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«Batman» (1970), de Dennis O’Neil y Neal Adams

Julius Schwartz, veterano editor de DC Comics, asumió su puesto al frente de las colecciones de Batman a mediados de 1964. Lo primero que observó fue que las historias del héroe nocturno tenían un aire rancio e infantil y el estilo gráfico continuaba anclado en la estética que Bob Kane había establecido en los años cuarenta.

Decidió llevar a cabo una renovación que acercara al Hombre Murciélago a los otros personajes de la casa ya sometidos a reconversión años atrás bajo su propia dirección. Se apoyó para ello en Carmine Infantino, un dibujante con quien Schwartz ya había trabajado durante su etapa de editor de los títulos de ciencia ficción de DC en los cincuenta.

El estilo realista de Infantino y un tono más policiaco en los argumentos se combinaron en Batman a partir del número 327 de Detective Comics (mayo 1964). Puede que a los ojos del lector actual aquel cambio no resulte tan revolucionario, pero los aficionados de entonces sí lo percibieron como un avance. El éxito no se hizo esperar y la nueva popularidad obtenida por el héroe se tradujo en la traslación de sus aventuras a la pequeña pantalla. La serie televisiva de Batman se estrenó en 1966 y su impacto fue fenomenal.

Por desgracia, su aproximación autoparódica, el tratamiento cómico de los personajes y lo absurdo de las aventuras acabaron filtrándose hasta los cómics del héroe de Gotham. Y no precisamente para mejor: tratando de emular el éxito televisivo, se forzó un retorno a las aventuras fantásticas, una simplificación de los argumentos y una regresión al estilo caricaturesco. Apareció una Batman Family compuesta de personajes ridículos –mascota incluida: Batmito– y los casos detectivescos se vieron desplazados por poco dignos enfrentamientos con extraterrestres y seres extradimensionales. Al principio, al albur de la moda, los cómics de Batman se aprovecharon de la ola, pero a la postre, ese cambio no sólo fomentó el abandono de los lectores ganados dos años antes, sino que no se tradujo en la fidelización de los nuevos.

Los cómics de Batman se vendían cada vez menos –en tan solo un año las ventas cayeron en 100.000 ejemplares–, pero no se trataba de un fenómeno aislado. En un entorno de caída de las ventas de cómics que provocó el cierre de varias editoriales, DC estaba perdiendo cuota de mercado mientras que Marvel la aumentaba. Era necesario afrontar nuevos cambios. DC comenzó a nombrar para puestos editoriales a profesionales con conocimientos artísticos. Carmine Infantino fue el primero, asumiendo el cargo de editor en jefe. Éste, por su parte, contrató a toda una serie de guionistas y dibujantes que se marcharon de Charlton Comics, como Pat BoyetteDick GiordanoDenny O’Neil o Jim AparoJoe Orlando, nombrado editor de los títulos de terror, tenía experiencia como dibujante y guionista en el género gracias a su paso por EC Comics y Warren, etc. Neal Adams fue otra de aquellas «adquisiciones» destinadas a renovar la editorial.

De su labor en Deadman ya hablamos en otro artículo. En 1968, Adams había realizado ya un puñado de portadas y dos historias para World´s Finest , la serie que agrupaba a Superman y Batman. Pero en aquel entonces no estaba particularmente interesado en el personaje y su interpretación del mismo no era diferente a la que daba para Superman: el mismo héroe con un traje diferente y dibujado de acuerdo con las directrices gráficas establecidas por Carmine Infantino. Aún peor, aquellos guiones eran patéticamente infantiles. Que Batman y Robin se enfrenten a Superman y Jimmy Olsen en un concurso de inteligencia anual ya resulta bastante malo, pero que una de las trampas dispuestas por el Hombre Murciélago para atrapar a Superman consista en la detonación de una bomba nuclear, era simple y llanamente ridículo. Por no hablar de las resoluciones de las historias y el inexistente tratamiento de los personajes. La brecha entre esas aventuras infantiles y el dibujo adulto de Adams era tremenda. Su arte pedía a gritos guiones más elaborados.

En primera instancia, Julius («Julie») Schwartz, rechazó la petición de Adams de incorporarse al equipo gráfico de las colecciones de Batman (parece ser que algo tuvo que ver el acuerdo, próximo a caducar pero aún vigente, entre DC y Bob Kane). Así que el artista se dirigió a Murray Boltinoff, editor a cargo de The Brave and the Bold, una colección que emparejaba a Batman con otro héroe diferente en cada número. Esta vez la respuesta fue afirmativa y Adams pasó a encargarse del dibujo de la colección de manera más o menos regular entre agosto de 1968 y enero de 1971 (números 79-86 y 93).

