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Crítica: «La casa del terror» (Scott Beck y Bryan Woods, 2019)

Pocas sorpresas o vueltas de tuerca en este slasher juvenil de manual, modalidad “tren de la bruja” o “escape room”. Halloween es una fecha perfecta para que los monstruos (paranormales o humanos) pululen por ahí y perpetren sus maldades ante los ojos de todo el mundo sin levantar alarma, al igual que sucede con las atracciones de feria centradas en los sustos. Si juntamos esa fecha tan propicia con uno de esos entornos, la historia de terror ya está servida.

La casa de los horrores (Tobe Hooper, 1981), La casa de los 1000 cadáveres (Rob Zombie, 2003), las sagas Cube y Saw o las numerosas películas sobre “escape rooms” que se han realizado últimamente son familia directa de La casa del terror (Haunt).

El film cuenta con todos los elementos que uno puede esperar: protagonistas jóvenes y con ganas de juerga, payasos terroríficos (¿existen todavía los payasos no-asesinos?), pruebas mortales y muertes sangrientas.

Por cierto, estas últimas se muestran de manera casi subliminal. No sabemos si por cosas de la (auto)censura, por imitar el estilo de las viejas películas de Viernes 13 o, simplemente, por buscar cierto impacto ante el público joven. Para este sector de la audiencia, el gore ya es algo normalizado tras haber consumido desde la más tierna infancia tantas series de televisión y videojuegos sangrientos. Queda claro que, a la hora de impresionar a la generación del whatsapp y los stories, funciona mejor un susto rápido que una decapitación lenta.

Sin resultar memorable ni pretender serlo, La casa del terror funciona por dos razones: ofrece lo que promete, y además incluye un personaje protagonista (Katie Stevens, salida del concurso American Idol) con traumas infantiles-familiares que resulta, si no profundo, al menos sí razonablemente creíble.

Por descuido o falta e interés, no se nos explica demasiado acerca de los villanos, e incluso a veces nos cuesta saber dónde y en qué andan mentidos los sufridos protagonistas. En todo caso, uno termina agradeciendo que los responsables de la película (el dúo de directores/guionistas formado por Scott Beck y Bryan Woods, autores del guion de Un lugar tranquilo) quieran ir ligeritos y no pasarse de metraje.

Como es habitual, los protagonistas no dejan de tomar decisiones estúpidas durante toda la película, especialmente en su tramo final, lo cual puede sacar de quicio a los obsesos de la lógica, pero todo entra en el viejo resorte del cine de terror: “¡No entres por esa puerta!”.

Si uno entra en el juego de La casa del terror, disfrutará de un entretenido slasher que posee cierta atmósfera y sabor clásico, sin replicar del todo los modos o el encanto de las películas de “veinteañeros troceados” de antaño.

Sinopsis

En Halloween, seis amigos deciden entrar en una casa encantada que promete ofrecer una experiencia extrema a base de explotar sus miedos más profundos. La noche se volverá mortal cuando se den cuenta de que algunos monstruos son reales.

Escrita y dirigida por Scott Beck y Bryan Woods, guionistas de Un lugar tranquilo y producida por Eli Roth (La casa del reloj en la paredHostelCabin Fever), La casa del terror (Haunt) es una sobrecogedora historia a la par que todo un divertimento en la línea del mejor slasher que hará las delicias de los fans del género.
Protagonizada por los jóvenes Katie Stevens (The Bold Type [TV]Polaroid), Will Britain (Blow The Man DownClementineKong: La isla calavera), Lauryn McClain (Superstition: The Rule Of 3’sStep Up: High Water [TV]), Andrew Caldwell (Unbroken: Path Of RedemptioniZombie [TV]), Shazi Raja (¿Qué fue de Brad?Salvation [TV]) y Schuyler Helford, (#Cibriety [TV]Terapia con Charlie [TV]).

