«El acto de defender cualquiera de las virtudes cardinales provoca hoy la misma euforia que un vicio. Los tópicos morales han sido tan discutidos que han empezado a resplandecer como tantas otras brillantes paradojas. Y cualquiera que defienda la humildad (en particular en esta época de idealismo egoísta) adquiere un no sé qué de depravación inexpresable».
El párrafo anterior pertenece a Chesterton, y aunque toca un asunto muy preciso, resume lo que sentimos al acercarnos a muchos de sus ensayos.
No falla: siempre aflora en sus textos una idea, un recuerdo o una singularidad que nos deslumbra. Por eso mismo, los chestertonianos forman una comunidad peculiar. Suspiran, apuran la taza de te y luego tratan de imaginar qué pensaría el escritor sobre cualquier tema actual. ¿La decadencia de Occidente? ¿El descreimiento generalizado? ¿La infantilización de las costumbres? ¿El declive de la educación? Ante la incertidumbre, nunca está de más el siguiente conjuro: «¡Si Chesterton levantase la cabeza!»
Reconozco que yo mismo abuso del personaje. Como tantos otros, también lo he mitificado. Probablemente porque cuando le robo una cita cualquiera, entresacada de sus ensayos, compenso los defectos de un artículo tibio o poco inspirado. Incluso cuando el bueno de Chesterton no tiene razón ‒qué le vamos a hacer‒ es bueno confirmar que nos saluda en el espejo retrovisor.
Ya ven lo propicio que es su pensamiento. Tan propicio que Ricardo Moreno Castillo ha optado por resucitar al escritor para charlar con él. No sólo eso: esta entrevista póstuma, aparte de una síntesis de las opiniones de Chesterton, ensancha y fortalece sus viejos veredictos, que parecen aún más brillantes si los comparamos con la trivialidad contemporánea.
Conste, por cierto, que esta sesión espiritista permite a Moreno y al fantasmal G.K. poner el dedo en la llaga de cuestiones muy cercanas. Quizá porque hay cosas que no cambian. o quizá porque el autor ha elegido un temario que, oportunamente, desafía el paso del tiempo. Por otro lado, no me negarán que tiene su gracia invocar a un genio para luego llevarle a veces la contraria y así allanar el terreno de nuevas revelaciones.
Lo bueno ‒lo mejor‒ de este libro es que en él reconocemos al Chesterton más refinado y ocurrente. Ese que se arrellana en el diván para constatar que el ser humano, por terquedad o insensatez, aún tardará demasiado en corregir el rumbo.
Sinopsis
Prólogo de Ignacio Peyró
Los entusiastas de Chesterton formamos una alegre cofradía en la cual pueden convivir felizmente tirios y troyanos. Tan sólo están excluidos de ella los puritanos, los fanáticos, los ceñudos y los amargados, porque Chesterton amaba la vida y quien no ama la vida nunca lo podrá entender, ni a él ni sus libros. Tras los éxitos de sus libros anteriores (Breve tratado sobre la estupidez humana y Breve tratado sobre la felicidad), Ricardo Moreno Castillo intenta reproducir en este ensayo algunas de las polémicas y conversaciones que ha mantenido, a lo largo de los años, con el escritor británico a través de la lectura atenta de sus innumerables libros.
Polemizar sobre temas de actualidad con Chesterton no es tarea fácil, porque a veces usa argumentos que no convencen pero cuya brillantez le deja a uno sin respuesta. Como subraya Ignacio Peyró en su prólogo, rastrear argumentos entre sus libros y sentarlo a dialogar con las supersticiones de nuestros contemporáneos «tiene algo de temeridad –bendita temeridad–, de audacia en el límite, cuando no del presuntuoso afán boswelliano. Pero, como a Boswell, la idea, esta sí que feliz, le ha salido bien». Estamos ante un libro brillante, «champán para la inteligencia», donde el aforismo chestertoniano invita a la lectura y a la reflexión, en un lúcido diálogo con nuestros clásicos, y en defensa incansable del valor de la tradición humanista.
Ricardo Moreno Castillo (Madrid, 1950), licenciado en matemáticas y doctor en filosofía especializado en historia de la ciencia, ha sido catedrático de instituto hasta su jubilación y profesor asociado en la facultad de matemáticas de la Universidad Complutense.
Es autor de más de una veintena de obras sobre matemáticas y su historia, sobre pensamiento y filosofía –Diccionario semifilosófico, Nosotros y Voltaire, y Trece cartas a Dios–; sobre educación –Sobre la buena y la mala educación y Panfleto antipedagógico–; y la novela La llave perdida.
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