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«Sentencia de muerte» («Death Sentence, 2007), de James Wan

“Lo que necesita la ciudad son más policias que habitantes” (El justiciero de la ciudad / Death Wish, 1974, de Michael Winner).

Desde niño soy fan del subgénero de justicieros urbanos, porque es lo más parecido a un western situado en tiempos modernos: la venganza es un leitmotif eterno, por limitado que parezca, y sumamente agradecido. Con la excusa de la venganza, uno puede montar, deseablemente en pantalla, la escabechina que le pida el cuerpo. Mi favorita del tema era con diferencia Curso 1984: de adolescente ansiaba que le ocurriera algo malo a mi familia o a gente querida sólo para poder masacrar al culpable. Cosas de humanos.

Durante los últimos años he echado de menos la desenfadada violencia de ese tipo de pelis. Sin embargo, estamos de enhorabuena porque, ya sea reflejo de la violencia real que vive el mundo (probablemente) o un revival típico de Hollywood (probablemente 2), el caso es que los justicieros urbanos vuelven. Y sin demasiados complejos, además.

Caso 1: La extraña que hay en ti, de Neil Jordan. Caso 2: Death sentence, de James Wan.

La nuestra es una generación de cineastas muy graciosa, porque hay como una obsesión subyacente en muchos directores jóvenes por intentar legitimar artística y conceptualmente el subgénero más descarado y gratuito. Así, te encuentras montones de películas que creen justificar su qualité metiendo un poco de sacudidas de cámara al hombro: Death sentence peca de eso. Creo que es una película súper divertida, que si la pillas de chaval alucinas, pero anda sobrada de pretensiones: aquí sí estamos más cerca de Curso 1984 (ay, Mark L. Lester, cómo te añoro) que de El justiciero de la noche, por mucho que sea una adaptación de la segunda novela de la serie Death Wish.

Si en La extraña que hay en ti algún diálogo peca de engorroso, aquí directamente nos adentramos muchas veces en el terreno de lo ridículo (los parlamentos de Kevin Bacon en el hospital, junto a su hijo; sus remoloneos con la detective, una negra guapísima, por cierto). Sin embargo, a la hora de meterse en harina de revancha, James Wan se pone las pilas y da muchísimo de sí: sobre todo, es de agradecer que los malos, cuando deciden vengarse de nuestro Perry King de turno, vayan en estampida a cargárselo en plena calle a plena luz del día; una variante vía atajo que nos ahorra mucho tópico de guión y que proporciona una persecución gloriosa, con estupendo plano secuencia incluido.

Aunque la película jamás se extralimita del contradictorio mensaje habitual de estas historias (”¡Nunca quieras llegar a estos extremos!”) y es muy probable que tanto su director como su protagonista se la tomen más en serio de lo que sospechamos (para empezar, ¿a cuento de qué dura la peli 106 minutos? Una peli de éstas  no debe pasar jamás de los 90, y aquí se demuestra una vez más), el espectáculo de sangre y adrenalina se merece un Notable. Dicho esto, su final a lo spaghetti western, irónicamente, sí funciona como reflexión sobre la violencia experimentada. Ah: y John Goodman está fantástico en un papel imposible.

Pero, por encima de todo, Kevin Bacon es un tío carismático, un actor voluntarioso y tiene un buen rabo. ¿Qué más se puede pedir?

Sinopsis

Nick Hume (Kevin Bacon) es un ejecutivo de modales impecables que tiene una vida perfecta, hasta que una noche es testigo de la muerte de su hijo a manos de unos delincuentes. Transformado por el dolor, Hume llega a la terrible conclusión de que no existe nada que no se pueda hacer para proteger a la familia.

Copyright de imágenes y sinopsis © 20th Century Fox, Hyde Park Films, Baldwin Entertainment Group, Brass Hat Films, Dune Entertainment, TriPictures. Reservados todos los derechos.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
(Avatar © David Campos)