Declaración de los directores
«La alegría de una colaboración creativa como la nuestra es que podemos escribir dos películas a la vez. En 2016, esos guiones eran cada uno de ellos una oda al género del terror: Un lugar tranquilo y La casa del terror. Si Un lugar tranquilo era nuestra loa al terror «de prestigio» y un intento de elevar ciertas convenciones del género más que trilladas, La casa del terror era nuestro contrapunto, una sensación de que no hace falta «elevar» el terror para que sea maravilloso. Suponía un regreso a los clásicos elementos básicos del género de terror slasher, perfeccionados por nuestros héroes, como John Carpenter y Tobe Hooper, películas que te sumergen en una montaña rusa de terror y te acechan en tus pesadillas mucho después de haberse acabado los títulos de crédito.
Nuestro enfoque con La casa del terror se vio influido por dos obsesiones particulares nuestras: nuestra pasión por las películas sencillas y directas de serie B y nuestra experiencia común de habernos criado juntos en Iowa, frecuentando de adolescentes los mismos lugares favoritos. Los lugares típicos de nuestro pueblo natal no eran instituciones relucientes financiadas comercialmente como Universal Horror Nights, sino más bien fábricas abandonadas de terror. Asustaban a la comunidad con su estética mínima, reducida a los elementos esenciales de óxido, ladrillo y oscuridad, y valiéndose del minimalismo para avivar tu imaginación. Esas experiencias tempranas conformaron nuestro enfoque general a la hora de hacer cine, enseñándonos la importancia de «lo que no ves da aún más miedo». Es una lección que se infiltró en la estructura básica tanto de Un lugar tranquilo como de La casa del terror, dos guiones que se escribieron sin garantía alguna de que alguna vez llegaran a cobrar vida en la gran pantalla. Pero, para nuestra enorme sorpresa y buena fortuna, ambos proyectos recibieron luz verde simultáneamente.
Uno de nuestros colaboradores clave en La casa del terror fue Eli Roth. Nos criamos como fans de la filmografía de Eli y tratamos sus comentarios en DVD como una especie de escuela de cine. Cuando nos enteramos de que a Eli le había encantado el guion y quería embarcarse en el proyecto como productor, nos sentimos entusiasmados, pero también muy conscientes de ese viejo dicho: «No conozcas nunca a tus héroes». Para nuestro gran alivio, Eli no solo es un ser humano fantástico y un gran cinéfilo, sino que nos brindó un apoyo tremendo a lo largo de todo el proceso, empezando por el guion. Para un cineasta famoso por la casquería y los desmembramientos, nos sorprendió descubrir que Eli siempre se centraba ante todo en los personajes. Nos encantó ese instinto, ya que se correspondía con el propio nuestro: crear personajes que gusten a los espectadores, de modo que, a medida que se acumulen los muertos, se sientan más implicados emocionalmente.
En nuestra búsqueda de una dinámica de grupo realista, estudiamos otras películas más recientes, como Green Room y la comedia de Richard Linklater Todos queremos algo, pero buena parte del mérito de la química entre los personajes corresponde a nuestro asombroso reparto. Katie Stevens, Will Brittain, Lauryn McClain, Andrew Caldwell, Shazi Raja y Schuyler Helford crearon todos personajes llenos de matices, con historia y una verdad personal, y nos sentimos muy agradecidos de haber colaborado con todos y cada uno de ellos. Nuestro elenco de villanos también se vio reforzado por un talento increíble, que incluye a Chaney Morrow, Damien Maffei y uno de nuestros colaboradores más antiguos, Justin Marxen, con quien hemos trabajado desde nuestras primeras películas estudiantiles, cuando éramos niños.
Rodamos durante varias semanas a lo largo del otoño en Kentucky (capital no oficial de las casas encantadas, según Wikipedia) en una fábrica de lácteos abandonada, donde nuestro ingenioso equipo artístico –encabezado por el diseñador de producción Austin Gorg– construyó una casa encantada funcional. En los fines de semana, llevábamos al reparto y al equipo a lugares favoritos de la zona, no solo para estudiar la estética y ayudar a que se asentara la dinámica del reparto, sino simplemente para disfrutar de la temporada de Halloween, como si fuéramos todos niños otra vez.
Uno de los momentos más mágicos del rodaje fue el 31 de octubre. De algún modo, por casualidad o deliberadamente, pudimos realmente filmar una película de casa encantada de temática de Halloween durante el propio Halloween. Ese día podía sentirse una energía especial en el set, hasta los miembros del equipo técnico se presentaron disfrazados. Algunos de nuestros productores, nosotros mismos incluidos, nos disfrazamos de personajes de La casa del terror. Fue un día que tardaremos en olvidar, ya que sirvió para recordarnos qué fue lo que nos llevó a emprender esta descabellada carrera… Halloween es sencillamente como el mundo del cine: máscaras, fantasía, una pizca de terror y una buena dosis de diversión».

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Broken Road Productions, Nickel City Pictures, Sierra Pictures, eOne Spain. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).

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