Lo mejor de Felipe Fernández-Armesto (Londres, 1950) es su don para encontrar las encrucijadas en las que se resuelve el destino de nuestra especie. Con la misma soltura con la que otros historiadores relacionan fechas y eventos, él nos sorprende con un apabullante repertorio de saberes, enriqueciendo su principal especialidad, la Historia, con aportes de la antropología, la paleontología, la etnología, la filosofía o la sociología.
Quienes ya conocen a este admirable ensayista estarán familiarizados con otra de sus cualidades: la escala de su análisis, que sus libros más conocidos se despliega a lo largo de miles de años y en el trayecto que abarcan nuestras principales civilizaciones.
Hay dos formas de observar ese despliegue global. La primera vendría a ser un esbozo académico y sólo brindará respuestas básicas. La segunda amplía el punto de enfoque y nos descubre piedras angulares, raíces, elementos constitutivos y puntos de convergencia. Como ya supondrán, Fernández-Armesto prefiere esta segunda vía, que es ‒casi sobra añadirlo‒ la más densa y enriquecedora desde el punto de vista intelectual.
La gracia del asunto es que, además, lo consigue con una amenidad sorprendente, incluso cuando se refiere a temas de gran complejidad. En este sentido, Un pie en el río, la obra que motiva estas líneas, propone una singladura tan ambiciosa como Millennium (1995), Civilizaciones (2002), Las Américas (2003), Los conquistadores del Horizonte (2006) y otros celebrados ensayos de su autor.
En esta oportunidad, el historiador analiza qué supone el cambio para nuestra especie. Escrutar al ser humano al hilo de esa transformación le permite, por ejemplo, estudiar los grados de distancia entre nosotros y las otras especies que poseen lo que podemos considerar cultura: en particular, los grandes simios que, al igual que los humanos, también emplean herramientas, aprenden sus destrezas y recurren a una comunicación compleja. De hecho, la lectura de este ensayo le deja a uno convencido de que los primatólogos deberían pasar a un primer plano en las discusiones sobre el progreso de nuestro linaje.
Siguiendo esta misma ruta, Fernández-Armesto repasa las explicaciones científicas del cambio cultural, en particular las debidas a Darwin y a sus seguidores, enriquecidas luego por la visión de genetistas, expertos en inteligencia artificial y zoólogos.
El planteamiento del autor es muy sugestivo. Gracias dos resortes tan vinculados entre sí como la memoria y la imaginación, el ser humano emprende ese avance que el historiador resume en los siguientes términos: «Observamos el mundo ‒escribe‒. Lo imaginamos de forma diferente. Trabajamos para crear ese mundo imaginado. La mejor explicación para la multiplicación de las ideas es el efecto fertilizante del intercambio».
Desde este punto de vista, memoria y anticipación nos predisponen a una mudanza que prospera cuando hay un acceso a las ideas, verdaderos motores del cambio y aquí entendidas como «pensamientos que no se limitan a representar o localizar o registrar o reproducir la experiencia, sino que la exceden o la distorsionan».
O dicho de otro modo: la mala interpretación de una idea ajena se convierte en una idea propia, en ocasiones más prometedora y más estimulante que su predecesora. Por lo demás, no hay un único relato que explique este proceso que ha ido acelerándose de una generación a otra. Un proceso que no es fácil de predecir ni responde a un esquematismo determinista.
Teniendo en cuenta su calado, se me ocurren pocas obras más reveladoras que ésta a la hora de explicar la historia de la humanidad, tanto si hablamos de cambios culturales como si nos referimos a la evolución en un sentido que excede los márgenes de la biología.
Un pie en el río es, por muchas razones que irá descubriendo el lector, un libro sensacional, de una erudición asombrosa, tan emocionante en sus revelaciones como profundo en sus advertencias sobre un porvenir marcado por la homogeneidad y la globalización.
Por si ello no bastara, Fernández-Armesto vuelve a elevarnos imaginariamente hasta la altura de un transbordador espacial, como si fuéramos de ese modo capaces de avistar al homo sapiens desde un punto objetivo y remoto, con la Tierra mostrándose en su asombrosa totalidad.
Sinopsis
«Este libro no tiene precedentes y espero que sorprenda a muchos», dice el autor en las primeras páginas. Ciertamente, se ha escrito mucha historia cultural, mucha antropología, mucha divulgación científica, y desde luego mucha síntesis histórica, pero el lector seguramente nunca habrá leído una mezcla tan magistral de todo ello como la que encontrará aquí.
La pregunta de partida parece sencilla: ¿por qué la cultura humana cambia tanto de un país a otro, y por qué evoluciona a ritmo frenético? ¿Se puede cambiar y evolucionar sin límite?
A partir de ahí, empieza un viaje que parte de los filósofos presocráticos y llega a la inteligencia artificial, siguiendo el rastro de «lo humano» y la esencia del cambio.
Un libro extraordinario para pensar en el siglo XXI: la visión evolutiva de uno de los grandes historiadores de nuestro tiempo.
Felipe Fernández-Armesto (Londres, 1950) estudió Historia en la universidad de Oxford, donde fue profesor durante casi veinte años; posteriormente lo ha sido en el Queen Mary College, la universidad de Boston y en Notre Dame, además de colaborar con otras muchas. Siempre partiendo desde la historia, su interés por una multitud de temas ha dado origen a una amplia obra, entre las que destaca Los conquistadores del horizonte: una historia global de la exploración (2006), ganadora del World History Association Prize.
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