Asiste uno encantado, como todos los seguidores del Hombre de Acero, a la oportuna redefinición del personaje que propuso en 2011 el guionista Grant Morrison, apoyado sobre un equipo artístico excelente: el dibujante Rags Morales, los entintadores Rick Bryant y Sean Parsons, y el colorista Brad Anderson.
Buen conocedor de lo que históricamente ha supuesto la cabecera Action Comics, Morrison recuperó la identidad original del héroe: un protector de los oprimidos, alejado de toda afectación, dispuesto a emplear su fuerza sobrehumana en la defensa de los más débiles.
En este sentido, aunque pueda resultar chocante, está bien justificado el curioso uniforme del campeón kryptoniano, que luce la capa roja –un icono del siglo XX–, camiseta de manga corta con su emblema correspondiente, y unos desgastados vaqueros azules. En otras palabras: viste la ropa que llevaría alguien recién llegado a Metrópolis desde un pequeño pueblo de Kansas.
Quién sabe. Quizá ese atuendo informal y en apariencia improvisado sea el que Superman sigue necesitando en los tiempos que corren. No me sorprende que, como dijo Jeffrey Renaud, podamos relacionar al rejuvenecido superhéroe con Li’l Abner, el montañés fortachón e inocente que dio título al cómic satírico escrito y dibujado por Al Capp desde 1934 hasta 1977.
Por la misma razón, este Superman con vaqueros heredaba ciertos rasgos de otra criatura popular, Paul Bunyan, el gigantesco leñador que la tradición folklórica sitúa en los bosques de Estados Unidos y Canadá, y que fue llevado al papel por James MacGillivray en 1906.
El Clark Kent de Morrison comienza a descubrir cómo puede emplear sus poderes en un arco argumental donde encuentra su lugar en el mundo: frente a los poderosos –ese cajón de sastre en el que también habita Lex Luthor– y al lado de quienes, como él, tienen problemas para pagar sus facturas a fin de mes.
A la hora de apretar el botón de reset en Action Comics. Morrison procuró eludir la parafernalia propia de la ciencia-ficción, y en su lugar, hundió las raíces del personaje en las viejas tradiciones morales de América, consciente de que su faceta humana es la que aún provoca simpatía en el lector contemporáneo.
En ausencia de los Kent, la soledad de Clark no es aquí la de un huérfano, sino la de un auténtico alien: alguien que, como le pasa a tanta gente, vive en una especie de indeterminación forzosa, que solo puede mitigarse con ideales y esperanzas renovadas.
Por otro lado, el nuevo Clark no parece enamorado de Lois Lane, aunque el camino es largo y Morrison, obviamente, tenía claro hacia dónde conduce.
Más allá de todas estas consideraciones y del sinnúmero de referencias que nos regaló el guionista, está claro que este relanzamiento de Superman fue diseñado con inteligencia y respeto. Aun con los vaqueros puestos, el Hombre de Acero continuó siendo el titán que luce la S mayúscula con naturalidad y con orgullo.
Sinopsis
Tras los eventos de Flahspoint, el universo DC tal y como se conocía dejó de existir. La cruzada de Flash en su intento por evitar la muerte de su madre en el pasado, devino en una nueva línea temporal en la que todo era muy diferente, y en la que, por ejemplo, Superman ni siquiera fue criado por el gentil matrimonio Kent, sino que fue encontrado por el gobierno y convertido en objeto de estudio.
Pero tras Flaspoint, el UDC hizo borrón y cuenta nueva. Todo dejó de existir y todas las colecciones y personajes arrancaron desde cero, dejando de ser esclavas de su pasado. Lo que vais a leer a continuación es el origen del nuevo Superman, un Hombre de Acero que aún da sus primeros pasos.
Nota de David Fernández
«Con el llamado nuevo Universo DC construido sobre la reformulación de personajes con décadas de continuidad a sus espaldas, la totalidad de las colecciones publicadas por la editorial resultan más accesibles a nuevas generaciones de lectores. Pero encontrar el equilibrio entre atraer a una mayor audiencia y seguir contando con el favor de los seguidores más veteranos se antoja como una ardua tarea; factible si se cuenta con el talento de Grant Morrison, todo un “funambulista” a la hora de conjugar tradición y modernidad. El guionista escocés se nutre de la vasta riqueza del imaginario de DC Comics para construir una interpretación de Superman que compatibiliza dos niveles de lectura, ambos igualmente disfrutables: el primero, pensando en los legos en materia superheroica, ante quienes expone de forma eficaz y certera el origen, la caracterización y las motivaciones de personajes principales y secundarios; el segundo, orientado a los lectores habituales, destinatarios de múltiples referencias a etapas y conceptos fuertemente arraigados en la mitología del Hombre de Acero. Vocación no solo apreciable en el enfoque social que impregna este primer arco argumental –tan deudor del trabajo de Jerry Siegel y Joe Shuster–, sino también en el constante recurso a ilustres conocidos de nuestro protagonista: por las páginas de estos cómics ya han desfilado remozadas versiones de Lois Lane, Jimmy Olsen, el Dr. John Henry Irons –Acero–, y por supuesto los padres biológicos –Lara Lor-Van y Jor-El– y adoptivos –Jonathan y Martha Kent– de Clark, que se llevan la peor parte de este relanzamiento.
(…) Como se puede apreciar en las seis entregas de Action Comics publicadas hasta la fecha, Grant Morrison ha aprovechado a conciencia su primera historia al frente de la colección para presentar a la galería de personajes principales, subrayar los rasgos diferenciadores de su versión de Superman, sembrar pistas que conducirán a futuras líneas argumentales y justificar la existencia del nuevo uniforme ideado por Jim Lee y Cully Hamner. (…) En septiembre de 2011, y tras 73 años ininterrumpidos respetando su numeración original, llegó el momento de que Action Comics luciera de nuevo un “1” en su portada. (…) Los más puristas podrían pensar que con esta decisión se mancilla una tradición justificada en base a la importancia capital de aquella historia que, firmada por Jerry Siegel y Joe Shuster, se publicó en la primera entrega de Action Comics (1938). Pero si algo ha propiciado la elección del equipo creativo encargado de esta nueva etapa es la reivindicación del clasicismo a través de la evocación de las primeras apariciones del personaje. Un mérito achacable a Grant Morrison (Glasgow, Escocia; 1960), quien, además de atesorar una valiosa experiencia en el relanzamiento exitoso de títulos del calado de JLA, New X-Men o Batman, posee una habilidad innata para conjugar tradición y modernidad mediante la reinterpretación de conceptos clásicos»
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