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«Nave prisión», de Bruce Jones y Esteban Maroto

Ya lo verán. Es tan nostálgico como fácil de explicar… Parece que fue ayer cuando adquirimos en el kiosco el número 30 de la revista 1984. Costaba 120 pesetas ‒creo‒ e incluía entre sus páginas la primera entrega de una nueva serie de Bruce Jones y Esteban MarotoNave prisión.

Parece que fue ayer, les decía, pero resulta que esta escena tiene otra fecha: junio de 1981. Así que ya se pueden imaginar la ráfaga de sensaciones que a uno le asaltan cuando toma entre sus manos la excelente reedición que hizo Planeta de la obra de Maroto, con una calidad de impresión y de papel que jamás tuvo la entrañable 1984.

Ahora viene lo mejor: tras ese golpe de melancolía que siempre nos atiza el paso del tiempo, uno siente que el arte de Esteban Maroto no ha envejecido en lo más mínimo. Sigue manteniendo esas dosis de sofisticación y elegancia que tanto admiramos en la década de los ochenta, y que aún justifican su presencia entre los historietistas e ilustradores más destacados de nuestro país.

A medio camino entre el sello editorial de Josep Toutain (responsable de la agencia Selecciones Ilustradas) y la aventura internacional, impulsada a través de compañías como Warren Publishing, Maroto tuvo y tiene su nombre escrito en mármol, y ningún historiador del cómic español puede prescindir de su trayectoria para explicar lo que llegó a ser este medio en los años setenta y ochenta.

Nave prisión relata la peripecia galáctica de Faye, piloto de una astronave en la que se transportan los cuerpos criogenizados de peligrosos criminales. Un asteroide provoca el accidente que permitirá huir a esos inquietantes viajeros, a quienes la valiente Faye tendrá que capturar nuevamente, de planeta en planeta.

En todo caso, lo que importa aquí no es tanto el guión de Bruce Jones ‒una receta segura pero no demasiado original‒ como el genio artístico de Maroto, presente en cada viñeta de esta obra.

Nave prisión es una vibrante space opera en blanco y negro, dinámica, sensual y refinada. Gracias a la habilidad del artista, el interés de este volumen se multiplica por dos, sobre todo para aquellos que ‒por tantas y tan variadas razones‒ fuimos adictos a la obra de Maroto en los ochenta.

No me parece fácil definir el estilo de Esteban Maroto, pero vale la pena intentarlo. Digámoslo así: la nitidez del trazo de este creador contrasta con el barroquismo de sus composiciones, con un entintado que a veces parece digno de un grabador y otras veces se desliza, delicadamente, entre volutas de humo y destellos de art nouveau.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Planeta Cómic. Reservados todos los derechos. 

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.