena desde el 4 de octubre de 2020.

Rodada en escenarios naturales de Georgia, The Walking Dead tuvo como primer showrunner al director de cine Frank Darabont, sustituido en posteriores tramos de la producción por Glen Mazzara, Scott M. Gimple y Angela Kang.

Coincidiendo con la segunda temporada de The Walking Dead  (16 de octubre de 2011- 18 de marzo de 2012), llegó al público un libro dedicado al show y al cómic en el que se basa. Con introducciones del director Frank Darabont y el creador Robert KirkmanThe Walking Dead Chronicles analizaba paso a paso la creación de la serie y la comparaba con su fuente original.

En la introducción firmada por Frank Darabont, director de la primera temporada de la serie, éste detalla cómo surgió el proyecto. «Para mí, fue instantáneo –escribe Darabont–. Me fue muy fácil hacer esta serie. Llevaba años queriendo contar una historia de zombis. Me encanta su mitología, todo el mundo de George Romero, y había estado buscando la oportunidad de jugar en ese terreno. Y el momento parecía el adecuado. Sigo sorprendido por cómo un subgénero de terror tan desconocido y que solo atraía a raros como yo se ha convertido en un concepto tan aceptado por el público en general. Los zombis carnívoros fueron ignorados durante décadas, y era algo que los fans atesorábamos con cariño, pero durante esta última década, los zombis se han colado tambaleándose en la cultura popular de un modo que jamás habría predicho. Hoy en día se puede ver a abuelas comprando libros de zombis para sus nietos en grandes cadenas de librerías».

«Me costó encontrar el terreno zombi adecuado en el que poder jugar –continúa Darabont–, hasta que un día entré en una tienda de cómics y me llamó la atención el primer tomo de Los muertos vivientes. Lo vi y pensé: “Oh, genial. Una historia de zombis. Justo lo que me gusta”. Así que, por supuesto, lo compré y me lo llevé a casa. Esa noche, mientras leía el primer capítulo, pensé: “De aquí podría salir una serie de televisión realmente buena”. Al llegar al segundo, pensé: “Mañana llamaré a mi agente para ver si los derechos están disponibles”».

«Los cómics de Robert me ofrecían exactamente lo que estaba buscando. A la mañana siguiente llamé a mi agente y le dije: “¿Qué podría ser mejor que una serie de televisión realmente buena, inteligente, basada en buenos personajes y ambientada en un apocalipsis zombi?”. Él pensó que era una idea genial. A eso le siguieron cinco años de rechazos (además de unir fuerzas con la inigualable Gale Anne Hurd como socia productora) antes de encontrar una cadena que estuviera de acuerdo con nosotros. Finalmente… por suerte… la AMC vio las bondades de la idea y accedió. Y, desde entonces, mi vida ha estado repleta de zombis constantemente».

«Un cómic es una cosa y una serie de televisión es otra completamente diferente. Robert escribe un material lóbrego y duro. Como fan del cómic, quiero volver a esos lugares oscuros a los que nos llevó Robert, pero tiene que haber un equilibrio. No todo puede ser lóbrego, o perderás espectadores. Incluso el mismo Robert lleva unos cinco años expresando su preocupación sobre cómo funcionarían ciertos giros y situaciones del cómic para un público más amplio y en un medio diferente. Captar el tono adecuado y mantenerlo será un reto muy delicado. Sin duda, será una constante para nosotros mientras dure la serie (caminar por la cuerda floja del tono y conversar con Robert en cada momento del proceso), pero confío en que no nos despeñaremos. Esta es una serie que, fundamentalmente, quiere atrapar al público y hacer lo que creo que consigue la mejor televisión: contar una historia larga sobre los personajes, la gente cuyas vidas quieres seguir a largo plazo. Y eso se compone de incontables pequeños momentos, y no solo de grandes reveses».

«Es un placer haber hecho algo de lo que estoy orgulloso, que me complace y que me gustaría ver como espectador. Si me enterase de que alguien fuera hacer una serie de zombis, The Walking Dead sería exactamente la serie que esperaría. Así que, si mis instintos son fiables, creo que vamos a tener un gran inicio. Y lo mejor de todo es que los fans parecen estar de acuerdo, lo que me hace muy feliz».

Sinopsis

Una terrible plaga de zombies se ha extendido por la tierra, y unos cuantos supervivientes deben encontrar la forma de refundar la sociedad, si es que los terribles no muertos no acaban con ellos antes.

Una historia llena de acción e intriga, con giros argumentales que la han convertido en el cómic de referencia del momento.

¿Cuántas horas al cabo del día pasas viendo la televisión? ¿Cuándo fue la última vez que cualquiera de nosotros de verdad hizo algo para conseguir lo que quería? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que cualquiera de nosotros necesitó algo de lo que quería? El mundo que conocíamos ya no existe. El mundo del comercio y las necesidades superfluas ha sido reemplazado por un mundo de supervivencia y responsabilidad.

Una epidemia de proporciones apocalípticas ha barrido la Tierra haciendo que los muertos se levantes y se alimenten de los vivos. En cuestión de meses la sociedad se ha desmoronado, sin gobierno, sin supermercados, sin correo, sin televisión por cable. En un mundo gobernado por los muertos, por fin nos vemos obligados a empezar a vivir.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de «The Walking Dead Chronicles», sinopsis e imágenes © Planeta DeAgostini Cómics. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).