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«Quatermass 2» (1957), de Val Guest

El éxito obtenido por la Hammer con la adaptación del primer serial del doctor Quatermass le llevó a retomar al personaje siguiendo la misma pauta. Así, Quatermass II (también conocida en Estados Unidos como Enemy from Space) llevaba a la pantalla grande la historia ya narrada en forma de serial dos años antes por la BBC.

Frustrados sus esfuerzos por obtener financiación para su proyecto de una base lunar, el doctor Quatermass (Brian Donlevy) se lleva una sorpresa cuando trata de seguir por radar las señales de unos misteriosos objetos parecidos a meteoritos que se precipitan sobre la Tierra. Desplazado al lugar donde se supone que han caído, descubre las ruinas de una antaño floreciente comunidad, una fábrica que recuerda sospechosamente los planos de su colonia selenita y unos objetos de perfil aerodinámico que contienen un gas altamente peligroso.

Oficialmente, la fábrica, una instalación gubernamental secreta, produce comida sintética, pero Quatermass no tarda en averiguar que en realidad está dirigida por humanos infectados por el gas contenido en el interior de aquellos meteoritos, un gas que se apodera de sus mentes y les obliga a preparar el terreno para una posterior invasión: en el interior de grandes cúpulas, enormes monstruos extraterrestres están convirtiendo nuestra atmósfera en el amoniaco que constituye la base ambiental de su mundo nativo.

Solo los desesperados esfuerzos de Quatermass (Brian Donlevy), el inspector Lomax (John Longden) y algunos vecinos de la zona libres de la influencia alienígena consiguen detener esta amenaza de conquista galáctica, enviando un misil contra el asteroide en órbita del que partieron los meteoritos «infectados».

En esta entrega reencontramos al frío pero imparable doctor Bernard Quatermass (quizá algo más humanizado que en la entrega precedente) enfrentado otra vez con los burócratas gubernamentales, incapaces de entender la relevancia de la sofisticada base lunar que les propone construir.

Como en la película anterior, une fuerzas con el sensato y algo rústico inspector Lomax, formando ambos una extraña pareja de personalidades, intereses y enfoques casi opuestos. A diferencia de lo que sucedía en El experimento…, sin embargo, Quatermass estará prácticamente solo: no es que ni la policía ni el ejército estén ya bajos sus órdenes, sino que ni siquiera puede confiar en ellos. Convertido en el líder de un reducido grupo de resistentes, el doctor se acerca, ahora sí, al arquetipo heroico.

La dirección de Val Guest disminuye el tono urbano y casi documental con el que había rodado la primera entrega, restringiendo la mayor parte de la acción a los límites de la fábrica secreta (en realidad, la refinería Haven de la petrolera Shell, en Essex), sugiriendo más que mostrando y narrando los momentos más dramáticos con unos planos generales que sugieren indiferencia en lugar de proximidad emocional. Apoyado por la brillante fotografía de Gerald Gibbs, acelera sustancialmente el ritmo en el espectacular final, cuando las gigantescas criaturas extraterrestres emergen de las cúpulas y siembran la destrucción a su alrededor.

Hay dos momentos memorables por su capacidad de evocación terrorífica: la grotesca aparición de una de las víctimas infectadas, y el sádico destino del individuo que ofrece la paz.

Hay quien ha querido considerar a Quatermass II como una pequeña obra maestra. No lo es. Pero si uno consigue pasar por alto la falta de convicción de Brian Donlevy en su interpretación del doctor y las incoherencias de guión, podrá apreciar la habilidad con la que se efectúa la transición desde la inicial sensación de amenaza difusa al terror de catástrofe inminente del final.

Quatermass II fue quizá la primera película de ciencia-ficción en sugerir que nuestros gobiernos democráticamente elegidos pueden estar mintiéndonos. De acuerdo, esta operación clandestina está dirigida en realidad por zombis infectados y no por militares conspiradores o políticos corruptos, pero no deja de ser un proyecto financiado con dinero público y todo el film está impregnado de una atmósfera paranoica. Ciertamente, si alguien tan individualista y anti-establishment como Quatermass no puede arrojar luz sobre ese misterio, nadie más podría.

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Quatermass (The Quatermass Conclusion, 1979), de Piers Haggard

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".