Para situar esta novela, bastaría con hablar de su autora ‒o autor‒ (Dinamarca, 1963), que nació como Claus Beck-Nielsen, pero en 2001 declaró su propia muerte para así perder una identidad definida. Desde entonces, bajo el nombre de Madame Nielsen, es como conocemos a esta escritora, compositora, cantante y directora de escena. Todas estas facetas artísticas influyen considerablemente en su obra.
Estamos en el invierno de 1993, en la era posterior a la caída del muro de Berlín. El protagonista de The Monster es un joven hermético, indolente, del que no conocemos demasiado, solo algún retazo nos describe que vivió en el Moscú de la antigua Unión Soviética. Aterriza en Nueva York con la pretensión de unirse al grupo de teatro The Wooster Group, al que pertenece el actor Willem Dafoe, y con el que, casualmente, parece guardar un notable parecido físico. De manera aparentemente espontánea se presenta en el Soho, en The Performing Garage, la sede del grupo teatral, en el preciso momento en el que parecen ensayar una nueva obra. Rápido comprende que su lugar dentro la jerarquía del grupo está entre los que definen como volunteers, una especie de ayudantes que, mientras esperan con estoicismo que les llegue su oportunidad para subirse al escenario, ejercen labores de muy bajo calibre, en muchas ocasiones, incomprensibles.
Nielsen aprovecha muy acertadamente esta coyuntura para, a través del uso de unos diálogos incongruentes ‒con la peculiaridad de estar traducidos al inglés y no al castellano‒, retratar a los personajes que pueblan ese mundo altivo, narcisista y, por qué no decirlo, hasta cierto punto absurdo y estúpido.
Una vez terminado el ensayo, como apenas tiene dinero ni ha planeado qué hacer, el aspirante a actor se limita a comprar el último sándwich en un mercado cercano a la sala de ensayo como cena, y vagabundea por el Soho hasta apurar la hora de dormir. Para encontrar su lugar de descanso, hace uso de una extraña lista de teléfonos que alguien hace tiempo le facilitó. En la lista hay miembros de una organización de anfitriones estadounidenses, hosts, quienes tienen predefinido cuántas noches pueden acoger a un invitado y cuya única moneda de cambio es algo tan abstracto y turbador como “mostrarse abierto a su esfera de interés”. En su primera noche da a parar a una casa en West 25th Street, en la que unos gemelos, con una obsesiva inclinación hacia la obra de Andy Warhol, lo acogen siguiendo unos excéntricos rituales y un comportamiento inquietante. Despierta en una habitación forrada de terciopelo, y el nuevo día comienza con un solitario desayuno en una cocina donde encuentra una fotografía de una familia formada por dos progenitores y dos hermanos gemelos.
Este itinerario del primer día en el que llega a Nueva York se va repitiendo en los sucesivos, a lo largo del libro, como un bucle en espiral al que van incorporándose o suprimiendo ciertos matices que irán desgranando distintas perspectivas de una pesadilla ininteligible, donde se confundirá el arte con la vida, el sexo con la muerte. The Monster es, básicamente, repetición, el hastío de la repetición. Como una obra escenográfica que se expande buscando obsesivamente la copia exacta o la destrucción definitiva en esos tres actos: la mañana como volunteer en el ensayo en The Performing Garage, la tarde con el último sándwich en el mercado y merodeando por el Soho neoyorquino, hasta terminar entregándose a los caprichos degenerados de los gemelos de West 25th Street.
Como toda performance ‒la lectura de esta novela consigue crear esa sensación‒, es el lector el que contempla, indaga, seguramente estupefacto a medida que pasa las páginas, para estructurar una historia perceptible. Ahí surge la eterna desconfianza de la performance: quizá nos quieran contar algo que no estamos preparados para entender, o bien se trata de algo a lo que nos empeñamos en dotar de sentido y quizá no lo tiene.
El lector, tal como hace el protagonista acudiendo a los fútiles ensayos, a la extraña casa de los gemelos, no es capaz de detener la repetición cuando parece estar en su mano. ¿Por qué no, simplemente, abandonar la novela? Tal vez sea porque la narración no ofrece esa alternativa. Nielsen ha creado una obra que desestabiliza las leyes de la literatura, que pone a prueba a los osados lectores que hayan entrado en su performance en bucle.
Sinopsis
Invierno de 1993. Un joven europeo aterriza en Nueva York siguiendo la estela de The Wooster Group y se instala en el Soho con el único objetivo de subir al escenario y convertirse en el nuevo Willem Dafoe. Su pasado es brumoso; al parecer, en algún momento estuvo en la Unión Soviética con su banda de rock. No tiene dinero ni dónde dormir, pero dispone de una lista de teléfonos. En uno de los números de la lista le responden, y entra así en un mundo paralelo recubierto de terciopelo y regido por unos extraños ritos. Su existencia neoyorquina se divide entonces en dos: durante el día se sienta en la sala de ensayo y observa; por la noche, para tener un techo sobre su cabeza, se entrega a unos juegos que no son solo sexuales. Ese desdoblamiento se apodera también de esta inquietante novela, que discurre entre la pesadilla y la reflexión, el arte y la vida, el sexo y la muerte.
Madame Nielsen es escritora, directora de escena, compositora y cantante. Es autora de la trilogía Selvmordsaktionen (2005), Suverænen (2008) y Store Satans fald (2012). En 2014 publicó El verano infinito, que apareció en 2017 en esta misma colección. Más tarde aparecieron la novela de formación Invasionen (2016), Det højeste væsen (2017), The Monster (2018) y Lamento (2020). Merecedora de varios premios literarios, ha sido seleccionada para el Premio de Literatura del Consejo Nórdico en distintas ocasiones. Sus obras se han traducido a doce idiomas. Para la escena, Madame Nielsen, en colaboración con el Teatro Real de Dinamarca, produce la pentalogía teatral Mediernes Teater –que incluye, hasta la fecha, De europæiske medier (2012), De elskende (2013) y Markedet (er ikke noget sted) (2015)–. Como parte del grupo The Nielsen Sisters ha publicado cinco álbumes y ha ofrecido numerosos conciertos en Europa y América. Madame Nielsen estuvo a cargo del proyecto Das Beckwerk hasta 2010.
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