Una de las obras de ciencia-ficción española más importantes y comentadas de las últimas décadas, Mundos en la eternidades una absorbente space-opera disfrazada de ciencia ficción dura, que combina una narración ágil con un consistente trasfondo científico en el que confluyen la biología, la astronomía y la física.
Este volumen es en realidad la refundición de dos novelas que los autores escribieron diez años antes, Mundos en el abismo (1988) e Hijos de la eternidad (1990). Aunque su idea original comprendía la totalidad de la historia narrada en ambos volúmenes, tratándose de autores noveles y habida cuenta de los requerimientos editoriales y de mercado, se vieron obligados a dividir el relato en dos. La buena acogida que recibieron y el deseo de Aguilera de continuar profundizando en el universo que habían creado, propiciaron la reunión de ambas novelas en un solo libro tras varias modificaciones y cambios.
El escenario sobre el que se desarrolla la aventura es el cúmulo globular de Akasa-Puspa (en sánscrito, «una flor en el cielo»), un conjunto de diez millones de soles en órbita alrededor de la Vía Láctea. Los mundos en este cúmulo están lo suficientemente cercanos como para que el viaje interplanetario sublumínico sea posible haciendo uso de las Babeles, unas gigantescas torres de miles de kilómetros de altura, levantadas en los planetas por una antigua y desconocida civilización. Aunque algunos arqueobiólogos afirman que la humanidad proviene de la lejana Galaxia –la Vía Láctea, con cuyos brazos espirales se cruzan cada varios millones de años–, lo cierto es que nadie recuerda ya el origen último del hombre: las mareas de la historia, los cíclicos auges y caídas de la civilización a lo largo de miles de años, han borrado el conocimiento de la historia antigua.
Tres potencias intrigan, se alían y compiten entre sí por la hegemonía en Akasa-Puspa: un Imperio en decadencia pero todavía poseedor de una tecnología superior; la Hermandad, unos fanáticos religiosos que profesan una fe sincrética que reúne elementos de diferentes creencias terrestres; y la Utsarpini, unos bárbaros en ascenso que imponen a los planetas del borde globular su cultura militarista y aristocrática con el fin de levantar una nueva civilización en competencia directa con el Imperio. Todos ellos guardan un inestable equilibrio basado en la desconfianza mutua y la ambición de poder.
Jonás, un joven y brillante científico adscrito a la universidad de un planeta recién conquistado por la Utsarpini, es reclutado a la fuerza y destinado a bordo de una de sus naves, enviada a investigar la misteriosa destrucción de un carguero del Imperio. La misión se convertirá en un nudo de confabulaciones y asombrosas revelaciones sobre los seres que pueblan el cúmulo globular, el origen último de la humanidad y la inteligencia que está detrás de todo ello.
El comienzo del libro es desconcertante. Uno tiene la impresión de andar completamente despistado en un mar de nombres extraños en sánscrito, cargos y títulos honoríficos impenetrables y relaciones confusas que obligan a consultar una y otra vez el imprescindible glosario. El propio Aguilera admitió que se trataba de una especie de prueba que el lector debía superar para internarse definitivamente en la novela. Con algo de paciencia y atención, el esfuerzo merece la pena, porque el panorama no tarda en despejarse para dejar paso a una historia sencilla de seguir que no renuncia a la complejidad argumental y la riqueza de detalles sobre las diferentes culturas y mundos.
Como he dicho, estamos ante una original mezcla de ciencia ficción dura y space-opera. Los autores (diseñador industrial y biólogo respectivamente) se han preocupado de dotar a su universo de un sólido cimiento científico: los ecosistemas que se describen son viables, las astronaves utilizan tecnología factible y se mueven por el espacio siguiendo estrictas reglas físicas, las criaturas se han pensado de acuerdo con las directrices de exobiólogos, la vida en el espacio (desde la comida hasta las guerras pasando por las enfermedades psicológicas que afectan a los humanos en los largos viajes interplanetarios) se describe con precisión… hasta la ingeniería planetaria parece factible en un futuro lejano.
