Hay que escuchar a nuestro personaje de hoy en su justa medida para apreciar su poderoso legado. Se trata de una figura histórica del jazz y la creación que hemos elegido para recordarlo es, créanme, toda una experiencia.
La personalidad del querido amigo Sun Ra queda plenamente de manifiesto en Space is the Place, el álbum que grabó, a comienzos de 1972, con su Arkestra Solar Intergaláctica. Conviene conocer los antecedentes de esta obra tan singular. Un año antes, Sun Ra había protagonizado un curso en la Universidad de California, en Berkeley. El curso, titulado «The Black Man in the Cosmos», fascinó al saxofonista, productor y galerista Jim Newman, quien decidió promover una película inspirada en las intervenciones universitarias del músico. Aquel proyecto dio lugar a un disco y a una película que comparten las mismas intenciones estéticas.
Ambicioso, completamente inclasificable, Space is the Place es un registro en el que Sun Ra, acompañado por una potente nómina de músicos, nos muestra su creatividad con los teclados: el piano, el sintetizador Minimoog, el órgano Farfisa, el Rocksichord… Esto es free jazz absoluto, lleno de groove y de una espiritualidad próxima al gospel.
¿Y qué decir de la película resultante? Bajo la dirección de John Coney, Sun Ra deja volar su febril fantasía en un artefacto de ciencia-ficción imposible de catalogar. La trama nos sitúa en un lejano planeta donde el músico (una suerte de faraón intergaláctico) y su Arkestra deciden ubicar una comunidad utópica afroamericana.
Pero que nadie espere una típica space opera. El experimento visual nos lleva a distintas épocas de la vida de Sun Ra, en un musical vanguardista y militante, con toques de blaxploitation, donde los villanos son los científicos de la NASA, y sobre todo, el Overseer (Ray Johnson), un proxeneta elegante que viene a ser un instrumento de poder para los blancos.
Sun Ra fue un personaje mítico, muy conocido por los seguidores del jazz, aunque éstos no siempre han congeniado con sus realizaciones. Murió en 1993, con 79 años, y dejó un legado de lo más curioso. Mucha gente acudía a sus conciertos esperando alguna payasada cósmica: esas conexiones con el más allá que él vivía con tanta intensidad. Y cuando esto ocurría, a veces sorprendía a su auditorio con un concierto de lo más sobrio. En definitiva, caprichos que solo alguien como Sun Ra se podía permitir.
Quien se anime a explorar la inventiva que atesora una composición como Space is the Place podrá disfrutar de la Arkestra en toda su plenitud, con el Farfisa escupiendo ese cosmic space blues por sus cuatro costados, y esos metales, realmente abrumadores. Una experiencia, sin lugar a dudas.
Este artículo amplía una transcripción de mi programa radiofónico «Orient Express», emitido por Radio Círculo © Gernot Dudda. Reservados todos los derechos.