Adams se hizo con el personaje en muy poco tiempo. Una de las primeras cosas que llevó a cabo fue acercarlo a su visión de lo que debía ser una criatura de la noche. Estudió la forma y movimiento de las alas de los murciélagos y pensó que debía incorporarlos a la estética del héroe. Menciona también una película de Drácula de la Hammer en la que Christopher Lee movía su capa de una forma que, pensó, Batman debía imitar, convirtiendo ese trozo de tela en algo vivo con lo que realzar el dramatismo de las escenas.

Su forma de romper la tradicional disposición de las viñetas, descomponiendo la página en paneles irregulares y colocando en su interior la acción en atrevidas angulaciones tuvo un enorme impacto. Tiempo atrás, durante tres años y medio, Adams había estado dibujando una tira de prensa (Ben Casey) cuya estructura era invariablemente la misma: una viñeta detrás de otra. De repente, el formato del cómic le daba la oportunidad de abordar la página como una unidad narrativa y aprovechó tal libertad de una forma inaudita hasta la fecha en el ámbito del comic-book. Cada historia tenía un ritmo y una estructura diferentes y el lector nunca sabía que encontraría al volver la página.

Además, su estilo realista le permitió reflejar con eficacia toda una variedad de emociones, como la alegría, la pena, la angustia, la determinación, el miedo, la furia…

No sólo Batman sino todos los personajes secundarios parecían más reales que nunca. Su amor por el detalle y la expresividad que incorporaba a los rostros, los cuerpos y las manos, encantó a lectores y profesionales. El talento que Adams desplegó en DC Cómics de 1968 a 1974 continúa siendo hoy objeto de admiración y estudio.

En The Brave and the Bold Adams tuvo la oportunidad de dar su personal interpretación de otros personajes de la casa: Aquaman, el Sargento Rock, Creeper, Nuevos Titanes, Deadman, Flash … aunque quizá su aportación más interesante en este sentido sea el número 85 (agosto 69), «Han disparado al senador», en el que reformó completamente el aspecto de Green Arrow, dotando al héroe de barba, la primera vez que se hacía tal cosa en los cómics de superhéroes. Adamssugirió su cambio de aspecto –uniforme incluido– y el guionista Bob Haney lo aceptó, integrándolo en la historia.

Para muchos lectores, el nuevo y carismático aspecto de Green Arrow supuso toda una revelación y, prueba de su vigencia, es que no ha experimentado cambios apreciables desde entonces.

El formato team-up de la colección dejaba poco margen al guionista, quien tenía que emparejar a Batman con el personaje que le indicara el editor. La elección de éste se basaba en la respuesta de los lectores a anteriores apariciones de tal o cual héroe. Aún así, Bob Haney realizó un trabajo competente, incluyendo elementos de género negro (asesinatos, guerras de bandas, mafiosos, especuladores inmobiliarios, intrigas financieras en compañías petroleras…) que, sin ser extraordinarios, sí elevaban la serie por encima de lo que podría haberse esperado. Seguían siendo historias con tendencia a la moraleja facilona, sin atención alguna a la vida privada de los héroes (con una excepción, el nº 84, junio 69, en el que Bruce Wayne adopta a un nuevo y problemático pupilo) y resoluciones a menudo apresuradas y absurdas.

Unos meses después, Julius Schwartz no pudo ignorar el aluvión de cartas de aficionados que afirmaban con entusiasmo que el único y verdadero Batman de la editorial era el que podía verse en The Brave and the Bold . Adams cuenta que el editor le interpeló preguntándole qué le hacía pensar que era él quien sabía el aspecto que debía tener Batman. «Julie«, contestó Adams, «No soy solo yo el que sabe cómo debería ser Batman, sino todos los chicos de América. Los únicos que no lo saben son la gente de DC Comics».

Efectivamente, tras la cancelación del programa televisivo, los editores no sabían muy bien qué hacer con el personaje. El regreso a la época de Jerry Robinson y Dick Sprang era imposible y el tono ligero e infantil impuesto a raíz de la serie de televisión no estaba funcionando. Pero en The Brave and the BoldNeal Adams había mostrado el camino a seguir. Era necesario encontrar guiones que se ajustaran al nuevo tono oscuro y realista de su dibujo y en los que el misterio se impusiera a la fantasía intrascendente.

Frank Robbins llevaba ya algún tiempo siendo el guionista principal del Batman supervisado por Schwartz. La llegada de Neal Adams a Detective Comics y Batman (el apartado gráfico de The Brave and the Bold quedará en manos de Nick CardyMike SekowskyBob BrownIrv Novick y, finalmente, Jim Aparo, otro de los fichajes de la extinta Charlton) le hará imprimir un giro hacia lo gótico y lo terrorífico en sus historias.

