Desde 1950, año en que nace del genio de Manuel Gago, el Hombre de Piedra vive su azarosa existencia de doscientas diez entregas en una prehistoria mítica, universo de monstruos, titanes y damas terribles. Además, claro está, de otras especies hoy extinguidas: humanos voladores, humanos roedores, humanos vampiros, centauros, gorilas acorazados y hasta hombres con testa de rinoceronte.
Imagen superior: nº 1 del cuaderno de aventuras ‘Purk, el hombre de piedra’ (Editorial Valenciana, 11-12-1950). El éxito previo de Manuel Gago con El Guerrero del Antifaz se explica por una combinación de factores: la conexión emocional del melodrama, la violencia hiperbólica, el manejo implícito de la sexualidad en un contexto de censura y la capacidad de Gago para replicar su fórmula en otras obras, como ‘Purk, el hombre de piedra’, ‘El Espadachín enmascarado’ o ‘El Pequeño Luchador’. Estas características lo convirtieron en un fenómeno único de su tiempo, que dejó una huella profunda en la historia del cómic español.
Si hay una época que uno prefiera sobre todas las demás es la Prehistoria. Un tiempo en que el hombre convivió con los demonios, con dinosaurios de toda laya, con una nutrida estirpe de monstruos que no han dejado huella ni siquiera en los fósiles. Menos mal que gracias al esfuerzo de paleontólogos heterodoxos como don Manuel Gago hay podemos recordar en detalle aquellas eras gloriosas…
Imagen superior: en las aventuras de Purk hay hombres prehistóricos barbudos y normales, de aquellos de la piel y la cachiporra, pero también unas mujeres que, en su mayoría, están entre lo prehistórico y casi lo dominatrix. Tienen a los hombres así en puño, como sucede con la Reina Víbora, que lleva una diadema de serpientes vivas en la cabeza.
Tiempos megalíticos delirantes, sólo superados por otras incursiones del autor en el género, Piel de Lobo y Castor. Cabe el honor a Gago de ser el único dibujante español que crease héroes cavernícolas.
Lila, su señora, con quien matrimonia en rito precristiano, le acompaña en su deambular por el mundo troglodita. También Sandar, una especie de ahijado, ayuda a Purk en sus justicieras intervenciones, casi siempre dirimidas a palos en duelos espectaculares a lanza y garrote.
Maravillosa prehistoria imaginada. Yo la cambio muy a gusto por cuanta certeza pueda salir de Atapuerca.
Copyright del artículo © Pedro Porcel. Tras publicarlo previamente en El Desván del Abuelito, lo edito ahora en este nuevo desván de la revista Cualia. Reservados todos los derechos.