La mujer a la que hace referencia el título de este clásico maravilloso es Marianne Ihlen, llamada Marianne Jensen tras su matrimonio con escritor noruego Axel Jensen. Ambos se enamoraron en la adolescencia, y tras su boda, viajaron hasta la isla griega de Hydra en 1958. Allí nació su hijo, Axel Jr. Sin embargo, Jensen se enamoró de otra mujer y abandonó a Marianne.
Cuando ella conoció al cantante Leonard Cohen, el romance entre ambos surgió de inmediato, a tal punto que se convirtió en la musa que inspiró varios temas de los álbumes Songs of Leonard Cohen (1967) y Songs from a Room (1969).
Marianne, su hijo y Cohen se instalaron en Hydra. La imagen de la joven noruega, sentada a la máquina de escribir en una habitación blanca, aparece en la contraportada de Songs From a Room. «Al presentar un momento tan íntimo ‒escribe Ian McGillis‒, Cohen aprovecha una potente mística mediterránea (Esa habitación estaba en Grecia, en la isla de Hydra). Como otro par de artefactos culturales populares de la época ‒el Cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell, y Zorba el griego, de Nikos Kazantzakis‒, el álbum de Cohen insinuaba con fuerza que allí había un lugar al que podías ir y ser un artista, o tal vez simplemente un bohemio polivalente, liberado de las limitaciones burguesas de la época, viviendo lo que se sentía como un nuevo tipo de vida, e incluso sintiendo la conexión con algo arcano».
Más tarde, los tres se mudaron a Montreal. Vivir con Cohen nunca fue fácil, ni en ese paraíso bohemio del Mediterráneo que fue Hydra, ni en el frío Montreal. Pero un sentimiento fuerte pervivió entre ambos más allá de su ruptura al cabo de varios años. Cohen escribió «So Long, Marianne» cuando se separaron (sus traumas sentimentales acabaron a menudo trasladados a las letras y títulos de sus canciones). Incluyó la canción en su álbum de debut, el ya citado Songs of Leonard Cohen” (1967).
«Los años que pasamos en Hydra ‒contaba Marianne en 2005‒ fueron realmente buenos. Muy buenos. Nos sentábamos y caminábamos bajo el sol, escuchábamos música, nos bañábamos, tocábamos, bebíamos, discutíamos. y hacíamos el amor y… Fue absolutamente fabuloso, ya sabes, tenerlo así. Durante cinco años, fui siempre descalza (…) Y conocí a mucha gente hermosa. (…) Algunos están muertos. Muchos están muertos. (…) De repente te das cuenta de que ya no es posible comunicarse correctamente. Al final, no pudimos llegar a ninguna parte. No entendía qué decía él, ni entendía lo que yo decía. (…) Leonard se sumergió en su escritura y continuó con sus canciones. (…) A lo largo de los últimos 40 años, he seguido soñando con Leonard. Independientemente de si está con otra persona o de la escena que lo rodea, él es un sueño positivo. (…) Esta relación nuestra fue un regalo para mí. Y un regalo para Leonard, para no subestimarme por completo. Y eso es lo que fue. A partir de la ruptura, creo que también significó una especie de apertura vital para ambos, para bien o para mal».
A veces, la vida imita la poesía. Marianne murió en Oslo el 28 de julio de 2016, a los 81 años, víctima de una leucemia. Cohen, conocedor de su enfermedad, le escribió una carta poco antes de su muerte en la que decía: “Estoy solo un poco por detrás de ti, lo suficientemente cerca como para cogerte la mano. (…) Nunca he olvidado tu amor y tu belleza. Pero eso ya lo sabes. (…) Viaja segura, vieja amiga. Te veré al final del camino. Mi amor y gratitud”.
Cohen murió poco después, el 7 de noviembre de ese mismo año.
Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Reservados todos los derechos.