Fue precisamente Robbins quien desarrolló una idea de Adams para Detective Comics 400 (junio de 1970): el personaje de Man-Bat: Kirk Langstrom es un científico obsesionado con Batman que crea un suero a partir de glándulas de murciélago. Al inyectárselo, se inicia una monstruosa metamorfosis física y mental que irá desarrollándose en dos números más (Detective Comics 402 y 407), conformando la primera gran saga de esta nueva etapa.

Otra historia en la misma línea terrorífica fue «The House that Haunted Batman», si bien su origen se sitúa meses antes de la renovación del personaje. Marv Wolfman y Len Wein eran dos jóvenes aspirantes a guionistas profesionales que amaban al personaje y deseaban devolverle su aspecto oscuro y misterioso. Escribieron una historia acorde a su visión en la que Batman entraba en una especie de casa encantada y en la que se introducían toques sobrenaturales. Esto sucedía antes de que se produjera la renovación de la que estamos hablando por lo que, cuando la presentaron a Schwartz, éste la rechazó argumentando que era demasiado siniestra. Se lo mostraron entonces a Dick Giordano quien se la pasó a Neal Adams. Éste vio tantas posibilidades en el argumento que pasó varios meses dibujándolo antes de presentarle las páginas a Schwartz. Para entonces, las historias de Batman ya habían adoptado su nuevo estilo y aunque al editor le molestó que unos y otros hubieran tramado todo a sus espaldas, supo reconocer una buena historia y la publicó en Detective Comics 408 (febrero 1971)

Schwartz no tardó en llevar a cabo una serie de cambios muy osados con el fin de establecer claramente el inicio de una nueva etapa. En primer lugar, decide prescindir en la medida de lo posible de Robin. De esta forma, se perfilaría mejor un «nuevo» Batman más adulto, solitario, oscuro y vengador. Así, en Batman 217 (diciembre de 1969), un número guionizado por Frank Robbins y dibujado por Irv Novick, el Chico Maravilla iniciaba sus estudios en la universidad. No es que Robin dejara su carrera como luchador contra el crimen pero en adelante lo haría principalmente en solitario y en historias de complemento en lugar de acompañar a Batman.

En el mismo número, Bruce Wayne cerraba su mansión y se mudaba a un ático en el centro de Gotham, en un edificio propiedad de la Fundación Wayne –en el que, por supuesto, también contaba con su propia Batcueva. Ello acercará más el héroe a la ciudad y modernizará su entorno, aproximándolo a los lectores.

Quien se convertiría en el principal guionista de esta nueva y decisiva etapa del Hombre Murciélago sería otro joven escritor procedente de Charlton Comics: Denny O’Neil. Éste contaba con una licenciatura en literatura inglesa y filosofía, había servido en la Marina y comenzado su carrera profesional en el ámbito del periodismo local. Roy Thomas fue el primero, a mediados de los sesenta, en reconocer su talento, encargándole algunos guiones para Doctor ExtrañoDaredevil . O’Neil pasó a continuación a trabajar para Charlton en series como PranksterChildren of Doom o Wanderantes de fichar para DC junto a otros compañeros de editorial. Fue entonces cuando no sólo se consolidó como guionista, sino que contribuyó a renovar el viejo estilo de la veterana compañía.

Julius Schwartz no le pasó desapercibido el nuevo guionista y le encargó que profundizara en el camino de devolver al héroe a sus orígenes más oscuros. O’Neil interpretó a Batman como un vengador obsesivo, incansable y perfecto en su lucha contra el crimen, sin olvidar su lado humano. Los argumentos de O’Neil tienen un claro sabor detectivesco (un crimen, varios sospechosos y pistas que el lector pueda seguir) y una ambientación gótica con elementos de terror sobrenatural que a menudo prescindía del entorno urbano de Gotham (aspecto este último que sintonizaba con la moda de la época por el género de terror).

En enero de 1970, en Detective Comics 395, apareció la primera historia realizada por O’Neil y Adams, quienes se ocuparían del personaje de forma discontinua durante tres de años (en total, quince números, primero en Detective Comics –hasta abril de 1971– y luego en Batman (desde el nº 232, de enero de 1971, hasta, con alguna interrupción, el nº 255, enero de 1974).

