Mar Rey BuenoSiguiendo con la tradición inaugurada por Emily Dickinson, Siri Hustvedt habla de “mi Louise Bourgeois”, en referencia a su comunión particular con la artista francesa.
Una relación única y personal, diferente a la de cualquier otro espectador: “Nos acercamos a las obras de arte ‒dice‒ con nuestro Yo y nuestro pasado, que comprenden no sólo nuestra sensibilidad e inteligencia sino también nuestros prejuicios y puntos débiles (…) Mi Louise Bourgeois no es únicamente lo que yo entiendo de sus obras, ni mi propio análisis de sus sinuosos y florecientes significados, sino la Louise Bourgeois que ahora es parte de mi Yo corporal en la memoria, tanto consciente como inconsciente, que a su vez se ha mutado en mi propio trabajo, parte de la extraña transferencia que se da entre los artistas.
«Mi Louise Bourgeois ‒continúa‒ es una escritora maravillosa, una escritora de observaciones perspicaces y lúcidas sobre la vida y el arte (…) una maestra consumada de las afirmaciones concisas y enigmáticas, una tejedora de su propio mito del origen, una historia de la aventura familiar y de la tradición en la niñez (…) Mi Louise Bourgeois es compleja, brillante, contradictoria y a veces muy directa, pero también discreta. Lleva un velo. A veces se pone máscara. Su poder no está en la confesión sino en un vocabulario visual de la ambigüedad.”
Una conferencia mágica, la de Siri Hustvedt…
Imagen superior: escultura de Bourgeois en la exposición «Domestic Incidents» (Tate Modern Turbine Hall, 2006).
Imagen del banner: “Mamam”, una de las tejedoras de Louise Bourgeois (1911-2010), instalada en la Fundación Proa de Buenos Aires (Fotografía: Roberto Fiadone, CC).
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Blas Matamoro
