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Tocados femeninos

Hace seis meses (seis meses ya…), durante el último de mis viajes de cuando era intensamente feliz en mi pequeña cotidianidad (y lo sabía), visité el donostiarra Museo de San Telmo. Mi interés fundamental pasaba por contemplar la colección de tocados femeninos propios de las mujeres vascas de la Edad Moderna. Llevaba casi cuatro años obsesionada con un tocado pintado por Leonora Carrington en su cuadro La dama oval (The Green Tea) y creo que me había visto casi todos los tocados femeninos habidos y por haber en las más variadas culturas del mundo. Me interesaban, de qué manera, los reproducidos por Christoph Weiditz, dibujante y medallista alemán de la primera mitad del siglo XVI que, en su viaje por España, reunió una gran muestra de trajes españoles en su libro titulado Das Trachtenbuch des Christoph Weiditz von seinen Reisen nach Spanien (1529).

Evidentemente, no tenía ninguna prueba de que Leonora conociera aquel tratado. Ni siquiera podía aventurar que el tocado de su Dama Oval se pareciera, en algo, a los tocados vascos de principios del XVI. Pero una obsesión es una obsesión. Y yo quería ver aquellos tocados.

Sobra decir que quedé fascinada con las reproducciones así como con el Museo en su conjunto, de cuya visita han salido muchas ideas para otros tantos temas que tengo en espera. Al día siguiente, visitando la Librería Hontza, me compré un libro sobre la historia de las mujeres vascas durante la Edad Moderna. Un estudio que me habría venido de perlas cuando estaba escribiendo mis Evas alquímicas, pensé entonces… y ahí quedó la cosa.

En los meses siguientes, en medio de la situación surrealista vivida durante el confinamiento, empecé a (re)leer a Julio Caro Baroja. Y, entonces, aparecieron sus primeros escritos, en los que nunca había reparado. Entre ellos, éste: “El tocado antiguo de las mujeres vascas (un problema de etnografía)”, publicado en 1940, en un número especial de las Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria. Un ejemplar que bien merece un comentario aparte…

En su estudio, aquel joven Caro Baroja venía a demostrar, con documentación de archivo, que el tocado corniforme tenía la connotación fálica que le había atribuido el temible Pierre de Lancre, el inquisidor que hizo morir a tanta gente (en su mayoría, mujeres) con motivo de los procesos de brujería que tuvieron lugar a comienzos del siglo XVII en la frontera vasco francesa. Con el “tenía la connotación fálica” se refiere Caro Baroja a lo que pensaban los inquisidores, obispos y religiosos en general de aquellos tiempos.

Dice el historiador: “El hecho de que las viudas llevaran el tocado sin cresta es por demás significativo. Tampoco las doncellas lo llevaban, según se desprende de varios textos y grabados: únicamente estaba destinado a las mujeres casadas. Estos detalles abogan en favor de la significación fálica del tocado corniforme, de la que yo no dudo. Mas una vez admitida ésta como cierta, queda por saber lo esencial: es decir, su génesis, su causa. El poner en el vestuario femenino pieza de tal significación no puede obedecer a un capricho inexplicado; algún motivo misterioso y profundo debía tener. ¿Era éste de carácter social, religioso o mágico? He aquí lo que ignoramos. No obstante, espero que futuras investigaciones conducirán al esclarecimiento de este curioso punto particular de la etnografía vasca.”

Para terminar, al final de su estudio, afirmando: “Concluido este examen particular, convendría ahora ampliarlo con datos sobre los adornos fálicos de la cabeza en general y su significación y estructura en el folklore europeo. Pero en la ocasión presente no me ha sido posible reunir demasiados, habiendo desaparecido bastantes que tenía recogidos al ser destruida mi casa de Madrid”.

En mi particular forma de entender la historia en los últimos tiempos, pienso: fue un cuadro pintado por una británica el que me llevó, de una u otra forma, a visitar un museo como el San Telmo; a indagar en aquellos sorprendentes tocados vascos; a encontrar un estudio (hasta entonces desconocido para mí) de Caro Baroja publicado en una revista de marcado corte falangista en aquel Madrid de 1940; el mismo Madrid que asistiría a la llegada y posterior encierro de la misma pintora británica que había motivado mi búsqueda… Uroboros, bien se podría llamar mi particular historia.

Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.

Mar Rey Bueno

Mar Rey Bueno es doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Realizó su tesis doctoral sobre terapéutica en la corte de los Austrias, trabajo que mereció el Premio Extraordinario de Doctorado.
Especializada en aspectos alquímicos, supersticiosos y terapéuticos en la España de la Edad Moderna, es autora de numerosos artículos, editados en publicaciones españolas e internacionales. Entre sus libros, figuran "El Hechizado. Medicina , alquimia y superstición en la corte de Carlos II" (1998), "Los amantes del arte sagrado" (2000), "Los señores del fuego. Destiladores y espagíricos en la corte de los Austrias" (2002), "Alquimia, el gran secreto" (2002), "Las plantas mágicas" (2002), "Magos y Reyes" (2004), "Quijote mágico. Los mundos encantados de un caballero hechizado" (2005), "Los libros malditos" (2005), "Inferno. Historia de una biblioteca maldita" (2007), "Historia de las hierbas mágicas y medicinales" (2008) y "Evas alquímicas" (2017).

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