O’Neil y Adams llevarán a Batman a España para resolver un crimen, recuperando al As Enemigo de Joe Kubert y rindiendo un homenaje a ese artista; en México se enfrentará a una pareja que aspira a la vida eterna; se encontrará con una familia de «monstruos de feria» en cuyo seno anida una tragedia; junto a Robin resolverá una serie de crímenes relacionados con el holocausto judío; o enfrentará su talento detectivesco a la inteligencia de Dos Caras o el Joker y deberá sobrevivir al encuentro con un auténtico hombre–lobo.

Y está, por supuesto, la saga de Ras Al Ghul, una de las más recordadas de la historia del personaje. O’Neil puso los cimientos de esa historia en Detective Comics 411 (mayo de 1971), continuando el mes siguiente en la otra colección del héroe, Batman 232 (junio 1971). El argumento irá avanzando en números posteriores, del 242 al 244 (septiembre 1972), con un epílogo en el 245.

Esta saga presentó a dos personajes clásicos en la mitología batmaniaca: un villano de la talla de Ras Al Ghul y su hija Talia, una belleza que hechizaría a los lectores y que mantendría una difícil e imposible relación con Batman. Ni él podía amarla por su compromiso obsesivo con su particular cruzada, ni ella le podía guardar lealtad absoluta dado su linaje. Eran personajes sólidos, modernos y sugestivos que nada tenían que ver con los bizarros dementes que formaban parte de la galería criminal de Gotham. Neal Adams también hizo un magnífico trabajo con ambos, particularmente con Ras, presentándole como un imponente hombre maduro de aire oriental, que no vestía uniformes estridentes pero cuya expresión facial transmitía tanta inteligencia como amenaza.

Por su parte, Adams, continuó depurando su Batman oscuro. Su planificación de página fue quizá algo más comedida de lo que había sido en su etapa en The Brave and the Bold , pero al reducir el efectismo gráfico –bienvenido en mayor medida en historias con poco lustre– permite que el lector se concentre en la historia. Sintonizando con el tono que O’Neil daba a sus argumentos, decantó su vigoroso dibujo hacia el terror –género que no le era en absoluto desconocido puesto que se ocupaba regularmente de las portadas de los cómics de terror de la casa–: sus viñetas mostraban árboles retorcidos, murciélagos, edificios siniestros, callejones oscuros, páramos neblinosos, fantasmas y criaturas grotescas… Su estilo siguió acercando los cómics a la ilustración y alejándolos del aire caricaturesco que durante años habían cultivado los dibujantes de la casa. A esa labor contribuyó en no poca medida el oscuro y temperamental entintado de Dick Giordano.

El dúo O’Neil / Adams se convirtió en uno de los más influyentes y reconocidos de la industria, aunque, dada la rígida estructura editorial de DC en aquel momento, su colaboración nunca incluyó el contacto personal. Efectivamente, O’Neilrecibía el encargo de Schwartz, escribía el guión en una semana y se lo remitía para su aprobación. El editor, entonces, se lo pasaba a Neal Adams para que lo ilustrara, iniciando así la etapa gráfica de la producción (que incluía, además, la rotulación y el color). No hubo realmente intercambio de ideas o sugerencias entre guionista y dibujante y, aún así, el resultado fue de una calidad envidiable.

O’Neil y Adams volverían a marcar un hito –aunque éste sin reconocimiento comercial en el momento de su publicación– con su trabajo para Green Lantern/Green Arrow , del que hablaré en otro artículo. A partir de 1972, la participación de Adams en las series de Batman se redujo a dos: los números 251 y 255 de Batman (septiembre de 1973 y abril 1974). Para entonces, Adams ya había abandonado las grandes editoriales para concentrarse, junto a Dick Giordano, en la gestión de su propia compañía, Continuity.

Adams ocupa un lugar único en el mundo del comic-book. Su innovador trabajo sirvió de puente entre el final de la Silver Age y la edad contemporánea. Al convertirse en modelo para todos los artistas que le sucedieron –desde Bill Sienkiewicz hasta Brian Bolland–, su estilo también sirvió de inspiración para muchos otros con aproximaciones gráficas menos ortodoxas, desde Walt Simonson hasta Howard Chaykin, desde Dave Sim a Frank Miller pasando por directores artísticos y diseñadores publicitarios. O’Neil, por su parte, continuaría su carrera como guionista, llegando incluso al puesto de editor de los títulos de Batman en su momento de máxima popularidad a finales de los años ochenta.

Cuando la etapa de O’Neil y Adams en Batman llegó a su fin, ya nadie pensaba en recuperar al alegre «dúo dinámico» y su Batfamilia. El héroe de Gotham no solo había revalidado con creces su título de mejor detective del mundo sino que se había convertido en una criatura de la noche temida por todos los criminales.

Copyright © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de viñetas y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".