Sin embargo, los autores han sabido situar inteligentemente el papel –fundamental, eso sí– de la ciencia en la historia, que no llega a quedar aplastada por la frialdad del dato o la teoría. Todo lo contrario. Hay una sucesión de intrigas políticas, misterios que se resuelven solo para plantear nuevos enigmas, batallas espaciales, mercenarios, trepidantes persecuciones, científicos, marines imperiales, exploraciones, asombrosas criaturas alienígenas, ordenadores inteligentes y revelaciones sorprendentes de alcance galáctico, lo que hace avanzar continuamente la trama atrapando al lector. Además, el sustrato científico sirve para hacer verosímiles ideas que despiertan nuestro sentido de la maravilla, como las naves con velas solares; los Colmeneros, extraños seres insectoides que habitan en el interior de los asteroides; los colosales juggernauts, que como enormes ballenas vagan por los límites del cúmulo; los cintamanis, parásitos larvarios que invaden a los juggernauts y que recuerdan algo a los aliens cinematográficos; las torres Babel de la Tierra y el grandioso anillo que las une; la espectacular Esfera; las ciudades rodantes que se autoreplican; las estaciones espaciales…
Se trata de una obra –en la que se detectan rastros de la Fundación de Asimov, Dune de Frank Herbert o Mundo Anillo de Larry Niven– que, siguiendo las líneas rectoras de la space–opera, se concentra en hacer avanzar la acción e ir desentrañando el misterio que se plantea por encima de realizar un estudio exhaustivo de los numerosos personajes, sus motivaciones, personalidades y las relaciones que establecen entre ellos. De hecho, se le podría recriminar la falta de personajes con gancho. Con la excepción de Jonás y el mercenario Chat Rai, los demás cumplen un mero papel vehicular, lo que no deja de ser una lástima habida cuenta del gran número de protagonistas y situaciones que se plantean. El estilo, aunque plano, lineal y sin adornos, despliega un buen pulso narrativo, apoyado a menudo en abundantes diálogos
El final de Mundos en la eternidad queda abierto, de tal modo que años después Juan Miguel Aguilera continuaría la historia en Mundos y demonios . Pero antes, aparecieron varios relatos cortos que recuperaban y ampliaban los personajes y entornos del universo de Akasa-Puspa. Maleficio nos presenta una inestable alianza entre humanos con lealtades opuestas y extraños alienígenas tratando de desvelar el misterio de una expedición desaparecida en un planeta aparentemente desierto. En un vacío insondable nos traslada trescientos años al futuro de los acontecimientos de Mundos en el abismo. La llegada al cúmulo de una masiva estructura artificial de inmenso poder obliga a los peores enemigos, angriffs y humanos, a trabajar juntos para resolver un misterio que les llevará al fin del tiempo. Ari el Tonto es un cuento ligero sobre el choque de una cultura tradicional y tecnológicamente atrasada con una civilización espacial y la capacidad de fascinación del espacio como motor de avance científico.
Mundos y demonios (2005) es en realidad una reescritura y ampliación del relato antes mencionado, En un vacío insondable. La acción se centra en la Esfera, una gigantesca estructura artificial hueca compuesta de asteroides y que rodea lo que queda de nuestro Sistema Solar. En este misterioso lugar confluyen una heterogénea mezcla de personajes de diversas especies y razas: sanguinarios angriffs, los manipuladores colmeneros que habitan en los asteroides que rodean la Esfera, un colono superviviente postrado en una silla de ruedas, un mercenario humano, la comandante de una nave del Imperio, un delfín piloto de una antigua nave generacional, misteriosos nómadas que surcan la Esfera en el interior de asteroides, inteligencias mecánicas capaces de llevar a cabo ingeniería estelar, organismos fascinantes adaptados a la vida en el vacío…
Una vez más, Aguilera teje una historia llena de suspense y acción en la que destaca el excelente diseño de las criaturas alienígenas a nivel no sólo físico sino psicológico, convirtiéndoles en seres muy diferentes de los humanos sin dejar de ser verosímiles. Aguilera nos transmite con acierto lo diferente de la visión que esos seres tienen del universo, condicionada por su biología y el entorno en el que evolucionan. Hay que subrayar en este sentido las conversaciones entre los angriffs y su prisionero humano, Isa Govinda, una mente genial atrapada en un cuerpo inmovilizado por una enfermedad degenerativa. A través de las mismas, se pone de manifiesto la brecha entre las especies y su imposible conciliación, además de recrear magníficamente una cultura alienígena, biológica, metal y socialmente alejada de la nuestra. Otro interesante pasaje lo constituyen las páginas en las que se describe la inteligencia artificial de los seres mecánicos y sus pautas de pensamiento y autoconciencia.
Mundos y demonios continúa el espíritu de su primera parte, llevándolo incluso más allá. Empieza como un intenso relato pulp repleto de aventuras, descubrimientos y batallas –siempre apoyado por el barniz científico– para ampliar luego el foco e introducirnos en el terreno del tiempo y el espacio a escalas desmesuradas sólo entrevistas a través de la física teórica más visionaria: el triunfo de la entropía al final del tiempo, la muerte de nuestro universo y el comienzo de uno nuevo, todo ello como parte de un plan concebido con plazos de ejecución que se miden en millones de años.
Mundos en la eternidad y Mundos y demonios son dos capítulos dentro de lo que bien puede convertirse en una saga cósmica de longitud indefinida. Ninguno de ellos cierra todos los misterios que plantea y la puerta siempre queda abierta para continuar desarrollando el fascinante universo de Akasa-Puspa, último reducto de vida de la Vía Láctea.
Estupendo heraldo de la ciencia ficción española y sólida confirmación de que en nuestra patria también hay autores de género de tanta o más valía que en los países anglosajones, el ciclo de Akasa-Puspa es original, dinámico y adictivo. Tanto si lo encuentras de saldo en una librería de viejo como si lo descargas de internet, no dejes escapar como mínimo el primer libro de la saga, una obra que todo aficionado al género debería leer.
Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.